Ana Carrasco

El mar, ese mar

"Y se dio cuenta de que nadie jamás está solo en el mar"

Ernest Hemingway

 

 

Vivo en una isla, el mar me atraviesa, siempre me atravesó. Jugué en la marea vacía, me divertí en la marea llena. Los charcos tenían nombres, las piedras ovaladas eran muñecas. Gafas y tubo para ver su fondo, correr segura por las rocas. Camaleones, almejas y estrellas. Carnadas, jacas y erizos. Aguasvivas y miñocas. Lapas, burgados, morenas. Conejos de mar y pollaburras. Cabosos y barrigudas. Todo era tan diverso. Canadillas, abanicos, pejes verdes, castañetas, peces y más peces.

Ese mar se vacía, no de agua, sí de vida. El agua ya no está tan fría, e incluso llega más arriba. El mar de mi infancia se empobrece, se calienta, se dilata, se infesta. Así y todo, el mar me tira, por eso me tiro. Hoy vi nadar sombras, sombras de peces. La luz del mediodía se precipitaba rauda al fondo, haciéndolo parecer precioso. Es precioso.

Pienso en el mar, en el medio que encarnó la vida. Floto en el fluido más honorable, el que hace habitable el planeta, el músculo que cohesiona todos los elementos. El mar, corazón, que late alternando contracción y relajación, marea vacía, marea llena.

Es el mar que me alimentó y alimenta, el mar inspirador de leyendas y poesías, el mar purificador, el mar asesino, el que ha reflejado mil y una lunas, unificador de culturas, campo de batallas y guerras. El mar vertedero, agonizante de tanta basura.

Porque el mar no traga, no transforma el plástico y químicos en más vida, no hace desaparecer la mierda, ni nuestra mala conciencia. No tiene ese poder. Nunca será compatible ensuciarlo y alimentarnos de él, tampoco será posible acallar a sus muertos. Las cenizas vertidas volverán a formar parte de su universo. Nutrientes para la vida, alimento de alimento, es el ciclo de la vida.

Me muevo en un mundo en movimiento, el oleaje me sube y me baja, la corriente me lleva hacia adentro, a zonas más profundas, otras veces hacia la orilla. Mi curiosidad me arrastra a zonas desconocidas, mis miedos me devuelven de nuevo a la orilla. Las sombras que nadan buscan comida. Los pensamientos mojados también buscan alimento. Y así pasa la vida. Algún día seré solo ceniza, ceniza en movimiento.

 

Comentarios

Ño, qué bonito!!
Mandeeee... manda carallo

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