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“Un día cogí papel y lápiz, escribí un poema a mi madre y así empezó todo”

Reyes Tabares Betancort, escritora

Myriam Ybot 0 COMENTARIOS 14/07/2024 - 07:29

Si hay una mujer que preserva el legado de la tradición de San Bartolomé, de su pasado rural, su cultura comunitaria y el abanico de valores que le son propios, esa es sin duda Reyes Tabares Betancort. De haber sido hombre, ya se hubiera pensado en ella para ejercer como cronista oficial del municipio, como lo es su buen amigo y mentor Antonio Lorenzo, en Arrecife. Méritos no le faltan, con dos libros publicados sobre sus recuerdos y vivencias, una trayectoria impagable de charlas en centros educativos y culturales y unas manos desinquietas y ágiles que igual tejen ganchillo que moldean lebrillos y bernegales, amasan truchas, trenzan una sombrera de pírgano o ilustran una calabaza a mano alzada.

Antes siquiera de iniciar la conversación, que preside un juego de café con el humeante y denso brebaje recién servido, el entorno doméstico ya ha cumplido su misión de facilitar la inmersión en el pasado que guarece la memoria de Reyes Betancort. En el patio central de su casa terrera, al que se abre el resto de las estancias, una destiladera rebosante de culantrillo se encarga del fondo musical con su goteo incansable. Helechos y cintas ponen la nota de color y en las vitrinas y sobre los aparadores pugnan por hacerse hueco decenas de portarretratos con fotos familiares, algunas ya amarilleadas por el tiempo.

Confirma que llegó al mundo como un regalo, un 6 de enero de 1945, en una época no tan lejana en el almanaque, pero que se aproximaba a vivir acontecimientos y transformaciones implacables. Abrió los ojos en la calle Los Reyes de San Bartolomé y es probable que desde entonces su mente inquieta y su curiosidad no se hayan detenido jamás, ni para tomar impulso.

De su primera infancia conserva el sabor resplandeciente y agradecido de la naranja y las almendras que le dejaban los magos de Oriente el día de su cumpleaños. “Éramos una familia humilde. Perdí mucha escuela porque mis padres trabajaban las tierras y tenía que quedarme con dos hermanas más pequeñas, así que siempre estaba en la cola de la fila. Éramos diez hermanos, pero tres murieron pequeñitos. Otra de ellas tenía mucha facilidad para estudiar y sabía un montón, pero en ese entonces no había más posibilidad que ayudar con las cosechas. Y a pesar de los pesares, siempre digo que recuerdo haber tenido una infancia bonita y feliz. Como no conocía grandes cosas, tampoco las echaba en falta”, asegura con una plácida sonrisa.

El hilo del pasado trae engarzada la imagen de la madre, quien a las labores del campo sumaba los viajes a la Recova de Arrecife, a vender batatas, sandías, melones... “lo que se sacara cada semana”. “A veces, si no tenía mercancía en casa, tenía que pasar a recogerla ella sola a la mañanita temprano. Me contaba el miedo que pasaba y yo la escuchaba con los ojos muy abiertos”, rememora.

En sus reflexiones pone un énfasis especial en el papel fundamental de la mujer en el mantenimiento de las frugales economías familiares, corroborado tras visionar la película de Tenique Cultural Cartografías íntimas de una isla, en cuya sesión en San Bartolomé asistió como invitada para introducir y acompañar el coloquio. “Me impresionó aquel trabajo de las mujeres ¿verdad? Es que es muy llamativo, verlas en cada escena, en las salinas y en las fincas, mariscando, reparando un tejado, tuchendo un camello, cargando sacos, todo a base de fuerza porque no había maquinaria ni más ayuda que las propias manos. Así que sí, no puedo negar que soy feminista y desde joven lo he tenido claro, aunque no se llamara así”.

Vocación irrenunciable

De su incipiente amor por las letras recuerda las redacciones escolares, para las que no encontraba suficiente papel capaz de contener su inspiración. “Lo puedo decir a boca llena, otras materias no, pero en escritura siempre tenía buena nota”, afirma orgullosa.

De chica, la conciencia de su inquietud literaria se le presentaba a menudo, en cada ocasión en que la verbalización de las emociones se le hacía insuficiente. “Por el día de la madre siempre la felicitaba, pero sentía que me quedaba corta; la frase mía era: si yo pudiera expresar todo lo que llevo dentro... Un día cogí un papel y un lápiz y le escribí un poema, y así empezó todo. No te puedes imaginar lo privada que se quedó”.

“Me gustaría que nuestro pasado no se quede en revindicar el gofio”

Desde entonces, la vocación encontró su cauce en las letras para la murga Las Revoltosas, los poemas que aún no cruzaban el umbral de su casa, y la Asociación de Vecinos de San Bartolomé “que como sabían que me gustaba escribir, me pidieron que preparara algo para la fiesta del Día de Canarias”.

Su texto Recordando al campesino, el relato prolijo de la vida de una hija de agricultores, los nombres de los aperos de labranza y las costumbres asociadas a las estaciones, tuvo un éxito inmediato y las comunidades educativas hicieron cola para pedir a Reyes que visitara las aulas para compartir el tesoro de su experiencia con el alumnado.

“Fue precisamente en el colegio de Playa Honda cuando me escuchó Antonio Lorenzo, que tras poner mucho empeño en localizarme, me dijo: Reyes tú no tienes derecho a quedarte para ti sola todo lo que expusiste el otro día. Y con su ayuda y con la colaboración del Ayuntamiento publiqué mis dos libros, primero Recuerdos y vivencias y después Que no quede en el olvido”.

Inquietudes culturales

Preguntada por su proceso creativo, la respuesta no puede contener más sencillez ni más verdad: “Cojo un folio y un lápiz y empiezo a escribir, recordando mis experiencias y las historias de otros. Siempre me ha gustado hablar con la gente mayor, son libros abiertos, como yo digo. A veces sin saber ni leer ni escribir, pero tienen la sabiduría que va dando la vida”.

Pero no solo de las letras vive Reyes Tabares, quien ya desde la adolescencia se implicó en cuanta actividad cultural se cruzaba en su camino. Aquella Sección Femenina del Régimen que dejó una oscura huella en muchas personas, le sirvió a la lanzaroteña para bailar en una rondalla, con la que hizo su primer viaje fuera de la isla para actuar en el Hogar Canario de Las Palmas, y para aprender guitarra y manualidades. Luego vendrían la agrupación folclórica Ajei y la compañía de teatro Ajei -un nombre que sigue reivindicando para el municipio, después de aquella fallida consulta popular- y la murga Las Revoltosas, que aún hoy le depara sorpresas y satisfacciones.

“Lo más importante en la vida es ser buena gente”, defiende Reyes

También ha impartido talleres y ha sido alumna en cursos de pintura, barro y cestería de pírgano; ha dado multitud de charlas y ha sido pregonera de las fiestas de San Bartolomé. Su figura referencial en el municipio le ha llevado a protagonizar entrevistas en los medios de comunicación y capítulos de recopilaciones de perfiles vecinales, además de ser la primera opción cuando se trata de traer a la actualidad las escenas de la tradición isleña para actividades públicas de todo tipo.

Pero junto a la conservación de la memoria de un pasado propio y único, marcado por las penurias, la inteligencia en la respuesta colectiva y el amor por el terruño, Reyes es valedora de la herencia de un carácter y unas virtudes características de aquellos años, que no duda en transmitir a las generaciones que preceden la suya.

“Me encantaría que todo ese trozo del tiempo que me tocó vivir no se quedara en revindicar el gofio. Como le digo a mis nietos, gracias al progreso tenemos de todo, pero antes no teníamos luz ni teníamos agua, y pasamos muchas necesidades. Cuando me piden un cuento, les explico alguna cosita de entonces, y ellos me dicen: Pero abuela, ¿eso es un cuento? Y yo digo: ay, mi niña son cuentos, pero cuentos reales, porque les parece mentira. Y les advierto que los estudios y las carreras son interesantísimas e importantísimas, pero lo más importante en la vida es ser buena gente”, defiende.

A escena en Sonidos Líquidos

“Madre, abuela y bisabuela y a estas alturas, mira tú, el otro sábado ahí estaba yo, subida en el escenario de Sonidos Líquidos, con las chicas y Ale Acosta”. Reyes Tabares estalla en carcajadas cuando explica que esta ha sido su primera vez en el festival de música. Y después de un rato de conversación con esta vital y enérgica mujer que frisa los ochenta, una está por asegurar que el año que viene repite. La oportunidad para la participación de la primera murga femenina de Lanzarote, Las Revoltosas, que Reyes fundó junto a Juana Saavedra y otras mujeres del municipio, la ofreció el productor y músico Ale Acosta, quien presentó en la cita de Tinajo su primer trabajo en solitario, ‘El Porvenir’, en el que su electrónica se fusiona con lo que le echen para rendir homenaje al centro cultural de su pueblo y a su isla natal. 

Ha hecho un largo trayecto la escritora de San Bartolomé, que recuerda con nitidez: “Cuando Domingo Corujo ‘el viejo’ subía por la cuesta con el rancho de Pascua, mi padre sacaba el garrafón de vino y mi madre aquellas truchas enormes”. Y remarca: “En aquellos momentos en que no había de nada, ni radio ni entretenimientos, la música popular se vivía como un acontecimiento”.

* Foto: Actuación de Las Revoltosas con Ale Acosta, en Sonidos Líquidos. Foto: Alejandro Rodríguez.

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