Condolencias por la muerte de Aureliano Negrín, histórico capitán de marina
Navegó en petroleros y fue “el capitán más joven al norte de Europa en un carguero”
El Cabildo de Lanzarote ha trasladado sus condolencias por el fallecimiento de Aureliano Negrín Armas, tristemente fallecido durante la pasada madrugada a los 86 años de edad. Aureliano Negrín Armas llegó a ser uno de los capitanes más jóvenes de la marina mercante española. Después de navegar durante gran parte de su vida, se hizo inspector de Puertos hasta que se jubiló en el año 1998.
A Aureliano (Arrecife, 1935) le llamaban el Capitán porque había pasado más de media vida embarcado y era el decano de los capitanes de la marina mercante. “Desde el momento que me hice marino mercante, nunca más me quedé en mi casa”, decía en una entrevista en Diario de Lanzarote.
Aureliano residía en Las Caletas, asomado de forma permanente al océano. Nació en la calle Canalejas, en la única casa antigua que queda en esa calle enfrente de la farmacia, la de Domingo Armas Martinón, su abuelo, el primer presidente del Cabildo de Lanzarote.
Se crió en la orilla del mar en Arrecife cuando la orilla era otra. En la entrevista con este periódico recordaba la antigua muralla, que iba desde las inmediaciones del Kiosko de la Música hasta donde está la Sociedad Democracia, que se asienta en lo que era una playa, “la de la estila”, un terreno que llegó a pertenecer a su familia.
“De chico, salía con mi primo y echábamos las nasas en los charcos, cogíamos salemas, seifíos y sargos, los limpiábamos, poníamos sal y los tendíamos al sol en ese muro”, contaba en la entrevista. Después esperaban a las señoras del campo que iban al mercado de la capital con tomates, cebollas y papas y volvían en burro a San Bartolomé, les vendían el pescado “y con las cuatro pesetas” se iban su primo Gregorio y él “al cine Díaz Pérez de la calle José Antonio”.
A los diez años, su padre lo mandó a estudiar a Lasalle, en Arucas, junto a su hermano Domingo y a otros lanzaroteños, y después al Colegio San Ildefonso en Tenerife. Allí terminó el Bachillerato y aprobó el ingreso en la Escuela náutica de Santa Cruz. Después se metió a navegar en petroleros.
Con el primero de los petroleros iba desde Tenerife al Líbano a por crudo. En uno de los viajes tuvo que ir de un atentado. De ese barco recaló en el Bailén, otro petrolero de Cepsa, de 200 metros de eslora y 16.000 toneladas. En un viaje, a la altura de cabo Mazagán, por debajo de Casablanca se toparon con “un temporal de mil pares de demonios”, con vientos de 200 kilómetros por hora. Tuvieron que cambiar de rumbo y poner proa a la mar. Estaba prohibido telegrafiar por el riesgo de los rayos.
Después de dos años en el Bailén se fue al Columbretes de primer oficial, un mercante en el que estuvo un año y medio. Lo dejó después de un altercado en el que participó su primo Eduardo Martinón, que hacía las prácticas, y en el turno que le tocaba se equivocó de rumbo, y al darse cuenta dio la vuelta al barco “y lo mandó a poner bien” pero no dijo nada. “El capitán, después, desconfió de mí y yo le dije que no podía seguir”, recordaba.
También estuvo otra temporada en sardinales. Le llamó Jorge Toledo porque tenía problemas: sólo estaban cogiendo 4.000 cajas. “Me pagaba 3.000 pesetas mensuales y yo ganaba 12.000 con Armas”, dice. Aureliano llevó como capitán prácticamente todos los barcos de esta naviera, primero el Medina Tanya, con cebollas y tomates hasta Barcelona, y después todos los demás. “Yo solucionaba todos los problemas”, aseguraba en la entrevista.
Con la pesca podía ganar mucho más dinero si se aumentaban las capturas. “Mi pensamiento fue: toda la vida navegando, mi familia ni la conozco, navego dos días y estoy uno en tierra, así que acepté”, dice. Se había casado en 1962 en Gran Canaria con una lanzaroteña, matrimonio del que nacieron tres hijas.
El primer día con el sardinal se salía a las dos de la madrugada, pero cuando se presentó en el muelle los marineros se habían puesto de acuerdo para ir a las cinco. El segundo día pasó lo mismo y, ya en la mar, reunió a todos en cubierta y les dijo que la próxima vez habría consecuencias. “El tercer día faltaban dos y llamé a la comandancia, y cuando vuelvo me dicen que hay dos mujeres que están pidiendo que saque a sus maridos de la cárcel...”, recordaba. “Llegamos a coger hasta 19.000 cajas”.
Viajó con regularidad a El Aaiún y fue “el capitán más joven al norte de Europa en un carguero”. “Una vez vi a The Beatles en Liverpool cuando empezaban”, rememoraba en las páginas de Diario de Lanzarote. Un día le pidieron que se quedara en tierra porque había problemas en Los Mármoles, se examinó y se hizo inspector de puertos. Con ese cargo estuvo 24 años, pero también navegaba los fines de semana. Negrín se jubiló en 1998.
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