Ana Carrasco

Un infierno encima de la cama

Recuerdo, siendo yo niña, que en la casa de mis abuelos María y Nicolás había un infierno encima de la cama conyugal; un cuadro de grandes dimensiones en el que las llamas devoraban cuerpos humanos semidesnudos con caras de terror. No podría describir la sensación que me causaba, sí recuerdo que lo miraba con mucha curiosidad, y que en torno a él mi mente de niña discurría. ¡A saber! aprendimos desde muy pequeños que, dependiendo del Juicio Final, nuestro destino podía ser el cielo, el infierno o, transitoriamente, el purgatorio.

Medio siglo después, en medio de incendios, altas temperaturas e inundaciones, ese cuadro vuelve a mi conciencia como encarnación del cambio climático, mejor digo como símbolo y encarnación de la emergencia climática. Y me pregunto si será cierto que el Juicio Final de la humanidad ya tiene sentencia firme y moriremos todos en la hoguera por el mismo elemento que da vida y muerte. Por tanta insensatez, por nuestros pecados capitalistas: la codicia, el egoísmo, la indiferencia y la propia negación del cambio climático.

Por si acaso esté a la vuelta de la esquina la gran hoguera, vaya aquí mi más sentido agradecimiento al mundo científico y ecologista que ha proyectado sobre el espejo comunitario datos y conocimiento. Y querría abrazar y agradecer de manera muy particular a los filósofos Jorge Riechmann y Bruno Latour que llevan años interpelándonos, proyectando sobre el mismo espejo razón y moral. Un espejo en el que, por desgracia, no nos hemos reconocido porque nos miramos con los ojos de una humanidad anoréxica que se cree aún gruesa en recursos por explotar y en tiempo para actuar. El infierno es la verdad vista demasiada tarde, escribió Thomas Hobbes.

El cuadro de mi infancia se muestra revelador, pero me niego a aceptar que en el Juicio Final seamos todos condenados y quemados por igual. Que se lleve el fuego a los profetas del negacionismo, a Trump y demás sátrapas. Dicen los Evangelios “...pues lo mismo que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así sucederá al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los escandalosos y a los que cometen maldades, y los arrojarán al horno del fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.

Y reniego con esperanza, porque la razón está llegando a la humanidad de la mano de jóvenes, que como ángeles venidos del cielo caen con sus flechas impregnadas de realidad sobre gobiernos y sociedades. A ellas, a nuestras Gretas de Lanzarote y del Mundo, agitadoras de conciencias, vamos a deberles nuestro paso por el purgatorio y con mucha suerte nuestra salvación. 

[Foto: Cadena Ser Lanzarote]

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