“Lo más importante para un médico es la empatía con el paciente”
El doctor Cejudo, dermatólogo, se jubila del Hospital José Molina Orosa y hace balance de los cambios en la medicina y en su especialidad
A Juan Antonio Pérez Cejudo (Arrecife, 1956) se le daban mejor las letras que las ciencias, pero las posibles salidas laborales le hicieron inclinarse por la carrera de ciencias “que más se parecía a las carreras de letras”. La medicina “combinaba la humanidad, la sociología, la empatía, tiene algo de psicología...”, dice.
Lo de la dermatología vino después. En la carrera le gustó esa asignatura porque “tocaba todos los campos”. Inició los cursos de doctorado en 1985, la primera vez que se hacían en Lanzarote, con Rafael García Montelongo, uno de sus referentes. Cejudo, como se le conoce popularmente, hacía sustituciones en atención primaria en la Isla, como médico general y asistía como voluntario en medicina interna. Fue un internista, Ángel Sierra Vela, con quien hacía prácticas en la antigua Casa del Mar, el que le animó a comenzar una especialidad. “Solo salían 17 dermatólogos al año en España”, señala, así que consiguió una beca de la agregaduría cultural del Ministerio de Exteriores, y se fue a Buenos Aires, donde permaneció casi cuatro años.
“Me decía don Rafael García Montelongo que la dermatología era la parte más externa dentro de la medicina interna”, afirma. “No hay ninguna enfermedad que no produzca su manifestación en la piel”. De hecho, muchas de ellas se pueden diagnosticar a través de la piel: la diabetes, la hipertensión o las enfermedades renales... “En muchas ocasiones, a través de la piel, hemos hecho diagnósticos que el internista no había podido hacer”.
Se acaba de jubilar después de casi cuarenta años en activo, aunque seguirá pasando consulta privada en la calle Triana, en la misma casa donde se crio. Hace balance de cuáles son los aspectos esenciales para ejercer la medicina: “Creo que lo más importante para el médico es la empatía, tendríamos que darle mucha importancia, entendiendo la implicación con el paciente, ver la enfermedad como algo que te está pasando propiamente a ti, no tratar al paciente como a un número”. Y cree que actualmente hay impedimentos para conseguir ese objetivo: “Ahora hay una masificación que produce que al paciente no se le trate de una forma digna -señala- y que la implicación de la relación entre médico y paciente no sea la correcta. En Atención primaria estaban luchando los médicos para que se les diera diez minutos por cada paciente...”
Cuando comenzó la carrera, junto a él, en una España en plena transición “que era un polvorín con una inflación del 28 por ciento anual”, recuerda, había “una avalancha” de estudiantes que querían ser médicos, mientras que ahora “hay que buscarlos con lupa”. No es lo único que ha cambiado en todo este tiempo.
“¿La especialidad se parece en algo ahora en el año 2024 a lo que era en los años 80?”. “No -responde-, ha cambiado muchísimo”. Cejudo explica el nacimiento y evolución de esta especialidad. Al principio, “aunque eso no lo viví yo”, la especialidad consistía fundamentalmente en el ingreso del paciente. Fue la sífilis la que provocó el nacimiento de la dermatología, con pabellones enteros de hospitales dedicados a esta enfermedad. Después se empiezan a utilizar los antibióticos y la sífilis ya no necesitaba tantos ingresos. Había otra enfermedad que sí los necesitaba y que aún hoy, aunque es marginal, persiste: la lepra. Cejudo recuerda que había sanatorios especializados, como el de Alicante o incluso en Las Palmas de Gran Canaria y en Tenerife “hasta entrados los años 80”.
“No hay ninguna enfermedad que no produzca su manifestación en la piel”
Después, la especialidad fue cambiando y se empezó a centrar más en las consultas externas. “Luego nos hemos dedicado más a la oncología porque las enfermedades infecciosas han ido a menos”. Y también ha habido una irrupción de la estética. “Decía Ivo Pitanguy, el creador de la cirugía plástica, que hay que encontrarse bien con uno mismo”, señala Cejudo.
Aunque las cosas tampoco cambian tanto. Hay enfermedades que parecen olvidadas y de repente se hacen un hueco, como la sarna, de la que se vivió un brote, también en la Isla, después de la pandemia. Y además era un tipo de sarna que no respondía a los tratamientos habituales: ni a la permetrina ni a la ivermectina. “Ahora ya ha disminuido pero fue terrible, tuvimos que recurrir para combatirla a tratamientos antiguos como el precipitado de azufre”.
“Todos los días encontramos sorpresas, casos muy infrecuentes y enfermedades raras -señala el doctor-, tanto en tumores como en lesiones sistémicas”. Es ahí cuando entra en juego la intuición o la experiencia, aunque Cejudo se pregunta que a qué llamamos experiencia. “Llamamos experiencia a los errores que hemos cometido y nos hemos dado cuenta y hacemos propósito de enmienda de no cometer más”. Y añade: “También hay errores que son malos, los de aquellas personas que los cometen y no se dan cuenta, esos son los peores”.
La piel
La piel de los lanzaroteños “está más adaptada a vivir al medio que vivimos, sobre todo a la exposición solar”. La piel no ha cambiado tanto, pero sí lo ha hecho la configuración social y las costumbres. Por un lado, los pacientes son distintos porque la sociedad es distinta. “Hemos ido hacia una sociedad multirracial y multicultural, y por ejemplo, los ingleses no están tan adaptados a este sol y tienen más problemas de piel que la población autóctona, mientras que personas de otros países, como los colombianos, tienen menos problemas de este tipo.
“Llamamos experiencia a los errores de los que nos hemos dado cuenta”
“La gente de Lanzarote, la población que nos precedió, tenía una cultura importante hacia el sol”, señala Cejudo. Era común que se utilizara sombrero y que la gente se protegiera del sol. “Nadie quería la costa, estaba totalmente desértica, las tierras no valían nada y estar moreno estaba muy mal visto”. A partir de los años sesenta todo cambia: se comienza a disfrutar de la playa y de la exposición solar. “Este tipo de cultura también tiene sus desventajas porque hay más exposición al sol, piel más envejecida y más cáncer cutáneo. Además, se nota el cambio climático, que creo que está influyendo bastante: uno antes iba a la playa y estaba toda la mañana y no pasaba nada y ahora vas una hora y vienes rojo. Tenemos que disfrutar pero sin abusar, hacer un uso racional, porque el sol tiene sus ventajas, por la vitamina D y está demostrado que una exposición al sol moderada alarga la vida”. También está demostrado que son los primeros veinte años de vida de una persona los que marcan la salud de su piel.
Cambio
En la época en que se vivía de la agricultura y de la pesca también había una parte de la población muy expuesta al sol. Los pescadores han tenido muchos problemas de cáncer cutáneo. “Han sido muy frecuentes en nuestros pescadores y en nuestros agricultores”. Y la exposición al sol genera una piel envejecida, con queratosis solares. “La gente quiere disfrutar de la exposición al sol, quiere disfrutar de la playa, quiere disfrutar del aire libre, pero también quiere tener un cutis adecuado, y por eso la estética se ha revolucionado”, asegura. “Hay personas mayores que dicen: déjala quieta, que bastante tiempo me ha costado conseguirla, pero a las personas de 50 o 60 años les gusta tener otra juventud y no quieren envejecer”.
Cejudo recuerda lo que decía el escritor Ramón Pérez de Ayala: “Morirme me importa un pimiento, pero lo que no quiero es envejecer”. Murió, por cierto, unos días antes de cumplir los 82 años. “Hoy tenemos tratamientos para mejorar esa piel envejecida, pero lo más adecuado sigue siendo la prevención”, añade.
Cáncer
Pero quizás lo que más le ha llamado la atención es la frecuencia tan alta de los tumores cutáneos. Dice que el cáncer basocelular es hoy el más frecuente, ha crecido muchísimo su incidencia. “Yo diría que la gran mayoría de las personas vamos a tener este tipo de cáncer por esta moda de exposición solar, lo que pasa es que tiene una baja mortalidad”, resalta, al contrario que el cáncer espinocelular, que es más agresivo. “Hay que tener un poquito más de cuidado, pero son tumores que con un diagnóstico precoz son bastante controlables”.
También dice que el melanoma ha aumentado muchísimo y que provoca muy fácilmente metástasis, por lo que es necesario hacer un diagnóstico muy precoz: “Hacemos anualmente una campaña que se llama el euromelanoma para tratar de detectar unas manchitas muy silenciosas, que es un tumor que produce metástasis, y hasta hace poco no teníamos ningún tratamiento del melanoma metastásico, que era considerado sinónimo de muerte, pero desde 2011, con los avances tecnológicos de la medicina, con la aparición de la inmunoterapia, le hemos dado una respuesta y hoy tenemos pacientes con melanoma metastásica con una supervivencia de hasta 10 y 12 años y con una calidad de vida muy aceptable”, concluye el doctor Cejudo.
Comentarios
1 Paciente Vie, 14/06/2024 - 09:35
2 Equipos Vie, 14/06/2024 - 17:09
3 Anónimo Dom, 16/06/2024 - 10:59
4 César Dom, 16/06/2024 - 12:12
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