Está convocada para el sábado 20 de abril. Inicialmente iba a ser solo en Tenerife, pero ya se han sumado tres islas más, las más turísticas. La última ha sido Lanzarote, que esperará a los manifestantes ese mismo día a las 12 de la mañana en el Quiosco de la Música de Arrecife. El lema de la convocatoria es ‘Canarias tiene un límite. ¡Por un cambio de Modelo!’. En la Isla, hasta ahora, solo la ha apoyado entre los partidos Lanzarote en Pie, mientras que en Tenerife la convocan una decena de organizaciones, desde la plataforma Salvar La Tejita, la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN), la Coordinadora El Rincón o la Fundación Telesforo Bravo-Juan Coello, entre otras.

El toque de atención es contra la masificación y sus efectos. No es nada nuevo en Lanzarote, donde ya se hizo una manifestación en 2002 bajo el lema ‘Ni una cama más’. En aquella fecha, Lanzarote tenía unos 110.000 habitantes, llegaron ese año 1,8 millones de turistas y había 60.000 camas turísticas. En 2023, según los datos de Frontur, la cifra es de casi 3,2 millones de turistas, la mayor que se ha registrado nunca, por delante del año 2017, sin contar el medio millón de cruceristas que llegaron a Los Mármoles. Se acaba de abrir el hotel más grande de la Isla y hay varios proyectos en cola, además de que el número de plazas turísticas ha crecido hasta 65.000, a las que hay que sumar otras 28.000 plazas de alquiler vacacional. La población también ha aumentado, hasta los 159.000 habitantes.

Los tiempos han cambiado y la masificación se capta y se difunde ahora a través de los teléfonos más que con las cifras. En la Isla se pueden ver lugares llenos de gente y de coches, que hasta hace poco eran desconocidos o poco transitados, como Las Grietas, Caldera Blanca o el Volcán del Cuervo, además de colas en Timanfaya, en las paradas de taxis, en el aeropuerto o en otros sitios turísticos, por no hablar de los espontáneos que aparecen en cualquier lugar, esté o no permitido el paso. Muchos síntomas distintos para una sola dolencia.

Una de las últimas referencias sobre la masificación y sus efectos tiene que ver con el anuncio por parte de la anterior presidenta del Cabildo, Loli Corujo, de nombrar a la Isla como turísticamente saturada. Corujo lo hizo al final de su mandato como una declaración de intenciones, más que como un proyecto político. En aquella comparecencia destacó también el crecimiento del parque de vehículos (de 95.000 en el año 2005 a 137.000 en 2022), el consumo de agua potable, que ha aumentado en un 20 por ciento en 12 años y la densidad turística, que ha pasado de 70,1 plazas por kilómetro cuadrado en 2001 a 201 plazas. Sobre La Graciosa, basta con dos datos: recibió en su puerto más de medio millón de pasajeros, según las últimas estadísticas, y tiene 170 viviendas vacacionales con 633 plazas, casi una por habitante.

En definitiva, todo ha aumentado: más población, más turistas, más coches, mayor gasto de energía, de territorio, de agua, más residuos... El resultado de la ecuación prometida debería ser el aumento de la calidad de vida de los habitantes, pero hay una gran parte que se está quedando fuera de esa ecuación. Aunque se redujo en 2023, el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social en Canarias es de más de un tercio de sus habitantes. En el caso de Lanzarote, si se toma como referencia el año 2001, cuando finalizó el último gran crecimiento de Playa Blanca, anunciado como una inversión beneficiosa para la población, el porcentaje de ciudadanos bajo el umbral de la pobreza se duplicó entre ese año y el año 2018, pasando del 9 al 18 por ciento.

Convocatoria

En la convocatoria de la manifestación se habla de unir “a toda la ciudadanía de Lanzarote que está preocupada por la masificación turística y por sus efectos en el territorio, los servicios públicos, el paisaje, la biodiversidad y la calidad de vida de las personas”. Entre los argumentos del colapso se fijan la “imposibilidad de acceder a una vivienda”, el “colapso del sistema de gestión de residuos”, la “falta de agua para consumo y el sector agrícola”, unos “servicios sanitarios colapsados, pérdida de calidad de vida, espacios protegidos masificados afectados por delitos e infracciones ambientales y pérdida de biodiversidad”. Es una buena colección de argumentos.

Coches aparcados en Las Grietas. 

La manifestación es el 20 de abril a las 12 de la mañana en Arrecife

Que la Isla sigue creciendo no conlleva mucha discusión. La respuesta sobre si el efecto de ese crecimiento es más positivo que negativo depende de a quién se le pregunte. Hay unas cuantas preguntas, de momento, sin respuesta: para qué, hasta cuándo y qué alternativas hay. La cuestión central, como suele ser habitual, no está tanto en la creación de la riqueza, sino en su reparto. El crecimiento del turismo, que ejercen cientos de operadores privados, influye decisivamente en la necesidad de inversión pública, que siempre va a remolque. Pero hay un desfase: los beneficios de la industria turística no se reflejan en los presupuestos públicos. La tarifa media diaria en hoteles y apartamentos subió casi un 10 por ciento en un año, pero el sector hotelero se muestra en contra de una ecotasa, que podría suponer un coste menor para el turista que esa subida.

Esto se ha visto en la Isla con cuestiones básicas: la carencia de centros educativos en Playa Blanca o Costa Teguise o las listas de espera sanitarias. La población flotante diaria en Lanzarote es de casi la mitad de sus tarjetas sanitarias. Muchos de ellos ocupan plazas en las urgencias o en los quirófanos. Tan solo en una ocasión, en 2017, se hizo público el gasto destinado en el Área de Salud de Lanzarote a la atención a terceros. Eran nueve millones, que pagan los turistas o sus seguros médicos, y que no vuelven ni a la sanidad lanzaroteña ni a la Isla. Se pagan al Estado y este a su vez al Gobierno canario, pero no tienen carácter finalista. Canarias destina 1.515 euros por habitante en gasto sanitario al año. Es la sexta comunidad que menos dinero dedica. Los turistas, ni salen en la estadística ni computan para las necesidades de inversión.

Indicadores

Si crece el turismo, crecen todos los indicadores y la huella ecológica: el consumo energético, del que solo el 10 por ciento viene de fuentes renovables o el agua, que se ha privatizado y se pierden casi seis litros de cada 10 que se desalan. Para equilibrar la situación, hacen falta unos 150 millones de euros y no parece que Canal Gestión esté dispuesta a asumir ese coste. La cuestión es que los cortes no afectan a las zonas turísticas, pero sí a las zonas rurales. No hay mucho secreto para esto. El agua industrial y turística se factura a 2,91 euros desde el primer metro cúbico. Para pagar ese precio con el agua doméstica hay que gastar más de 30 toneladas. Además, mientras que el residente tiene un consumo aproximado de unos 150 litros por día, un turista gasta entre 300 y 800, según un estudio de la Organización Mundial de la Salud. 

El encarecimiento de la vivienda se ha agudizado en los últimos años.

Si crece el turismo, crecen todos los indicadores y la huella ecológica

En 2023, el turismo en Lanzarote generó, por primera vez, 3.500 millones de euros, más del doble que hace 10 años. Hay más de 72.000 personas trabajando, también más que nunca. Los sindicatos ahora no hablan del paro sino de las condiciones laborales: contratos a tiempo parcial cuya jornada se alarga y mucha carga de trabajo. La ocupación hotelera subió cinco puntos, hasta el 84 por ciento. Los hoteles están llenos, pero con 20 puntos más de ocupación tienen casi la misma plantilla. La carga de trabajo, la escasez de vivienda y su alto coste, el transporte público deficiente y el alto coste de la gasolina, hacen que haya trabajos muy poco atractivos. Los sueldos del sector servicios, por otro lado, no van a equipararse a los de la industria.

El alquiler vacacional no es el causante de la situación del mercado inmobiliario, pero le ha dado la puntilla. Un residente no puede competir en precio con un turista que puede pagar en 10 días el alquiler de un mes. Si el mercado se globaliza, sale perdiendo el residente. Algo parecido pasa con el consumo. Hace 20 años, la modalidad del todo incluido era una amenaza al turismo local, porque el turista no gastaba fuera del hotel. Ahora, el turista sale tanto que hasta compra en los supermercados e influye en el coste de la cesta de la compra, como ha influido en el coste del vino, que se ha convertido en un artículo de lujo.   

Y en el capítulo de inconvenientes menos tangibles, está el hecho de llegar a la playa de Famara y no poder aparcar, de no encontrar mesa para comer donde antes no había que reservar, de salir al campo y saludar cada 10 metros o de no querer ir a ciertos sitios para evitar todo esto y para no tener que pensar cómo era antes de su transformación.