Miguel de la Hoz, exfutbolista y entrenador, cuenta su batalla personal contra el consumo de sustancias: “Intentaba evadirme de los problemas y lo que hacía era empeorarlos”
“La mejor decisión de mi vida fue pedir ayuda cuando estaba al límite”
Miguel de la Hoz, exfutbolista y entrenador, cuenta su batalla personal contra el consumo de sustancias: “Intentaba evadirme de los problemas y lo que hacía era empeorarlos”
Miguel de la Hoz debutó en el primer equipo de la UD Lanzarote con 16 años. Con el conjunto rojillo hizo historia al clasificarse por primera vez para la liguilla de ascenso y, en la temporada siguiente, subir a Segunda División B. De la Hoz jugó al fútbol también fuera de la Isla y después se convirtió en entrenador. Su partido más importante lo juega ahora, en la comunidad terapéutica de Zonzamas, que depende de la Unidad de Adicciones de Lanzarote. “Creo que la mejor decisión que he tomado en mi vida es la de pedir ayuda cuando estaba al límite, en todos los aspectos”, señala Miguel en una entrevista que ha contestado a mano y que ha hecho llegar a Diario de Lanzarote para que su ejemplo pueda ayudar a personas que tienen problemas con el consumo de sustancias.
No tiene teléfono móvil y sus salidas del centro se reducen a un día a la semana. Quienes le conocen aseguran que “sus amigos se están volcando” con Miguel. En su perfil en Facebook, las últimas entradas, de mediados de febrero, son mensajes de agradecimiento y una despedida temporal: “Nos vemos a la vuelta”. “Las circunstancias que me llevaron a tomar esa iniciativa”, la de ingresar en la unidad de Zonzamas, “fueron que estaba muy mal”, con “ansiedad, estrés, lleno de rabia” y “frustrado”, explica Miguel. Recurría “cada vez más a menudo” al consumo de sustancias para intentar evadirse de los problemas “y lo que hacía era empeorarlos y agudizarlos más”. “Lo que conseguía era hacerme daño a mí mismo y, sobre todo, a la gente que me quiere de verdad, mi familia”, admite.
En la actualidad, Miguel dice que se encuentra “fenomenal”. “La verdad”, reconoce, es que “no es fácil” dar el paso e iniciar un tratamiento para superar las adiciones. “Lo primero que he hecho”, explica, “es perdonarme a mí mismo”. “Dejar las sustancias ha sido relativamente fácil, lo difícil es conseguir cambiar muchas actitudes y hábitos”, destaca. Está aprendiendo a utilizar una serie de “herramientas” para cambiar su conducta, con la ayuda de educadores, psicólogos y los propios residentes en el centro. El objetivo, señala, es que cuando salga “a la vida verdadera” no vuelva “a lo mismo” y “saber que hay un montón de caminos que te llevan al bienestar y a sentirse rehabilitado”.
A Miguel, el programa terapéutico le genera “amplitud de conocimiento” y, “lo más importante”, ser consciente del problema que tiene con el consumo de sustancias y la “repercusión negativa” que provoca, tanto en él como en sus seres queridos. “La base es empezar a conocerme a mí mismo” y, después, aceptarse, con sus “carencias y virtudes”, para enfrentarse “a las situaciones adversas” que se presentan en la vida. Su meta es poder integrarse “en la sociedad como uno más” y sentirse “útil”.
Durante toda su vida, Miguel de la Hoz ha estado vinculado al deporte y a la competición. “El deporte es mi vida y siempre lo será”, dice, pero también matiza que “todo en exceso es malo”, y distingue entre el “estrés positivo”, el que te hace disfrutar de cada momento, y el “negativo”, el que ejerce la presión de querer “ser el mejor siempre”. “Eso no lo quiero en mi vida”, dice Miguel, que se refiere en varias ocasiones en la entrevista a la “frustración”, una sensación peligrosa.
“Desde muy joven ya ganaba dinero y era prepotente, nada humilde, y creo que a veces no fui un gran compañero, como se deber ser en la vida y en un deporte colectivo”, reconoce el exfutbolista. Echando la vista atrás, apunta que empezó “a ganar más dinero” y a coquetear con “el mundo de las sustancias”. “Aparecía gente de debajo de las piedras que solo te quería para lo que te quería”, dice Miguel, que apunta a que en su vida había “muchas fiestas” y que también perdió “muchos valores” que su padre le había inculcado.
Miguel ha hecho llegar a Diario de Lanzarote una entrevista manuscrita.
Evitar el precipicio
En el día a día, afronta “muchas dificultades”, pero intenta “darle la vuelta” con “buena actitud” e intentando “olvidar los pensamientos negativos”. “La verdad es que lo peor que llevo es estar separado de mi hija, pero sé que haciendo este programa y cambiando las actitudes del pasado, ella estará orgullosa de su padre”, se sincera. “No se puede estar siempre caminando por el precipicio porque te acabas cayendo, hay que estar en tierra firme”, aconseja.
“Lo importante fuera es no olvidarme de quién soy y de quién fui”
Miguel dice que se toma la vida “sin prisas” y añade que “darle más vueltas a lo que ha pasado, o lo que pueda pasar, no tiene sentido”. Asegura que lo más importante es aceptar los vaivenes “con humildad, respeto” y “asertividad”. También relativiza sobre el futuro: “Los proyectos [personales] deben ser siempre a corto plazo, trabajar día a día en metas muy cortas”. Eso sí, tiene claro que debe aprender de la experiencia: “Lo más importante cuando salga del centro terapéutico es no olvidarme de quién soy y de quién fui”.
En la entrevista, se le pregunta qué le diría a quienes estén pasando por una situación similar. “Les podría decir muchas cosas. En primer lugar, que pidan ayuda si la necesitan. En segundo lugar, que no les dé vergüenza venir a un centro terapéutico. Porque soy sincero, es duro, pero vale la pena; lo difícil cuesta más, pero la satisfacción es mayor”. Entrar en un programa terapéutico no significa “sentirse un fracasado”. “El fracaso existe cuando no lo intentas”, añade. El premio es acostarte “con la mente en paz” y levantarte “con ganas de comerte el mundo”. “Aquí se viene a dejar las sustancias, pero lo más importante es tener la actitud necesaria para ni pensar en ellas”, sentencia.
Comentarios
1 Vecino Sáb, 04/06/2022 - 13:39
Añadir nuevo comentario