“Con los expedientes te acorralan de forma profesional, social, psicológica y económica y los mandos no te quieren escuchar”
Gloria Moreno, sargento del Seprona de Lanzarote
Gloria Moreno González entró en la Guardia Civil en 2006. Antes había trabajado en vigilancia forestal y en ganadería y sanidad vegetal en la Junta de Castilla y León. Su primer destino fue Menorca y después Segovia, su ciudad natal, cuando entró en el Seprona, la especialidad a la que quería pertenecer. Estuvo destinada en Burriana (Castellón) desde 2011 pero ascendió a sargento en 2014 y eso conllevó el cambio de destino: Lanzarote. Acabó con la histórica caza furtiva de pardelas en el islote de Alegranza, dentro de un Parque Natural, y en lugar de una condecoración, la Guardia Civil le ha abierto en los últimos dos años seis expedientes disciplinarios y le ha reabierto dos más. Hasta ahora ninguno ha finalizado en su contra de manera firme.
En agosto, el Cabildo instó al Ministerio del Interior a que investigue la apertura de esos expedientes. Su caso también llegó al Parlamento de Canarias y al Congreso de los Diputados y recogió 140.000 firmas de apoyo en change.org. En enero de 2018 se creó la Plataforma Justicia para la sargento Gloria Moreno, integrada por 14 colectivos. Se ha querellado contra el coronel y el general que la sancionaron y la querella, por prevaricación, se ha admitido a trámite. Es la primera entrevista que concede en Canarias.
-¿Cuál es la situación actual de todos los expedientes que se le han abierto?
-Desde agosto de 2017 se me abren seis, que se acaban convirtiendo en ocho, y dos causas penales. El Tribunal Militar anuló la sanción del primero porque se violaron el principio de legalidad y el derecho a la presunción de inocencia. El segundo fue promovido por el capitán Germán García y fui sancionada por el coronel Arranz, pero lo gané en recurso de alzada por no considerarse los hechos constitutivos de falta disciplinaria. El tercero, promovido por el mismo coronel, ya es grave. Se abre por un informe del capitán García, sorprendentemente, estando claro que los autores de la no instrucción de cuatro delitos de maltrato animal eran tres guardias del destacamento. En su informe apuntó a mi responsabilidad al contestar a las denunciantes que sus denuncias no constaban en la Unidad. El expediente acaba para mí sin declaración de responsabilidad ni sanción. He presentado una querella por la omisión del deber de perseguir delitos contra estos tres guardias, sin perjuicio de la responsabilidad que puede tener toda la cadena de mando que tuvo conocimiento de ello y no les investigó. Entre ellos se encuentra el guardia que pide seis años de cárcel para mí. El cuarto expediente lo abre el coronel Arranz, por pedir algunas copias de las declaraciones de los testigos de mis expedientes, que no me facilitaron o directamente me denegaron en el momento en el que se produjeron. El recurso de alzada, que ratifica esta sanción, lo firma el actual director general de la Guardia Civil, don Félix Azón, el mismo que tiene que resolver los dos expedientes que se están instruyendo contra mí en la actualidad. El Tribunal Militar dictó sentencia contra la resolución del director general de la Guardia Civil, por falta de tipicidad, es decir que me sancionaron por algo que no es nada. El quinto, por la queja del veterinario del Ayuntamiento de Arrecife, lo promueve el coronel Arranz. Se instruye hasta el final pero el director general no firma la sanción y caduca, pero lo vuelven a reabrir sin que haya nuevos hechos. Y queda otro, por acoso, derivado de las bajas psicológicas de los guardias civiles relacionados con los expedientes anteriores. Los que los promueven y sancionan son, en la mayoría de los casos, los mismos mandos: el capitán Germán García y el coronel Arranz. Uno propone o informa y otro sanciona.
-¿Le preocupa el juicio penal que se celebrará en octubre? Le piden cuatro años de cárcel por un presunto delito de falsedad en documento oficial por denunciar ante sus superiores un posible chivatazo de un agente a los cazadores de pardelas.
-Por respeto al tribunal prefiero no comentar los hechos hasta que pase el juicio, pero confío en la justicia y creo que se dictará una sentencia justa. Estoy tranquila porque no he cometido ningún delito, sino todo lo contrario. Cumplí con mi obligación de informar de manera objetiva de un posible delito, sin desvirtuar nada de lo que me comunicaron, con independencia de que quien lo hiciera se retractara posteriormente, posiblemente ante las amenazas de uno de los condenados por el caso de las pardelas. La otra causa penal que se me abrió fue por la denuncia de Javier López Vicente, el veterinario de la perrera de Arrecife. Me acusó de haber filtrado un informe que presentó en el Seprona, teniendo constancia de que quien remitió su informe al Ayuntamiento de Arrecife no fui yo, sino uno de los guardias del destacamento, el mismo que me pide cárcel, pero la causa quedó archivada. Durante la instrucción demostré que los hechos no los había cometido yo, sino el otro guardia, y contra él no me consta que el veterinario haya dirigido ninguna acción penal. Esa denuncia se produjo de forma simultánea a que el veterinario remitiera la queja al coronel Arranz, en plena investigación sobre la perrera. El capitán Germán García, con la autorización del coronel, me apartó de la investigación sin haberla concluido.
-¿Cómo o cuándo comenzó todo?
-Yo tenía una buena relación con el capitán Germán García, cordial, de colaboración... y se trunca al día siguiente de imputar a los 19 de las pardelas, el día después de la intervención en Alegranza. A partir de ahí comienza una hostilidad que no remonta.
“En el caso de las pardelas, fueron propuestos para felicitación los guardias del servicio marítimo que me acompañaban. Yo dirigía el operativo. A ellos su jefe les quiso proponer para una felicitación y el mío, a mí, no”
-¿Por qué? ¿Por el hecho en sí, por la identidad de los denunciados, por desobedecer órdenes?
-No lo sé. No hubo desobediencia. Él tenía conocimiento, como declaré en el juicio de las pardelas, de que el operativo se iba a llevar a cabo un día, pero por circunstancias se hizo otro distinto.
-¿Había habido otros problemas previos con el capitán?
-Ningún desencuentro. La relación era buena.
-¿Y con su destacamento del Seprona en Lanzarote?
-Yo venía de una patrulla del Seprona con la ilusión de trabajar en una isla Reserva de la Biosfera y me encuentro con algunos derechos adquiridos incompatibles con lo que está ordenado. En la misma oficina que todos compartíamos estaban las taquillas de los guardias y el cabo y se cambiaban de ropa delante de mí. Tenía que salir de la oficina para no verles. Les dije que eso no podía ser, que por lógica había que cambiar la ubicación de las taquillas, por higiene, por decoro y por sentido común, no debían cambiarse de ropa en la misma oficina donde se recibe a los ciudadanos y ciudadanas, disponiendo de otro lugar más adecuado en el mismo acuartelamiento. Cuando, al ponerlo en conocimiento de los jefes, las taquillas fueron reubicadas fuera de la oficina, eso generó un incomprensible contratiempo para ellos.
-¿Agravó la situación su forma de trabajar o de dar órdenes? Sus compañeros después fueron sancionados por no tramitar algunas denuncias...
-Eso había ocurrido cuando yo no era jefa. En mi presencia se instruyó todo, quisieran o no.
-Pero el hecho de imponer otra forma de trabajar o exigir mayor dedicación...
-Eso se está tramitando en un expediente por acoso y prefiero no comentarlo.
-¿Comunicó esa situación a sus superiores?
-La intento comunicar a mis superiores pidiendo audiencia por escrito, primero al coronel, antes de que se me abran los expedientes, y después al general de Canarias y al director general de la Guardia Civil y se me deniega la audiencia. Me dejan totalmente desamparada con el argumento de que estoy incursa en expedientes disciplinarios. Estaba pidiendo ayuda por una situación de hostilidad inaudita y ni siquiera me quieren oír. Me dejan sola.
-¿Con qué apoyos internos ha contado?
-Sobre todo con el de compañeros que han pasado por lo mismo, algunos que no puedo nombrar, que me han apoyado emocional, personal, jurídica y económicamente, en especial, Fernando García, responsable del servicio jurídico de IGC. Sin ellos no hubiera salido de esta persecución sin cuartel. Y a nivel particular, la mayoría de los guardias que conozco e incluso algunos que no conozco. Un día, en el Juzgado se me acercó un guardia al que no conocía y me dijo: “Mi sargento, nos han prohibido hablar con usted pero que sepa que tiene el apoyo de todo nuestro destacamento”.
“Es un desgaste que te lleva al límite. Si careces de los apoyos necesarios te lleva irremediablemente al suicidio”
-Donde sí ha tenido apoyo es fuera de la Guardia Civil.
-Todos los posibles: colectivos ecologistas, asociaciones de vecinos, animalistas, de defensa del patrimonio histórico, veterinarios, policías locales y ciudadanos... Jamás me imaginé eso. Era impensable y sigo sobrecogida por el apoyo masivo de la ciudadanía, y las instituciones. Mi agradecimiento es infinito.
-¿Cree que el hecho de ser mujer es determinante en esta situación o es una característica sin importancia?
-He tenido que soportar situaciones de machismo insoportables, que no podía poner en conocimiento de los mandos porque había un claro vínculo entre los guardias y los mandos, que me iba a hacer hundirme en las arenas movedizas y tuve que soportarlo. Algunas están denunciadas. En su día hablaré de ellas.
-A pesar de los avances en la Guardia Civil, ¿queda mucho camino por recorrer en igualdad?
-Por lo que yo he vivido, sí. Aunque institucionalmente se dedican muchos recursos a programas de igualdad, queda mucho camino por recorrer hasta que se interiorice la igualdad en todas las personas que componemos esta Institución, porque la Guardia Civil no puede tolerar conductas discriminatorias propias del pasado.
-¿Cómo ha afectado toda esta situación a los servicios que presta el Seprona en la Isla?
-La carencia es pública y notoria desde 2016, que salió en los medios. En circunstancias normales ya hay carencias. Hay cinco efectivos para una isla con 150.000 habitantes, tres millones de turistas al año, 247 kilómetros de costa, 42 por ciento del suelo protegido, La Graciosa, los islotes, puertos deportivos, polígonos industriales, setenta hoteles y todas las competencias medioambientales, de maltrato animal y de patrimonio histórico. Para todo esto, cinco efectivos es insuficiente.
-¿Puede haber delitos medioambientales graves que no se estén persiguiendo?
-Pues no lo sé, pero con los efectivos que hay, aunque quieran no pueden estar en dos sitios a la vez.
-Se conoció por el caso Unión, en 2009, que el excapitán Sandoval, Jefe de la compañía de Costa Teguise de la Guardia Civil pedía a Dimas Martín (expresidente del Cabildo actualmente en prisión) que le adjudicara obras a una empresa de un amigo. En el mismo sumario se puede escuchar cómo intenta saber qué agente del Seprona le había denunciado porque tenía amistad con uno de ellos. La UCO, que llevó a cabo la investigación, ha llegado a manifestar que no colaboraron con los agentes locales para extremar las precauciones y evitar filtraciones porque en Lanzarote se conoce todo el mundo. ¿Ha sentido recelos en alguna investigación sobre personas a las que ha investigado?
-Bueno, aparte de la inexplicable orden de apartarme de la investigación de la perrera de Arrecife... secundo textualmente la afirmación de la UCO.
-Ha tenido algún caso de éxito, tanto en maltrato animal como contra la caza furtiva...
-Se consiguió la primera condena de maltrato animal en Lanzarote, la primera condena de abandono animal en Canarias y las dos primeras personas que entraron en la cárcel por maltrato animal en el Archipiélago, además de acabar con la caza furtiva de pardelas en Alegranza, o eso espero.
-¿Recibió alguna felicitación?
-No. Ni felicitada ni condecorada. Es el jefe quien lo propone, y en mi caso, el capitán Germán García nunca me propuso para ello. La Guardia Civil, sin embargo, sí da importancia a estos casos e incluso menos relevantes... En el caso de las pardelas fueron propuestos para felicitación los guardias del servicio marítimo que me acompañaban. Yo dirigía el operativo. A ellos su jefe les quiso proponer para una felicitación y el mío, a mí, no.
“He tenido que soportar situaciones de machismo insoportables, que no podía poner en conocimiento de los mandos porque había un claro vínculo entre ellos”
-¿Es cierto que en una ocasión se encontró con que habían cambiado la cerradura de su oficina?
-Fue durante el expediente número cinco, que me abrió el coronel tras la queja del veterinario de la perrera de Arrecife, que se sabía investigado por mí. Resulta que simultáneamente a que se me comunicara la apertura del expediente, se me aplica una medida cautelar de tres meses de cese en funciones “para mantener la disciplina”. Esto ocurre en plena investigación al veterinario de la perrera de Arrecife. En ese periodo me realizaron el pliego de cargos. El veterinario me había acusado falsamente, entre otras cosas, de no haber denunciado las obras de la perrera. Por supuesto, sí las había denunciado, y así lo quise alegar, aportando las denuncias como prueba, pero no pude hacerlo al estar cesada en funciones y no tener acceso al archivo de las denuncias. Solicité a la instructora del expediente que librara oficio al Seprona pidiendo tales denuncias, pero me denegó la prueba. El caso es que, una vez pasado el plazo de alegaciones y acabada la medida cautelar, regresé a mi oficina, pero al ir a abrir la puerta, habían cambiado la cerradura. Alguien se había asegurado por todos los medios posibles de que no pudiera aportar las pruebas para defenderme de las acusaciones falsas del veterinario Javier López Vicente. El expediente siguió su curso y la misma instructora que me denegó esa prueba, propuso para mí la pérdida de la especialidad del Seprona durante dos años y, consecuentemente, la pérdida del destino como jefa del Seprona de Lanzarote. Lo más decepcionante es que el Consejo Superior de la Guardia Civil respaldó esa propuesta de sanción, basándose en el informe jurídico de ella, y lo más inquietante es que es esta misma persona quien está instruyendo uno de los dos expedientes que aún se mantienen vivos contra mí.
-Siempre se repiten los mismos nombres en sus expedientes, pero ¿todo termina en Canarias?
-En su mayoría, sí. Además del acoso con los instrumentos disciplinarios, usando este régimen para acabar conmigo, paralelamente se hizo un acoso económico. Las sanciones suponían menos días de sueldo. En diciembre de 2018 me enfrentaba a una sanción a punto de llegar que eran seis meses sin sueldo, y tenía que abonar 14.000 euros de fianza por responsabilidad civil del juicio que se hará en octubre. Te acorralan de forma profesional, social, psicológica y económica y los mandos no te quieren escuchar, con lo cual te dejan sola. Se trata de aislamiento, acoso disciplinario y económico. Es muy difícil salir de ahí sin ayuda como la que yo he tenido la suerte de tener. Te tiran a un pozo, te quitan la escalera y te empiezan a echar agua. Han distorsionado los procedimientos con el fin de manipular a las autoridades que tenían que sancionar. Han intentado minarme la autoestima y provocar confusión y sensación de inseguridad. Son maniobras de hostigamiento perverso y reiterado, propias de mentes que no deberían ostentar el poder que les otorga su cargo en la Guardia Civil. Se creen impunes y por eso vulneran sin contemplaciones los derechos constitucionales como se hacía en la dictadura franquista. Esto es inaceptable en un Estado de Derecho.
-¿Conoce otros casos parecidos en la Guardia Civil?
-Con tantos expedientes y causas penales en tan breve plazo como a mí, no.
-En los últimos años en Canarias han trascendido casos de corrupción en la Guardia Civil, incluso con condenas. ¿Es un número normal o las islas están por encima de la media?
-Contando las condenas de Botavara por narcotráfico en Fuerteventura y el aeropuerto de Gran Canaria por sobornos, cohecho… probablemente estemos a la altura de Algeciras.
-Ha presentado una querella contra el coronel y el general y se la han admitido a trámite...
-Así es. Voy a exigir la responsabilidad penal a cada persona que, a mi juicio, la haya tenido, tanto en los expedientes como en las causas penales. A todas. En este caso se me abrió un expediente por realizar una pregunta en una reunión que se demostró que yo no había hecho. El director del Centro Isla de La Graciosa, Aurelio Centellas, envió al coronel Arranz un documento que contenía afirmaciones que no se correspondían con la realidad respecto a una pregunta realizada por mí en el Consejo Insular de Caza, y éste, basándose en ese informe con contenido falso me sancionó a pesar de que aporté la grabación oficial de la reunión donde se comprobaba que de lo que me acusaba el funcionario de Parques Nacionales era falso, pero no lo tuvo en cuenta. El general Sánchez Medina ratificó esa sanción pero el Tribunal Militar la anuló al haberse violado el principio de legalidad en la instrucción del expediente. A mi juicio, tanto el coronel Arranz como el general dictaron una sanción a sabiendas de su injusticia, motivo por el cual presentamos una querella contra ellos, por prevaricación, que ha sido admitida. En julio también presentamos otra querella por abuso de poder en el Tribunal Militar contra el coronel Arranz, el capitán Germán y un guardia.
-No es muy común que admitan a trámite una querella contra dos altos mandos de la Guardia Civil.
-Pero no va a ser la última vez porque no se puede consentir. Si no has cometido ninguna sanción, se tienen que exigir responsabilidades. Estamos hablando del jefe de la Guardia Civil en la provincia de Las Palmas y en toda Canarias. Es inadmisible. La Guardia Civil debe garantizar los derechos constitucionales y la legalidad, no violarlos y promover la persecución de los delitos, cosa que estoy haciendo al querellarme contra ellos.
-El coronel Arranz está en la reserva, pero el capitán sigue siendo su capitán.
-Sigo estando a sus órdenes. Estar bajo el mando de una persona que ha sido un autor necesario en esta ráfaga de expedientes disciplinarios es muy peligroso. Él inició dos expedientes con dos informes suyos en los que afirmaba hechos que ya ha quedado demostrado que no fueron realidad.
-¿Desde el punto de vista personal qué ha supuesto todo esto?
-Una locura.
-¿Un desgaste personal?
-Es un desgaste que te lleva al límite. Si careces de los apoyos necesarios, que por suerte no ha sido mi caso, te lleva irremediablemente al suicidio. En la Guardia Civil se suicida un agente cada 26 días, casi duplica la media nacional. La presión bajo la que algunos trabajamos bajo los mandos es insoportable. Y en Canarias el índice de suicidios de agentes de la Guardia Civil en los últimos años supera la media nacional. En Fuerteventura se suicidó hace unos meses un sargento de Policía Judicial, según sus familiares, tras la apertura de un expediente.
-Con esta situación, ¿tiene fuerzas, ganas o vocación para seguir trabajando?
-Igual o más. Quiero volver a trabajar más y mejor, con más fuerza porque es mi vocación, por justicia, por dignidad y por la responsabilidad de no defraudar a todas las personas que creyeron en mí siempre y me han sostenido en esta locura.