Ana Carrasco

"La novia del viento"

Descubrir historias y personajes, relacionar lo leído con lo leído es como ir encajando piezas. De repente, esa pieza desordenada se recoloca en el puzle del cerebro y surge una magia que suena, ¡Ajá!

No hace mucho que descubrí a Leonora Carrington. Me sentí desconcertada cuando visité la exposición que reunía por primera vez en España más de un centenar de sus obras. Cómo era posible que no supiera nada de esta pintora surrealista capaz de dibujar y escribir con las dos manos y plasmar con tanta delicadeza y fuerza la línea delgada que separa lo real y lo imaginado.

Para saber más, me adentré en su gran herida leyendo "Memorias de abajo". En esa biografía, Leonora describe su encierro forzoso en un psiquiátrico del norte de España. Empaticé con las razones de su angustia y cólera: inyecciones de cardiazol que provocaban tormentosas convulsiones, vejaciones múltiples, manos atadas. Ni lápiz, ni papel sobre el que escupir la rabia. Su fuerza animal la salvó, se escapó, galopó por el océano hasta llegar a México. Siempre quiso ser un caballo.

Elena Poniatowska atraviesa la vida de la artista en "Leonora". De pronto, entre los pintores próximos al círculo de Leonora en París, aparece un canario. Óscar Domínguez irrumpe desesperado, no tiene dinero, pero tiene un plan: conocer a Picasso. El mismo día que lo conoce, le cuenta que ha conversado con un americano dispuesto a pagar 25.000 francos por uno de sus cuadros, y al que mintió diciéndole tener uno. A continuación, abre un paquete y le muestra al artista una copia de su "Bañista con un balón". Picasso, lejos de enfadarse, le felicita y pide a Leonora que le preste una pluma. Firma el lienzo y le lanza al canario: "véndelo y gánate esos 25.000 francos".

En fin, que si fuera totalmente cierta esa historia, la pluma de Leonora influyó en la vida del canario, y la vida de este en la historia del arte de Canarias. Porque cuentan las crónicas que, gracias a la mediación de Domínguez, el equipo de redacción de la revista canaria "Gaceta de Arte", pudo contactar con el círculo surrealista de París. El objetivo era celebrar en el Ateneo de Santa Cruz de Tenerife la "II Exposición Internacional de Surrealismo."

El evento, considerado la primera muestra de pintura surrealista de España, tuvo lugar en 1935 y fue liderado por Agustín Espinosa, que en aquel entonces presidía el Ateneo. El gran acontecimiento contó con la presencia en Canarias del poeta y padre del movimiento surrealista, André Breton, y del escritor Benjamin Péret. De las paredes del Ateneo colgaron 76 obras de Picasso, Miró, Dalí, Giacometti, Chirico, Max Ernst, Magritte, Valentine Hugo, Maurice Henry, Duchamp, Brauner, Man Ray, Tanguy, Styrsky, Dora Maar, Oppenheim, Bellmer, Marcel Jean y del propio Domínguez.

Me imagino el desconcierto de aquellos tinerfeños que visitaron la muestra y contemplaron la expresión colorida del inconsciente, del talento e imaginación de tan nutrido e importante grupo de artistas. Cómo me hubiera gustado vivir ese instante.

En el Ateneo no hubo ninguna obra de la artista que desde muy joven desafió con su rebeldía y pinturas las convenciones sociales de la época. Las pintoras surrealistas como Leonora, no estaban bien valoradas. Carrington, que abogaba por la independencia de la mujer, no participó activamente en movimientos feministas, sí los abrazó con su paleta, quedando patente en sus obras su indignación por la marginalidad de las mujeres. Hoy es considerada una de las artistas más prominentes del arte surrealista y una de las primeras evocadoras del movimiento ecofeminismo, al expresar en vida su preocupación por la actitud depredadora del ser humano con el planeta.

En 1936, un año después del gran evento cultural en Tenerife, comenzaría la Guerra Civil. En el 37, el poeta y escritor surrealista, Agustín Espinosa, ex Comisario Regio del instituto de Segunda Enseñanza de Arrecife y autor de obras como "Crimen" o "Lancelot 28º-7º", sería destituido de su cargo de Catedrático, e imputado por haber propuesto proyectar en los cines de Santa Cruz, "La edad de oro" de Buñuel, catalogada como película "inmoral y sacrílega". Moriría solo dos años más tarde.

Luis Buñuel y Leonora Carrington se encontrarían en México. Fue el segundo marido de Leonora, Chiki Weisz, quien sacó de España los negativos de las fotografías que Robert Capa había hecho en España durante la Guerra Civil.

P.D. Max Ernst, llamaba a Leonora "La novia del viento". Yo creo que Lanzarote es también la novia del viento, esa novia que Agustín Espinosa inventó.

 

 

Imagen: Combinación retrato Leonora (internet) y foto de El Reducto, Arrecife.

 

Comentarios

Gracias por descubrirnos esta historia y talento silenciado
Maravilla. Gracias por este regalo.

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