Una verdad incómoda
Informar, analizar, pero también descubrir la verdad ha sido siempre el más noble objetivo del oficio periodístico. A pesar de que, más de una vez, este ha sido utilizado por los poderes gubernamentales para que la balanza informativa gire a su favor. De ahí, las eternas luchas intestinas por la dirección y el control de la Radio Televisión Pública en cada legislatura, pues no pocas veces, los medios informativos han sido la correa de transmisión del mejor postor o de quien gobierna.
Pese a esta verdad incontestable, el periodismo, tiene también su aspecto más loable cuando realiza investigaciones rigurosas y de interés general sobre temas espinosos que los gobiernos han querido soslayar o a los que no han podido o sabido poner solución.
La encuesta que realizó el periódico El País, recabando testimonios de las víctimas de abusos sexuales en el seno de la iglesia, es un buen ejemplo de la función social del periodismo. Las investigaciones realizadas arrojaron una cifra espeluznante, 440.000 niños y niñas, víctimas de abusos por miembros de esta institución católica.
El informe del defensor del pueblo sobre este hecho es contundente. Sin embargo, al contrario de lo ocurrido en otros países europeos, la cúpula de la iglesia católica no ha querido pedir perdón y resarcir a las víctimas, sino que ha despreciado las cifras, exculpándose para decir una obviedad: que no solo se debe mirar al sector de la iglesia sino a otros entornos de la vida diaria, como la educación o el deporte donde también sucede.
Si en algo hay que darles la razón a los obispos es que los abusos sexuales a menores no sólo suceden en el seno de la iglesia. Es en el entorno familiar donde se producen más abusos por parte de los familiares más cercanos. Pero esta verdad incontestable no exime que la iglesia deba responder de lo sucedido.
Otro caso de periodismo excelso es el documental seriado que se ha emitido estos días en televisión canaria llamado “Generación porno”, un producto catalán que se transmite en forma de documental y que ha despertado la liebre sobre un hecho terrible: el uso y abuso de la pornografía por parte de nuestros jóvenes.
Los datos son escalofriantes, la visualización de la pornografía comienza cada vez a edades más tempranas. En los últimos años, se ha rebajado la media de edad de quienes ven pornografía hasta los ocho años. La hipersexualización de nuestra sociedad es evidente y la responsabilidad de cómo educar a nuestros jóvenes nos corresponde a todos.
La fácil accesibilidad y rápida disposición que encuentran en las pantallas de sus móviles y la escasa educación sexual que reciben está creando lo que se ha dado en llamar “generación porno” es decir, niños y adolescentes que se educan en la pornografía.
Los docentes llevamos años clamando la necesidad de que una educación afectiva y sexual en la escuela como clave para formar en igualdad y el respeto. Pero, hemos dejado este tema al albur de las nuevas tecnologías y nuestros hijos, niños y adolescentes se educan a través de la pornografía. De esta forma, aprenden que la sexualidad está alejada de todo sentimiento, que esta se puede ejercer con violencia, cosificación y sometimiento hacia la mujer.
Son ya numerosos los especialistas que señalan la relación directa entre el visionado de pornografía por los jóvenes y el aumento de la violencia sexual entre jóvenes. Así lo ha certificado recientemente la fundación ANAR (Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) donde señala el aumento de la violencia sexual entre los jóvenes.
Lo peor de todo esto es que la mayoría de las niñas y adolescentes, el 70 % aproximadamente, no lo denuncian, mientras que casi el 80 % de estos casos están relacionado con las nuevas tecnologías. El hecho de que muchos padres prefieran no saber lo que ven los niños y adolescentes no les exime de la responsabilidad de velar por una educación sana y de conocer las terribles consecuencias que provoca en sus hijos y en la sociedad en general.
Esta serie documental de RTVC nos revela una realidad incómoda, lo que ven los niños y adolescentes con analistas, expertos, psicólogos y sociólogos en violencias machistas y pornografía que debaten sobre el mismo. Un documental que todos: padres, madres, educadores o cualquier persona con un poco de curiosidad de por dónde va este mundo, no debería dejar de ver.
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