La cerámica de El Mojón cruza La Bocaina
Fragmentos de loza en yacimientos de Fuerteventura abren la hipótesis de una posible relación comercial en el pasado entre las dos islas orientales
Durante la elaboración de la carta arqueológica de Fuerteventura, los arqueólogos encontraron, en yacimientos de la Isla, fragmentos de cerámica de El Mojón, un tipo de cerámica tradicional pintada, elaborada en Lanzarote desde el siglo XVI. Se guardó en cajas hasta que los encargados de realizar el inventario de los fondos del Museo Arqueológico de Betancuria se percataron de su importancia. Ahora, una nueva generación de arqueólogos sigue la pista de estos fragmentos en busca de conexiones entre los dos lados de La Bocaina.
Sobre una mesa de los almacenes del Museo Arqueológico de Fuerteventura (MAF) hay colocados varios trozos de cerámica de El Mojón. En unas horas, el público descubrirá la historia de estos fragmentos durante el primer encuentro del ciclo Erbania, organizado por el museo para difundir las últimas publicaciones acerca de las culturas indígenas canarias además de dar a conocer los fondos que custodia el museo.
Jesús Cáceres es licenciado en Historia con máster en Gestión del Patrimonio Cultural y el encargado de dar las explicaciones. Es uno de los autores, junto a los investigadores Toño Armas Acuña, José Farray Barreto, José Ángel Hernández Marrero, Antonio Manuel Jiménez Medina, Pedro Carmelo Quintana Andrés y Juan Manuel Zamora Maldonado, del libro La loza pintada de El Mojón. Estudio histórico, etnográfico y arqueológico, editado por la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias.
Horas antes de iniciar el acto, el arqueólogo explica que la cerámica de El Mojón se caracteriza por estar realizada con una tierra llamada tegue, de color blanquecino y de origen calichoso, que se encuentra tanto en la isla de Lanzarote como en la de Fuerteventura. El tegue dota a la pieza de una capa ligeramente impermeable que le proporciona diferentes tonos, desde colores crema a anaranjados. Sobre esa capa, las loceras pintaron con almagre motivos vegetales, geométricos y de animales como gallos, gallinas, burros... e incluso, las iniciales de las personas que compran la pieza.
Apreciada y reconocida
La cerámica de El Mojón abarca cronológicamente desde el siglo XVI hasta mediados del XX y llegó a ser “muy apreciada y reconocida en Lanzarote”, dice este investigador. El hecho de que se pudiera comprar personalizada jugaba a su favor. Por ejemplo, si una hija se iba a casar y se le antojaba que llevara sus iniciales o algún dibujo concreto, las loceras de El Mojón eran capaces de cumplir su deseo.
También parece que interesó a René Verneau, durante su visita a Lanzarote en el siglo XIX. En su crónica escribe sobre ella: “Se le da forma con las manos y después de que se seca un poco se alisa con la ayuda de una piedra; decoran sus productos con dibujos pintados al ocre. Normalmente estos dibujos representan plantas y, a veces, pájaros. No es necesario decir que son de una ingenuidad tal que a veces uno se pregunta si se trata de un vegetal o de un animal”. El antropólogo francés fue obsequiado en Lanzarote con algunas piezas que hoy pueden verse en el Musée du Quai Branly, en París.
Se han encontrado fragmentos en yacimientos de Lajares y en La Culata, en Tetir
Cáceres explica que existen varios registros de loceros que se establecen en El Mojón, también en el pueblo desaparecido de Taiga, en Teseguite y toda la zona norte de Teguise con estas mismas características. “Por los indicios que tenemos ahora mismo, creemos que tiene que haber algún otro taller más en la Isla. Estamos empezando a abrir una nueva investigación en la zona de Las Breñas porque creemos que allí también hay un alfar”, apunta el arqueólogo.
La cerámica de El Mojón estaba realizada por mujeres. Sobre los hombres recaía la tarea de ir a buscar el barro y preparar la masa, pero “las que hacían las piezas y las pintaban eran las mujeres”, aclara. Cáceres explica cómo en el archivo de Teguise solo aparece hasta el siglo XVIII nombrada una mujer, Sebastiana Perdomo, que figura como su profesión la de locera. “Todas las demás, que sabemos que eran loceras, están recogidas como amas de casa o personal de labranza. Era un complemento a la propia economía familiar”, explica.
De las manos de las loceras de El Mojón salieron todo tipo de piezas. En los registros arqueológicos han aparecido platos, amasaderas, bernegales, lebrillos e, incluso, hay referenciadas una cuchara y una escupidera.
La técnica que se aplica a la cerámica de El Mojón, posiblemente, tenga su raíz en la zona del Rif, en el norte de África, aunque también tiene connotaciones con la cerámica de Talavera por lo que “estamos en un gran marco global del norte de África, Lanzarote y todo lo que es el sur y levante español”, recalca el especialista.
En 1984 los arqueólogos que pateaban Fuerteventura inventariando sus yacimientos arqueológicos encontraron restos de cerámica de El Mojón. En aquel momento, debieron preguntarse qué hacía ese tipo de cerámica en la Isla, pero la duda no debió ir más allá.
Puede que llegara con las familias que arribaron tras la erupción de Timanfaya
“No tenemos una referencia estandarizada de que en Fuerteventura se estuviera haciendo este tipo de cerámica”, apunta Cáceres. Los estudios históricos sí han podido documentar flujos migratorios desde Lanzarote a Fuerteventura coincidiendo con las erupciones volcánicas de Timanfaya, entre 1730 y 1736. Muchas familias de Lanzarote se quedaron en la zona de La Oliva, en los alrededores de la Casa de los Coroneles, como medianeros de la familia Manrique de Lara, propietaria de la vivienda.
“Esa gente traería sus propios ajuares. Tampoco descartamos que hubiera un comercio entre una y otra isla de piezas puntuales que fueran reclamadas por la gente emigrada de Lanzarote a Fuerteventura”, plantea.
De momento, no se sabe si antes del siglo XVIII hubo cerámica de El Mojón en Fuerteventura, “pero sí sabemos que, a partir del siglo XVIII, estos fragmentos se van a ir encontrando dentro de la Isla”.
160 fragmentos
Cáceres explica cómo los 160 fragmentos que albergan los fondos del Museo Arqueológico de Fuerteventura se encuentran “descontextualizados”, pero posiblemente se correspondan con la zona norte de la Isla. También se han encontrado restos en el yacimiento de La Culata, en Tetir.
A simple vista, y para ojos poco entendidos en arqueología, resulta difícil saber a qué se corresponden los restos que almacena el museo. El especialista aclara que se trata de fragmentos de vajilla; también hay un asa de una pieza mucho mayor como si fuera de una olla, un borde que puede relacionarse con una pequeña amasadera... En definitiva, despeja, “piezas relacionadas con la vida cotidiana de las familias que estuvieron aquí habitando”.
Se localizaron restos de loza en la zona de La Costilla, en Lajares
En 2020, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias financió un estudio sobre la cerámica de El Mojón, que, entre otras cosas, contemplaba prospecciones en las islas de Lanzarote, La Graciosa y Fuerteventura. En el caso de esta última, localizaron restos en la zona de La Costilla, en Lajares, y algún resto en las inmediaciones de la Casa de los Coroneles.
De momento, no se ha documentado ningún centro locero en Fuerteventura. “No se descarta que aparezca un taller, pero de momento no hay constancia”, señala el arqueólogo.
A partir de los hallazgos de cerámica de El Mojón en Fuerteventura se abre la puerta a futuras investigaciones. “La línea de investigación se centra en estudiar el sur de Lanzarote y ver si hay un alfar en el que se estuviera haciendo este tipo de cerámica. Lo siguiente es ver si los fragmentos concuerdan con los que hay en Fuerteventura”, señala.
“Estamos en un ámbito en el que tanto para Fuerteventura como para Lanzarote tenemos que pensar como una sola isla, un solo conjunto porque si seguimos pensando que Lanzarote y Fuerteventura funcionan como dos entes diferentes estamos cometiendo el error de separar el conjunto arqueológico. Las cosas son mucho más fluidas entre las dos islas que lo que podemos pensar”, indica.
“No se descarta que aparezca un taller, pero de momento no hay constancia”
En el ámbito de la arqueología canaria, la cerámica tradicional ha sido uno de los patitos feos. “Es una de las cerámicas más interesantes, pero ha sido de las olvidadas”, lamenta.
Cáceres sugiere que el motivo se debe a que en las islas no capitalinas los estudios “han sido más dilatados en el tiempo. No se ha estudiado tanto”. Sin embargo, añade esperanzado, “ahora mismo se está poniendo el punto de partida y alzando la voz tanto en Lanzarote como en Fuerteventura. Tenemos una cerámica de producción, ahora mismo de Lanzarote, que tiene una relevancia dentro del conjunto de Canarias”.
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