LA MEMORIA DE LOS CENTROS

Los Jameos del Agua, un gigante escondido

Es una de las mejores intervenciones de César Manrique y la que tardó más años en ser terminada, aunque a veces la obra se integra tanto en el entorno que es casi imperceptible

Mario Ferrer 0 COMENTARIOS 23/07/2022 - 09:04

Durante más de una década se estuvo trabajando en Los Jameos del Agua hasta darle su configuración definitiva, pero aun así, su fisonomía siguió viviendo variaciones y hasta hoy en día se está cambiando la Casa de los Volcanes, en su parte superior. Años de cuadrillas yendo de un lado a otro, a las órdenes de César Manrique y su equipo. Muchas horas de trabajo cuidadoso y muy artesanal, de recurrir a trucos manuales porque no se podía usar maquinaria pesada y, sobre todo, porque Manrique estaba obsesionado con integrarse en la misma piel de la roca.

Años después, Manrique lo dejo escrito de forma muy clara: “Tenemos que recoger y aprender de nuestro propio medio para crear, sin tener que partir de ninguna idea establecida. Ésta ha sido la razón fundamental que ha reforzado la personalidad de Lanzarote. No tenemos que copiar a nadie. Que vengan a copiarnos”.

A pesar de lo larga y faraónica que fue la intervención, Los Jameos del Agua ilustran la capacidad de Manrique de mimetizar lo realizado por la mano del hombre con lo propio de la peculiar geología del lugar, tanto, que hay zonas en las que cuesta reconocer dónde paró la actuación plástica de Manrique o dónde es solo la naturaleza lo que uno está observando.

Esta rica combinación de paisaje y creación cultural ofrece múltiples y sugerentes lecturas: vulcanología, jardinería, diseño, influencias del arte pop o del land art, endemismos animales, mobiliario... Arte y naturaleza se fusionan en una obra total que llama directamente al disfrute de los sentidos en la visita.

Uno de los grandes valores de Los Jameos es que fue la primera gran intervención de Manrique en lo que luego se conocería como la red de los Centros de Arte, Cultura y Turismo. César había estado pendiente de lo que el maestro artístico Jesús Soto realizaba en la Cueva de los Verdes desde 1962, mientras José Ramírez, el presidente del Cabildo que impulsó todo el programa, le había reclamado más colaboración, pero, a mediados de los sesenta, cuando se empieza a intervenir en Los Jameos, Manrique todavía vivía en Estados Unidos, volcado en su obra pictórica y en su exitosa promoción internacional. Parte de la responsabilidad de la vuelta de César a Lanzarote recae en Los Jameos.

El artista lanzaroteño, para asombro de muchos de sus coetáneos, vio grandes posibilidades artísticas de un espacio subterráneo que apenas había sido usado como merendero y que estaba en mal estado de conservación. Debido a la complejidad del espacio y de las propuestas estéticas, la obra se prolongó durante años, aunque su apertura oficial fue en 1966, con la adecuación de la primera parte, en donde el papel de Jesús Soto y Luis Morales fue clave. Inicialmente se ideó como centro residencial turístico y de ocio nocturno, debido a la escasa oferta que tenía la Isla en ese momento, pero pronto se descartó la idea del complejo alojativo y el conjunto se reconvirtió hacia un uso más cultural y científico.

Jameo

El término ‘jameo’ proviene de los pobladores originarios de Canarias y hace referencia a la zona abierta de un tubo volcánico subterráneo que tras el derrumbe del techo deja una oquedad circular que da acceso a la cueva. Desde el Volcán de la Corona se extiende uno de los tubos volcánicos más largos y atractivos del planeta para expertos en volcanología y espeleología. Este tubo volcánico incluye el denominado ‘Túnel de la Atlántida’, que se inicia en el ‘Jameo chico’ de Los Jameos del Agua, para adentrarse varios kilómetros en el océano Atlántico.

En varias secciones de este tubo volcánico que nace en el Volcán de la Corona se pueden observar jameos y en dos de estas ventanas al interior de la tierra se ha habilitado la visita, una de ellas es La Cueva de los Verdes y la otra es Los Jameos del Agua, que tiene esta denominación porque posee un lago interior, regulado por el océano, ya que se encuentra bajo el nivel del mar.

El auditorio es una de las maravillas de Los Jameos.

En Jameos se han logrado soluciones insólitas y elocuentes que realzan su belleza

No obstante, hay que tener en cuenta que el topónimo ‘Los Jameos del Agua’ engloba a jameos distintos, que se fueron adecuando en distintas fases: el primero, tras la entrada, es el llamado ‘Jameo chico’, el más pequeño y el que da acceso al magnético espacio subterráneo que cautiva al visitante nada más asomarse. Las primeras obras datan de 1963 y culminan en 1966.

Desde el ‘Jameo chico’ se llega al impresionante lago interior, que conforma un espacio de disfrute estético y reflexión ante las capacidades de la naturaleza volcánica. El visitante atraviesa la laguna por una vereda habilitada en un lateral y sube hasta el ‘Jameo grande’. El Jameo grande es una apertura mayor de la cueva donde están la piscina y las zonas ajardinadas, espacios donde los genuinos detalles ornamentísticos, en sintonía con la naturaleza, crean un escenario muy singular. Este jameo se inauguró más tarde y conllevó una gran carga de trabajo por sus dimensiones.

En la parte final, en el denominado ‘Jameo redondo’ o ‘Jameo de la cazuela’, está el auditorio, espacio marcado por su gran pureza de líneas y que se inauguró en los años setenta, dando por terminada la estructura principal del complejo.

Finalmente, desde el Jameo grande, una llamativa escalera helicoidal permite subir a la planta superior, donde inicialmente iba a ir un complejo de apartamentos y posteriormente se crearon varios espacios de restauración.

Además, en 1987, bajo la dirección artística de Jesús Soto, se abrió el centro científico de la Casa de los Volcanes, que ahora se está renovando, en un paso más en la definición de la oferta de Los Jameos del Agua.

Los Jameos del Agua están acogidos a varias figuras de protección medioambiental por sus valores geológicos y biológicos: por un lado, están dentro del Monumento Natural del Malpaís de la Corona, y por otro lado, ha sido declarado Sitio de Interés Científico. El lago de Los Jameos del Agua destaca por poseer más de una docena de especies endémicas. La más emblemática es la de los pequeños cangrejos ciegos de color blanquecino que se pueden ver en el interior del lago y que son el símbolo del centro, convertido en escultura por Manrique en la entrada del recinto.

Como otros Centros de Arte, Cultura y Turismo de Lanzarote, Los Jameos del Agua tienen gran cantidad de flora autóctona (helechos, palmeras, tabaibas, etcétera), convirtiéndose en uno de sus mayores atractivos decorativos. De hecho, sus espacios ajardinados han sido declarados Bien de Interés Cultural en la categoría de Jardín Histórico.

Artesanal

Una de las peculiaridades poco conocidas de la creación de los CACT es que su compleja realización tuvo que hacer frente a grandes desafíos constructivos con un material tecnológico muy básico, propio de la época y de las limitaciones de Lanzarote, y en espacios naturales muy delicados.

Los Jameos del Agua son paradigmáticos en ese sentido y las anécdotas que contaban los trabajadores son muy jugosas. Por ejemplo, Luis Morales, el capataz jefe, relataba que para sacar todas las piedras del lago tuvieron que ingeniar un sistema muy rústico pero efectivo que imitaba a los pescadores con las grandes guelderas, solo que en vez de coger pequeños peces, ellos iban ‘pescando’ las piedras del fondo. Aquellas toneladas de piedras que sacaron pacientemente del lago fueron a parar inicialmente al Jameo grande, pero luego, al intervenir en esta parte, todo ese material rocoso se derivó al Jameo de la cazuela.

Icónica escalera helicoidal.

Sus espacios ajardinados están declarados BIC en la categoría de Jardín Histórico

Y ahí no terminó su viaje, ya que esa parte finalmente se destinó al auditorio, y, de nuevo, esas toneladas de piedras debieron ser sacadas a mano, como recordaba, entre risas, Gregorio de León Barrios en el documental Las manos.

Otro detalle de lo laboriosas que fueron las tareas en algunas partes de Los Jameos está en los suelos de lava. Muchos de ellos provienen de grandes lajiales y que hubo que mover manualmente. Para ello, los pedreros idearon un método que consistía en poner un número a cada fragmento, de manera que en Los Jameos eran reconfigurados como si fuera un puzle. Y hace no muchos años, el auditorio tuvo que ser intervenido de forma muy precisa para conservar su techo.

Con Los Jameos del Agua comenzó a gestarse una de las mayores aportaciones de César Manrique al arte contemporáneo: el concepto arte-naturaleza / naturaleza-arte. Bajo esta fórmula, el artista lanzaroteño concibió intervenciones en espacios naturales usando una visión muy personal del arte y fusionando elementos de distintas corrientes (informalismo, land art, arte público, pop art) y disciplinas (arquitectura, escultura, diseño, jardinería, etcétera).

Todo ello, Manrique lo concibió sin entrar en colisión con el patrimonio natural y cultural del entorno, más bien todo lo contrario, lo que se buscaba era resaltarlo en sintonía con los lenguajes artísticos contemporáneos. Gran parte de la magia del lugar es que, a pesar de lo duro y trabajoso que fue su realización, en los Jameos del Agua se han logrado soluciones insólitas, sutiles y elocuentes que realzan la belleza intrínseca del lugar sin enmascararla artificiosamente.

Imágenes históricas

Familiares de Javier Reyes comiendo durante una excursión a los Jameos del Agua en los años 50. Imagen cedida por Javier Reyes a Memoria Digital de Lanzarote.

Fotografía del denominado ‘Jameo grande’, de Los Jameos del Agua, durante el dragado del lago. Se distinguen muy visiblemente los raíles de la vagoneta que se montó para el traslado de materiales al interior de la misma, durante el periodo de restauración. Imagen de 1965 cedida por Félix Sanz Illescas a Memoria Digital de Lanzarote.

Imagen de 1983, cuando todavía estaba permitido el baño en Los Jameos del Agua. Las instalaciones que se ven en la parte superior, en construcción, fueron ideadas como alojamiento turístico, si bien finalmente se destinaron para albergar la Casa de los Volcanes. Fotografía cedida por Ángel Corujo.

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