Mariluz Fajardo

Sobre creer o no creer en Arrecife

Me quedan claras algunas cosas: que esto de hacer ciudad no va ni medio bien, y que no se han encontrado -a pesar de existir- unas buenas recetas para Arrecife, pues resulta obvio que la experiencia sobre la intervención en los espacios urbanos tiene exitosos precedentes en todo el mundo.

Nadie puede pensar que de una conversación o un artículo de opinión sobre la ciudad, que discurra en la línea de establecer diagnósticos, carencias o propuestas, no se vaya a desprender determinado nivel de responsabilidad política de todos los que han regido sus destinos, se llamen como se llamen o militen en el partido que sea. Lo que somos es el resultado de lo que hicieron o dejaron de hacer. Se llamen Ástrid Pérez, Eva de Anta, Manuel Fajardo…, y, tirando hacia atrás, hasta donde la memoria aguante, todos son corresponsables, incido en ello, de lo que somos y hemos dejado de ser.

No olvido a la vecindad, no crean, pero lo cívico -o lo poco cívico- tiene su espacio como lo tienen los trabajadores de la administración o determinado empresariado en este proceso de [de]construcción del espacio urbano, de su maltrato.

Así se cuente que Ástrid Pérez está dilapidando un caudal de oportunidades y que lo puede hacer mejor, y esto se diga desde la mesa de un café en uno u otro punto del globo, no va a cambiar un ápice sobre que hay responsabilidad política tras la realidad de la ciudad que Arrecife es. El que alguien lea esa afirmación como un ataque siempre se mide desde la perspectiva de quien lea o escuche, porque no es posible hablar de Madrid sin hacerlo de sus alcaldes. Tampoco de Arrecife. No tiene que ver con ataques a unos u otros partidos para desgaste de sus líderes que ya se desgastan ellos solos. Opinemos de la ciudad y del municipio, y hagámoslo de todo él o de cada parte y digamos lo que creemos que demanda o lo mal que se ha hecho.

Si, a modo de ejemplo, ponemos en evidencia el mal estado de la red de alcantarillado y de conducción de aguas pluviales de la ciudad, no sería una afirmación que dejara indemne a ninguno de nuestros gobernantes que hayan tenido responsabilidades públicas durante las últimas décadas, ya sea en el Cabildo como en el Ayuntamiento, aunque tras cada lluvia que desborda las alcantarillas la responsabilidad de quien gobierna y no interviene, aumenta. Y la de quien viene después, de seguir sin actuar, crece exponencialmente. Denunciar públicamente esta situación no dudo que moleste a sus actores y afines. Es lo que hay. Pero a ver cómo se dice que la gestión de la ciudad es arbitraria sin poner en evidencia a su alcaldesa, aunque no se le nombre, y sin que sus niveles de popularidad se resientan, o sin que parezca que se le hace una campaña en contra. Los hechos, tiene eso, que son contrastables y tozudos. Y tienen responsables.

Señalar al PP, al PSOE o a CC por gestiones deficientes no parece que sea la afirmación de que la política no sirve, sino de que la forma de hacer política carece de altura de miras y de ambición con la vista puesta en el obligado servicio público. Sobre todo, se pone en evidencia que se puede hacer mejor y que lo deben hacer mejor. Están para gestionar y lo hacen deficientemente, tanto que Arrecife no aguantaría una auditoría.

También somos un poco ingobernables, que de todo hay. Si se opina de la ciudad, deseamos ponerle cara a quien lo haga, porque la opinión va pesar dependiendo de quien la emita, no por el interés de lo que se diga. Significaría que poco valor tiene una idea ni lo consistente que sea una propuesta porque a lo que se está es a ajustar cuentas con el de enfrente. Sobre ciudadanía y clase política sensible, me consta su existencia, más de los primeros que de los segundos, pero, aquella, ni se expone ni participa aunque no tenga por qué, pero su silencio hará que sigamos mal gobernados y peor administrados y supone que no contemos con procesos de participación a lo que son tan alérgicos los cargos públicos. Da igual que se llamen Dolores Corujo, Echedey Eugenio, Ástrid Pérez…

Si es que da igual. Esto mejorará cuando la ciudadanía se imponga y la política ascienda unos escalones, con todo lo que ello implica de participación, y escucha y compromiso, respectivamente.

El ojo, de unos y otros, en el interés general, claro.

Comentarios

HACER CUMPLIR LAS ORDENANZAS Y NORMATIVAS SERÍA UN BUEN COMIENZO, REFORZANDO A LOS/AS INSPECTORES/AS Y AGENTES DE SEGURIDAD.
Es complejo creer en quien preside el Ayuntamiento de Arrecife, siendo la primera que incumple la ordenación del territorio y viola el suelo rústico de protección ecológica, el Jable, construyendo ampliaciones de su vivienda ilegalizable de La Bufona. Los técnicos del Gobierno de Canarias competentes en materia de urbanismo, imputan a Ástrid Pérez la construcción de ampliaciones de su vivienda de La Bufona y de su piscina, sobre suelo rústico de protección, en concepto de promotora de dichas obras ilegales y clandestinas (sin licencia de obra).
NI siquiera menciona que llevamos 30 años sin Plan de Ordenación con todos los sistemas generales caducados ... Parece una conversación de peluquería.
Decir que Arrecife no tiene Plan General no es cierto. Lo tiene y habrá que actualizarlo.
¿Qué es eso de que los sistemas generales vinculados a un plan general que está vigente, han caducado?
Un sistema general es un suelo destinado al conjunto de los ciudadanos, elementos fundamentales de la estructura de la ciudad , definen el esqueleto de la ciudad : sistemas generales de espacios libres, de transportes y comunicaciones, de equipamiento comunitario, de infraestructuras. Se fijan en el Plan General y, en el caso de Arrecife , el abandono ha sido total, no se han desarrollado las unidades de actuación , no se ha valorado y obtenido el suelo público , se ha tolerado la construcción de cientos de edificios en suelo que se supone que debería servir para compensar al conjunto de los propietarios y que ya hacen inviable el desarrollo de ese sistema general . Además , el paso del tiempo, TREINTA AÑOS , hace que el Plan de 1992 , además de inviable y caduco sea obsoleto y no pueda responder a una ciudad con un crecimiento desaforado durante tres décadas con unas necesidades que naturalmente han cambiado mucho y no están recogidas.

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