“Si pones el foco en la gente pobre te dicen que haces cine social”
Benito Zambrano, director de cine
Alcanzó el éxito con su primera película, Solas (1999) y en estos 25 años que la separan del presente ha forjado una carrera sólida y coherente en el panorama del cine español. Zambrano vino a Lanzarote como jurado del Festival Internacional de Cine.
-Su última película, ‘El salto’, trata sobre el fenómeno de la inmigración, que aquí está muy presente. ¿Cree que se puede llegar mejor al público para que tome conciencia de un problema tan grave a través de la ficción?
-Creo que la ficción tiene ese poder, ¿no? Lo tuvo desde que se inventó el cine, lo tuvo el teatro y lo tiene la literatura. La ficción puede explorar emociones y sentimientos y llegar a profundidades que es más difícil llegar. La noticia no mira tanto dentro del alma, al corazón de una persona, de un ser humano, no lo mira fijamente a los ojos. Y sin embargo, la ficción sí, el cine sí. Te permite contar, ver, explorar, tener un punto de vista mucho más claro y sobre todo cuenta con un elemento que para mí es fundamental, que es la emoción. La mejor manera de llegar a la inteligencia de una persona es a través de la emoción. No sé si es mi manera de sentir la vida o es por ser andaluz, pero es lo que creo. Es mucho más fácil llegar a cualquier sitio a través de la emoción.
-¿Y cómo es posible que un tema tan relevante en los últimos años, como el de la inmigración, tenga tan poca presencia en el cine? Son pocas las películas que abordan este fenómeno...
-Eso tiene distintas explicaciones. La primera, fundamentalmente, es que nosotros no tenemos una industria tan grande como para abordar tantos temas, pero sobre todo cuando los protagonistas no son españoles. No tenemos tanta historia como país receptor de migrantes, porque hemos sido hasta hace muy poco un país emisor... Es reciente. En los años 50, 60, 70, los negros de Europa éramos los españoles pobres. Y Canarias sabe mucho de tener emigrantes, de toda la vida la gente ha emigrado de aquí a otras zonas del mundo, siempre buscando mejores opciones, más oportunidades. Ahora nuestros emigrantes son gente con nivel alto y con carreras universitarias mientras que antes éramos los pobres que íbamos a hacer de albañiles, la mano de obra del campo o trabajadores básicos en Alemania, Suiza o en Francia. Eso por un lado. Nosotros no tenemos un cine todavía con una trayectoria de migrantes para que haya una población importante extranjera, todavía no es ni siquiera la que tiene poder adquisitivo posiblemente para ir al cine.
“La mejor manera de llegar a la inteligencia de una persona es con la emoción”
-Entonces le habrá costado bastante encontrar a los actores de esta película...
-Es una dificultad añadida, que nosotros no fuimos colonizadores de África. Cuando África se coloniza, la colonizan franceses, ingleses, alemanes, pero no españoles. Solo Guinea Ecuatorial, el Sáhara y la parte del protectorado marroquí. Nosotros, de alguna forma nos apoderamos de América Latina, la conquistamos, se la robamos a los autóctonos de allí, a los dueños reales, y cuando se reparten África, España ya no era un imperio. España era ya un mojón de imperio, no éramos nada. ¿Qué ocurre? Que para nosotros es una dificultad añadida esa África que es francófona o anglófona. Nuestro gran problema es precisamente ese, que no tenemos nuestras historias. Y nos cuesta más porque tenemos las dificultades del idioma. Sin embargo, con América Latina siempre hemos mantenido una conexión cultural e idiomática muy importante. Y claro, con África no la tenemos. Entonces eso hace que las historias que vienen de África a nosotros nos queden lejos. Cuando fuimos a hacer esta película, claro que era muy difícil encontrar actores, porque teníamos que encontrar actores subsaharianos francófonos, porque se iba a rodar prácticamente entre castellano y francés ya que la mayoría de los países de los que vienen, con los cayucos y las pateras, son de la zona francófona. También existía una coproducción con Francia, lo que nos hizo que, por ejemplo, los dos actores principales vinieran de ese país aunque la tercera actriz es nacida en Tenerife.
-En varias crónicas sobre la película se dice que vuelve al cine social. No sé si es una etiqueta que le gusta o en cualquier caso, si es que había dejado alguna vez ese tipo de cine.
-A mí las etiquetas me importan muy poco porque yo hago las películas que siento, en las que creo y con las que intento que cuenten algo que se pueda acercar a los que somos, a los que nos pasa. Intento contar las cosas desde el mayor compromiso, no sé si es esta palabra, pero no me planteo si es un cine social. Solas yo no la veo como una película social, sino como una película más humanista. La veo desde otro lugar. Claro, cuando pones el foco en la gente pobre, automáticamente va a irse a que es cine social, no falla. Para mí las películas son películas. Me planteo si me gusta, me cuenta algo que me interese o no me interesa nada. Tampoco tengo mucho tiempo. Si yo quisiera estar al tanto de lo que pasa en el cine que se hace, no haría otra cosa más que ver películas.
-Antes se tomaba el cine español como un género y ahora es imposible por la gran variedad de películas que se hacen.
-Hace muchos años que lo interesante, lo bueno, digamos, de nuestra industria del cine español es que hay diversidad. Creo que eso es lo importante, que haya diversidad, muchas diversidades, que haya muchas posibilidades para muchos tipos de gente.
“Los directores somos muy individualistas, cada uno está en su batalla”
-Estamos en un festival en el que se ve cine español, pero no es fácil ver en una sala de cine en la periferia muchas de las películas españolas que se estrenan cada año. En Madrid quizá se pueda elegir, pero aquí no tanto.
-Sí, claro. Yo quisiera que mis películas llegaran a todos los rincones de este país. Pero es difícil porque, obviamente, los exhibidores y las salas de cine priorizan las películas que les van a dar dinero, porque al fin y al cabo estamos hablando de un negocio.
-Se formó en la Escuela de San Antonio de los Baños, en Cuba, que ha formado a cientos de cineastas españoles y de otros países a pesar de que se supone que parten de una situación mucho más precaria. ¿Están a la altura las escuelas de cine en España?
-De todas no puedo decir, pero tenemos ahora mismo dos escuelas que están dando muy buenos resultados, porque están dando gente muy interesante, bien formada y que son profesionales de primer nivel: la escuela catalana, la ESCAC, y la ECAM en Madrid. No conozco qué hay en el País Vasco, en Navarra, no sé, y tampoco tengo información de qué hay en otro sitio. Es que formar cineastas es caro, quizás para el guion no, pero formar a un buen profesional en fotografía es una formación cara. Bueno, cada vez menos. Hoy en día, técnicamente, se abarata todo bastante, pero hacer buenas prácticas implica una gestión cara. Pero sí que harían falta buenas escuelas para ayudar a formar y avanzar.
-Presidió la asociación de directoras y directores de cine. ¿Por qué es necesaria una asociación de ese tipo?
-Ahora mismo tenemos la que creamos hace unos años, Acción, y creamos también en pandemia otra de los cineastas andaluces. Es muy importante para cualquier asunto que se tenga que debatir a nivel de industria, de subvenciones o de legislación, que haya presencia de los directores. Y si los directores y las directoras no estamos, no se escucha nuestra voz y somos una pata muy importante en el cine como para que no estemos representados. No tenemos esa gran asociación como el sindicato Alma, que es el sindicato al que también pertenezco de guionistas, es decir, no tenemos esa gran asociación de directores de este país, no lo hemos llegado a conseguir. Somos un gremio muy individualista, cada uno está en su batalla, en su guerra, en su trinchera.
“Las etiquetas me importan muy poco porque yo hago las películas que siento”
-Sin embargo, cuando un gremio se une, como se ha visto en Estados Unidos con los guionistas, tiene su efecto.
-Efectivamente, es lo mejor que han hecho aquí los guionistas y han conseguido ahora mismo crear una asociación muy fuerte, que es Alma. Pero a los directores nos falta todavía.
-Ha sido jurado de los cortos documentales en el Festival Internacional de cine de Lanzarote. ¿Cómo ha visto el nivel?
-Muy bueno. He disfrutado mucho viendo todos los cortos, con una muy buena selección y me ha costado tener que decidirme. Tenía dos o tres, cuatro, que me atrapaban mucho y que me interesaban mucho por distintos motivos. Los festivales siempre son muy importantes porque es la única manera de que en el caso sobre todo del cortometraje y no te digo nada si es cortometraje documental, tenga posibilidad de exhibición. Es necesario para que ese género y ese formato siga funcionando. Es maravilloso que haya un festival así. A mí los festivales siempre me han gustado por todo, por el encuentro entre compañeros, por ver películas que no se ven en otro sitio, darle visibilidad a otro cine, llegar a un público determinado... Se forja una afición, un cariño por el cine y todas sus dimensiones, aspectos, género y estilo. A mí me parece genial que haya estas iniciativas. Mi desgracia es que cuando voy a los festivales cada vez tengo menos tiempo de ver películas, porque me paso todo el tiempo en la promoción, pero bueno, forma parte de esta aventura.
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