Martín Cardenal

Las razones poco honorables de la presidenta del PP

A veces, la comicidad viene en un envoltorio con apariencia de trascendencia y hasta de servicio ciudadano, y puede utilizarse igualmente para empaquetar el embuste. Mucho tendría que cambiar la presidenta del PP insular, y los fieles a los que aún no ha traicionado, para que piensen en clave ciudadana y no de bienestar propio.

Cuando el diario Libertad Digital hace como que ejerce su libertad de opinión, hilando recientemente un articulo en defensa de Ástrid Pérez en el que los verbos se conjugan en condicional, esto es, planteados como hipótesis para evitar que parezcan afirmaciones y certezas, consiguen el efecto contrario, que es que suene a dictado al medio de comunicación por parte de la presidenta local del PP.

Resultan tan evidentes las constantes maniobras de la presidenta para quitar de en medio a quien sea demasiado visible dentro del partido sobre el que ejerce tan decidido control, que, de negar que las cosas han sido como las apreciamos -me refiero a la destitución de Jacobo Medina de su cargo de vicepresidente del Cabildo de Lanzarote y posteriormente del de secretario general- le da la vuelta y reconoce que lo destituyó, pero no para mantener su poder y quitarse a quienes puedan hacerle sombra, sino por una causa bien distinta. Se afirma primero que es la del buen servicio público, la de la correcta gestión de nuestros recursos, la de no actuar hasta que no se escuche a la ciudadanía, soberana ella, y de eso quiere convencernos Ástrid, que ella lo práctica pero Jacobo, no. Sobre la secretaría general, la cosa parece ir de que ella necesita a personas de su confianza para el proyecto del PP. ¿Del PP o su proyecto personal?

Por evidente, resulta poco creíble, aunque quiera convencernos, Libertad Digital mediante, de que el nivel de entrega del partido con la causas ciudadanas es pleno. Deja claro que Medina no ha sido leal, no con el PP, sino con la ciudadanía, porque ha obrado con ligereza. De paso, sin nombrarlo, le da un toque al alcalde de la capital porque hace suyo que tiene a la vecindad incómoda con tanto ruido que producen los conciertos en el espacio público. Es lo que dice, pero no señala, en beneficio del partido, que Yonathan de León es muy popular por lo mismo y que en intención de voto está imbatible y que por ello debería ir a la cabeza del próximo cartel electoral municipal. Está claro  que va a por él, precisamente por su éxito y por resolutivo, cosa que le resulta difícil de soportar por lo que supone de merma de su protagonismo. También podría ser que, jugando al disimulo, lo ponga el primero al Congreso, por lo que si no sale ya se lo lo liquida, y si sale lo tiene lejos cuatro años antes de darle la puya final.

Ya van dos en esta penúltima cacería, y lo que queda. Es una mujer tan igual a un hombre que actúa como el peor de ellos, sin aportar una diferente sensibilidad fruto de su condición femenina. Esto les pasa a muchas de las mujeres que escalan puestos en política: caen en lo mismo que han censurado cuando les estaba vetado participar de lo público. A los hechos me remito.

Conceptos como participación ciudadana y transparencia no se encuentran en el repertorio de la presidenta. Ni le interesan ni practica su aplicación, todo lo contrario, los desprecia, definitiva, profunda y enfermizamente. En el camino, lo cual debe haber sentado como un escobazo a la presidenta, el propio presidente del PP en Canarias, Manuel Domínguez, se deja caer con que las cosas no se han hecho bien. Y muy elegante ha sido.

Manifestar pérdida de confianza o falta de ella para prescindir de los servicios de determinados compañeros de filas no parece una mala medida si conduce a reforzar el partido, lo que sí es preocupante es que se trate de una caza de brujas para cargarse a eventuales oponentes que pudieran aspirar a controlar/presidir el partido. Se enmascararían las intenciones reales con justificaciones de índole  organizativa. La presidencia del partido hace gala del poder de quitar y poner personas, y esa medida no cabe duda de que puede servir, como en este caso, para fines espurios, quedando sólo poner palabras elevadas a lo que son ajustes de cuentas con los postulantes, por lo que lo de partido presidencialista lo confunde con personalista. Eso es lo que parece estar sucediendo. Lo que sí queda meridianamente claro es que de la posibilidad de apartarse y dar el relevo a otros, ni hablar, que la tarta es demasiado golosa como para ponerse a dieta. En el escenario de remoción de puestos hay perdedores y las vacantes han de cubrirse, por ello, Ástrid siempre tendrá apoyo interno en forma de moscones alrededor que aspiran a cubrirlas. La visión de esos posibles candidatos es tan cortoplacista que no imaginan que ellos van a ser los siguientes en ser amortizados en el momento en que no convengan a sus intereses.

Uno de los mayores de mi familia afirmaba que la política era muy sucia. Lo decía siempre, con Franco y sin él. Yo añadiría que es la mala política la que sufre de falta de higiene. La Roma imperial, salvando la comparación con un islote perdido más allá de las Columnas de Hércules, ya era un ejemplo de cuchilladas -nada figuradas- por arrimarse al poder. Lo de aquí, no es que sea poder -lo será para los mediocres- lo de aquí se sustenta en colocar trampas a diestro y siniestro o arrojar al vacío a los oponentes para agarrar un sueldo público para toda la vida, aunque se llenen la boca con elevados principios de servicio público. Lo de aquí es la pela y el figureo y, puestos a ser honestos, ahí quedan retratados casi todos, llámense Ástrid o Jacobo o en el resto de los partidos. Dicho lo cual, lo de la una con el otro es un plus en esta infame forma de estar en política, pues, no contenta con el sueldo, debe eliminar rivales, que así debe considerar a cualquiera que destaque un poco, así sea por salir mucho con el chaleco amarillo en la prensa local. Le mata el éxito ajeno porque deja en evidencia sus limitaciones.

No hay militantes, candidatos, ni cargos orgánicos o públicos, sino instrumentos para eternizarse en un cargo y percibir los correspondientes emolumentos, y los quiere a todos a su servicio. Soy de los que creen que otros idearon un plan de salida sin medir las armas con las que Ástrid iba pertrechada. La ascendieron hasta la presidencia del Parlamento como una estrategia para el olvido y la defenestración posterior como presidenta insular. Y todo ello por borde, porque ha hecho de las malas artes y la marrullería su carta de presentación. Tiene los votos de los que siempre votarán al PP esté quien esté, pero el partido está hundido.

La antigüedad, que en política es un grado, también dota a sus protagonistas de algo de cabeza para las maniobras, y Ástrid, no sólo desembarcó en un puestazo magníficamente remunerado, sino que no le hizo perder su horizonte ni los asideros ni el control del partido en Lanzarote. Si otros urdieron una maniobra para apartarla, de momento, han fracasado.

Calcularon mal quienes creyeron que Ástrid Pérez no iba a ser consciente que lo del Parlamento se acaba en cuatro años y que le cegaría el brillo del cargo, pero lejos de ello tuvo claro que no iba a soltar nada de lo de atrás porque sería un evidente riesgo de quedarse en la calle en las próximas elecciones, lo cual significaría quedarse sin el sueldo y en el paro, pues no se le conoce que tenga habilidades para una supuesta actividad profesional a la que regresar. A saber si se enteró de que preparaban su relevo y que la apuesta era Jacobo y por ese motivo se lo cargó antes de que movieran ficha. Sólo así se entendería la aparente tranquilidad de Jacobo en sus manifestaciones públicas y la intervención del presidente regional con su velada censura.

Ástrid controla mucho, y eso le permite hacer sus cálculos sin olvidar el daño que ha infligido en el partido y al partido. Debe haber cola de damnificados esperando a ver cómo cae, cuando caiga, y si es que cae. Ha sembrado mucha discordia y bien le está yendo, pero ni durará toda la vida ni se seguirá yendo de rositas eternamente. En las próximas, no lo duden, irá la primera a Arrecife y la primera al Parlamento. Al Cabildo no, que le incomoda en demasía. Ahí pondrá a un perfil bajo, gris, dócil y con poca proyección pública, por lo que creo que Ángel Vázquez no es el nombre y Jacobo ya cayó en desgracia.

Me resulta en exceso poético para un personaje de su condición atribuirle aquello de que es un verso suelto en el PP, pero no se me ocurre una fórmula cruda para calificar su paso por la política. Lo cierto es que al PP insular lo tiene hecho un poema y no se aprecian visos de que algo de talento florezca en ese erial en que lo ha convertido. Yo, más bien, diría que es una piedra en la talega de las lentejas, y ya saben quienes cocinan con productos de proximidad que el montón se echa sobre la mesa y se aparta grano a grano hasta dar con las piedras para proceder a eliminarlas. Para eso también se necesita habilidad y, probablemente, las mismas dosis de mala leche de las que ella viene haciendo gala con aparente indiferencia y éxito sin par. Todo, como lo haría un hombre sin escrúpulos y, por qué no decirlo, cabronazo. Ya hemos logrado la igualdad plena.

 

Comentarios

Tres opciones: Astrid es la bruja maruja que corta las amapolas altas como dice este artículo despechado, Astrid encubre uno o varios casos de corrupción, o Astrid tiene experiencia política para entender cuando en su partido surgen perfiles como Dimas Martín que son demasiado personalistas y, si acabaran corrompidos, le hunden el partido como pasó con el PIL. Yo digo que es lo último, y creo que su error fue irse al parlamento. Puso su carrera por encima del partido. Pero es verdad que Yonathan cambió con el poder y Jacobo fue una mala influencia. Yonathan se olvidó de la pobreza de donde salió y quiere aparentar ser pijo como Jacobo que nació en una cuna de oro.
Se jodan!!!! Ja ja ja
Se fue por error al Parlamento, jajajaja. Se fue por perras. Menuda es.
En las elecciones generales de 23 J 2023; la isla de Lanzarote fue el único territorio del Estado Español donde todos los municipios confiaron mayoritariamente en el Partido socialista ¿Efecto del PP presidencialista del que presume doña Astrid? Si se considera presidencialista y tuviera orgullo, deje el PP y preséntese con sus siglas y veriamos cuantos la votarían.
A Ástrid ya han comenzado a llamarla la presidenta Nescafé. Un sueldo para toda la vida.

Añadir nuevo comentario