0 COMENTARIOS 07/08/2014 - 09:05

“El día más grande, con ansiedad esperado por todos los buenos ciudadanos, ha llegado. La Monarquía tradicional, ignominia y baldón de España, ha sido aplastada por el pueblo en la lucha épica y triunfal.” Tiempos Nuevos, Arrecife, nº 22, 23-4-2931, p. 1.

De esta manera recibía el periódico socialista lanzaroteño Tiempos Nuevos la noticia de la implantación de la II República en España. Primero llegaron varios telegramas confusos, pero por la noche, a través de la radio, se confirmó el cambio de gobierno. La “Conjunción socialista-republicana de Arrecife” organizó los actos públicos, que consistieron en una jubilosa manifestación con música, mítines, fuegos y baile por la calles de la capital de la isla.

La II República fue un tiempo agitado en Lanzarote, de ilusiones y confrontaciones, especialmente en los casi inéditos, hasta ese momento, campos de la concienciación ideológica y la movilización pública.

La tradición democrática no era abundante en España, un país que hasta 1890, con la salvedad del Sexenio Liberal y la I República, funcionaba con el sufragio censatario, un sistema mediante el cual sólo podían votar los contribuyentes –solo varones- que superaban una cantidad preestablecida en sus tributos al Tesoro. Para hacernos una idea de lo que suponía este sistema, podemos tener en cuenta que en abril de 1860, Lanzarote disponía de 154 electores, es decir, el 4,8 por ciento de la población.

La II República llegó a las islas más orientales de Canarias, Fuerteventura y Lanzarote, sin que se hubiera resquebrajado sustancialmente el rígido sistema caciquil, ni se hubieran creado grandes masas sociales y urbanas políticamente concienciadas, aunque sí había cierto despertar de los primeros movimientos obreros. En ambas islas los resultados de las distintas elecciones dieron un claro dominio de los partidos tradicionales. Situadas al sur del sur en el desarrollo socioeconómico, Lanzarote y Fuerteventura eran paradigma de la marginalidad, donde todavía pervivían insalvables diferencias entre clases sociales. Islas menores de un archipiélago gravemente atrasado respecto a las medias de un país que, a su vez, estaba a la cola de Europa Occidental.

No sólo la precariedad económica (falta de agua, arcaicos sistemas de transporte, escasa y frágil producción del sector primario…) explicaba esta situación. Había otros factores: altísima natalidad, persistencia de mentalidades y valores tradicionales, predominio de agentes como la Iglesia y el Ejército, malas comunicaciones, analfabetismo o escasa formación académica.

Poco antes de la II República, durante su destierro en Fuerteventura (“isla sufrida y ermitaña”), Miguel de Unamuno testimoniaba esa desolación en sus versos: “Pellas de gofio, pan de esqueleto, / forma a estos hombres -lo demás conduto- / y en este suelo de escorial, escueto / arraigado en las piedras, gris y enjuto, / como pasó el abuelo pasa el nieto / sin hojas, dando flor y fruto”.

Sobre el tema de la II República existen varios estudios a escala regional, y más específicos de nuestro contexto en las Jornadas de Estudios de Lanzarote y Fuerteventura. En Lanzarote, además, tenemos dos buenas fuentes de información en las cabeceras Tiempos Nuevos (Arrecife, 1930-1934) y Acción (Arrecife, 1932-1934), siempre que tengamos en cuenta que la prensa es una fuente de información muy intencionada.

Los periódicos son juez y parte de la realidad, al testimoniarla y al mismo tiempo al intentar influenciar sobre ella. Este carácter partidario se da más aún en dos medios que eran los voceros de dos partidos políticos; Tiempos Nuevos, de PSOE y UGT, y Acción, representante de la versión local del Partido Republicano Radical de Lerroux.

Se trataba de dos cabeceras vivamente politizadas que al principio andaban de la mano por sus alianzas políticas, pero que tras las rupturas de éstas pasaron a una encarnizada guerra de críticas. Aunque llegaron hasta el terreno personal, en lo político la principal acusación contra los socialistas era la de presentarse como falsos defensores del trabajador, mientras los del PSOE acusaban al bando contrario de usar el disfraz de republicanismo para dar cobijo al clásico caciquismo de la isla. Sus programas pueden parecer similares a los actuales, aunque hay novedades como la intención del PSOE de gestionar la isla con solo tres municipios.

Ideológicamente Tiempos Nuevos apostó mucho por la mejora de la educación y Acción, con Leopoldo Díaz a la cabeza, hizo algo parecido con el terreno de la sanidad. Una prensa muy propagandística, en definitiva, que lanzaba proclamas de partido como esta: “Obrero, camarada, si no te has afiliado a la UGT, afíliate hoy mismo, con tus hermanos los trabajadores. Solo eres la burla y el escarnio del burgués que te explota; unidos todos representamos una poderosa arma…”.

Es interesante comprobar como grandes polémicas nacionales se repetían en la escala local como el anticlericalismo, pero a pesar de las diferencias, había acuerdo en reivindicar inversiones y mejoras en los intereses insulares clásicos (agua, transportes, pesca), o la permanente crítica al olvido y la falta de mayor apoyo por parte de las islas mayores.

El levantamiento militar en 1936 causó al menos la muerta violenta de un periodista en la isla, la de Manuel Fernández Hernández, director del periódico El Proletario (1902, Arrecife) y figura destacada de los sectores de izquierdas. Fernández fue detenido al 30 de septiembre de 1936 bajo la acusación de “menosprecio a la patria” y murió de las palizas recibidas en el Campo de Concentración de la Isleta.

La prensa de la II República no mantuvo tanto el enorme valor literario que sí se dio en las cabeceras anteriores de Lanzarote. No obstante, aparecen algunos textos interesantes como el publicado en Libertad, otro periódico de la II República, por Víctor Fernández, el famoso salinero y poeta popular del sur de la isla.

 

“Algunos que parecen
santos divinos
con el sudor del pobre
compran tocino
Yo he sido jornalero
toda mi vida
y hay días que no alcanzo
ni la comida”

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