“No me jubilo del todo porque disfruto”
José Luis García Lemes, 'Sito', sigue activo en su peluquería de Arrecife después de 64 años en el oficio
“La profesión ha cambiado mucho, de aquí a Femés”, dice Sito. Es normal. Ya son 64 años trabajando como peluquero, o barbero que le gusta más. José Luis García Lemes, ‘Sito’ (Arrecife, 1946) sigue trabajando en su peluquería de la calle Coronel Bens. Está jubilado al cincuenta por ciento pero sigue recibiendo clientes cada mañana, y muchos de ellos con tanta antigüedad como él mismo en la profesión. “No se me ha hecho duro y siempre me ha gustado”, dice. “No me jubilo del todo porque disfruto”.
“¿Cómo se va a jubilar -responde su amigo Domingo Hernández, que acaba de levantarse de la silla de la barbería- si cobra diez euros por cinco minutos?”. Domingo es uno de esos clientes veteranos, amigo y compañero en el Torrelavega, que dice que aunque no tenga pelo tiene que ir “arregladito”.
“Este sí que era bueno al fútbol -dice Sito-. Yo no, pero jugaba fijo de titular”. Era lateral derecho. Con 13 años empezó, por mediación de su hermano, como pinche en la barbería de Maestro Carmelo, la peluquería La Marina, al lado del bar del mismo nombre y junto al bar El Parral, en la boca del muelle, donde después se construyó la Caja de Ahorros.
Aprendió mirando, pero también trabajando mucho, de ocho de la mañana a once de la noche, con un rato para comer, y hasta los domingos. Los primeros años sin sueldo, solo con propinas, aunque algunas eran tan buenas como las que daba Ceferino Hernández, precisamente el tío de su amigo Domingo, que cada Navidad partía un billete de cien pesetas por la mitad y entregaba una parte a Sito y otra a Carmelo para garantizar que el jefe le daba sus cincuenta pesetas al aprendiz después de pegar ambas mitades.
Cuando empezó a recibir salario pidió los domingos libres para poder jugar al fútbol, aunque hubo una temporada que se suspendió el campeonato porque el campo, el que estaba en la calle Portugal, era impracticable de tanta agua que acumulaba. De ahí pasaron a jugar donde el cementerio viejo, que era casi peor, y más tarde a la Ciudad Deportiva. Aunque a esas alturas ya eran viejos y se metieron a directivos. “Con 25 años ya eras viejo para el fútbol”.
En la barbería de Carmelo le cortaba el pelo al alcalde Ginés de la Hoz, aunque casi no llegaba a la cabeza porque era muy alto. “Pero él quería que lo arreglara yo”, dice Sito, y otros también. “No sé por qué, creo que era porque me conocían del fútbol”.
No toda la clientela era tan distinguida. Era una época difícil y “había mucha miseria”. Más de una vez se tuvo que marchar de la barbería por la cantidad de piojos y de porquería que traía algún cliente. “El agua que había era la de Famara”, dice. No se lavaban las cabezas en la barbería, no había agua para tanto, solo para afeitar y poco más. Un día comiendo, dice Sito, su madre le avisó de que llevaba un piojo en la camisa.
Aunque era un chiquillo, confiaban en él. Había tres patrones de barco, de La Elvira, Marcial y Pepe Arrocha y Rafael López la Gramola, que se iban a Cabo Blanco pero le dejaban el dinero y el encargo de echar la quiniela cada semana: de elegir los resultados y administrar los beneficios, si los había. Y alguna vez caía una de 12.
Había varios tipos de cortes, condicionados por la higiene y por la pobreza. El corte costaba cinco pesetas y el afeitado 2,50. Estaba la moñita, a la moda, a lo alemán y el Amadeo, que era de punta. Y había muchas peluquerías además de la de Carmelo. Entre Sito y Domingo comienzan a hacer memoria. Estaba la de Luis Castro en la calle Pérez Galdós, la de Modesto en las Cuatro Esquinas, Guadalupe en la Plazuela, Negrín en la calle Fajardo, Antonio Corujo en la Calle Real y en el callejón Luis Tresguerras, la de Fermín en la calle José Molina, la de Antonio la Ficha en la calle Cienfuegos y una en la calle Francos al costado del comercio de Manuel de la Cruz.
Sito vivía en la barriada del Carmen y cuando salía de la peluquería, si no coincidía con la gente que salía del cine, cruzaba corriendo el llano, porque no había nada más que un llano, sin casas y sin luces, “del miedo que tenía”, se ríe. Estuvo en esa peluquería hasta que se fue a la mili, a San Fernando.
Cuando volvió le fue a buscar Pepín Tabares, que trabajaba con Antonio Corujo, y de quien aprendió a pelar a navaja: “El mejor que he visto con la navaja”. Allí estuvo una temporada, antes y después de pasar un año en la peluquería del recién inaugurado Arrecife Gran Hotel, donde recuerda que un día le cortó el pelo a Manolo Escobar, que había llegado a la Isla a dar un concierto y que quería comprar una radio para escuchar una final que jugaba el FC Barcelona, que también es el equipo de Sito.
Con Antonio cobraba el setenta por ciento de lo que generaba, y un señor, del que prefiere no decir su nombre, pero que hoy sigue siendo cliente suyo, le dijo que con ese treinta le alcanzaba para pagar el alquiler y los gastos en su propia peluquería. Con 28 años, y ya casado, abrió la barbería en la calle Canalejas, a la que llamó La Única cogiendo el nombre de una que ya había en Las Palmas, aunque todo el mundo siempre ha preferido llamarla por el nombre del peluquero. En esa calle estuvo más de treinta años hasta que la cambió a donde la tiene ahora. “Aquí vienen mis amigos”, dice Sito, que casi siempre elige decir “arreglar” el pelo antes que pelar o cortar.
Aprendió mirando, pero también trabajando mucho a diario
Es una peluquería en la que el número de sillas de barbero excede al de barberos, que abre hasta las dos, pero se va antes si no hay clientes o si tiene otras cosas que hacer, que está llena de fotos de equipos de fútbol y donde no falta el Sport ni el Canarias 7, en una mesilla en la que en otras épocas estuvieron el periódico Falange, El Caso o el ABC. “Había mucha gente que venía solo a leer el periódico”, sentencia Domingo. “Yo he vivido bien”, dice. No se cansa, aunque la profesión pasa factura en las piernas.
La tradición futbolera la recogió su hijo Gustavo, que fue jugador profesional, y ahora una nieta. Con Carmelina tuvo dos hijos más. También comenta el auge actual de las peluquerías, como hace años, y dice que los jóvenes latinos “hacen maravillas”.
Después de que Antonio Corujo dejara de abrir la barbería, Sito ya es el peluquero más veterano en activo en Arrecife. En la peluquería no se habla mucho de política “porque viene gente de todos los partidos”, pero la tertulia de fútbol nunca falla. También se oyen otras cosas. Secretos y confidencias. “Yo sé muchas cosas, no voy a decir lo que oigo aquí, pero la gente habla mucho y cuenta cosas”, asegura.
Comentarios
1 Enrique Dom, 20/08/2023 - 09:45
2 Cliente Dom, 20/08/2023 - 11:07
3 Gurfin Dom, 20/08/2023 - 15:15
4 Antonio del Bar... Dom, 20/08/2023 - 23:55
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