La vida en los detalles 1
"Un modesto terreno, una fama minúscula,
una breve campaña de penas y alegrías
es ya abundancia y es ya suficiente.
La costa le preocupa al marinero
y al soldado las balas. Pide más
y no desearás más vida que la ajena."
Emily Dickinson (Fragmento del poema "La vida en los detalles")
Ando algo perdida con este artículo, tengo más o menos claro lo que quiero decir, pero las palabras no fluyen como desearía. Quizás no sea el momento y deba esperar. Voy a intentarlo. A veces también me pierdo con los libros, comienzo uno y lo dejo, hasta que llega el día de retomarlo y entonces se presenta distinto, y es leído como si no hubiera mañana.
Empecé a pensar en este artículo hace muchos meses atrás al ser testigo de una de las muestras de amor más bonitas que acontecen en la ciudad de Arrecife cada mañana. Cuando hace dos años, en lo laboral, nos trasladaron a otro edificio, el cambio no me supuso un problema. En vez de caminar unos 800 metros en línea recta hacia el sureste, me dirijo hacia noreste, lo que me permite disfrutar de bonitos amaneceres. Y no solo ves un nuevo paisaje y nuevas caras, sino la vida misma en detalles que abrazan el alma.
Me explico, el primer día que estrené recorrido, me pareció extraño ver preciosas muestras de amor a horas tempranas de la mañana. Cuando estuve muy cerca, comprendí que no eran parejas enamoradas, sino madres y padres que esperaban junto a sus hijos la guagua, y mientras lo hacían regalaban ternura. Observé que la guagua que llegaba no era la habitual, sino una con el rótulo del Cabildo de Lanzarote, porque eran los hijos quienes se subirían a ella para ser trasladados al Centro de Discapacidad Intelectual de Tahíche.
Tengo la gran fortuna de disfrutar casi a diario de esas expresiones de amor subliminales, primer regalo del día. El segundo regalo es ver elevarse el sol sobre una de las marinas más bonitas del mundo, y hay otra suerte de regalo inherente a las escenas de amor descritas, ser testigo de cómo el dinero público es destinado a ofrecer cuidados a las personas que lo necesitan.
Es el pago de impuestos lo que permite que los servicios básicos de un país funcionen. Infraestructuras públicas como hospitales, centros de salud, centros especializados, colegios, universidades, etc., estarán mejor o peor dotados en función de cuánto dinero destinemos a ellas y cómo de bien se gestione ese dinero.
Bajo el principio de igualdad explícito en la Constitución Española, que establece que todos nosotros, de acuerdo a nuestra situación económica, debemos contribuir al sostenimiento de los gastos públicos, resulta llamativo ver con qué rotundidad muchas personas se manifiestan apelando a la Constitución bajo la premisa de que España se rompe, y no nos pronunciemos con la misma contundencia y vehemencia por el cumplimiento artículo 31.1 de la misma Constitución que nos interpela a todos a contribuir con nuestros impuestos al bienestar del país. Y lo digo, porque hace muy poco que el Observatorio Fiscal de la Unión Europea hizo público que en España se batió un nuevo récord: 140.000 millones de euros procedentes de las grandes fortunas, de los ricos de este país, han sido desviados a paraísos fiscales, la cantidad más alta de las últimas décadas. Lo que se traduce en que más de 3.400 millones de euros no han podido ser recaudados e invertidos en servicios públicos. Sí, España se rompe, pero entre ricos y pobres.
Hay que ser poco patriótico para arrebatarle a otro español la posibilidad de que pueda ser bien atendido en un hospital público, en una escuela, o en un centro especializado. Hay que ser poco empático y muy cretino para jugar con la salud y calidad de vida de los hijos de los demás, para despojar a las nuevas generaciones de una buena educación y salud; sobre todo hay que ser idiota para no ocuparse del bienestar de los españoles en su conjunto, aunque coloquialmente llamemos a estas personas que utilizan todas las maniobras posibles para evadir o robar de lo público, "listillas".
Si no cuidas el país donde vives, si idiota, etimológicamente, proviene del griego "idiotes", que significa aquel que no se ocupa de los asuntos públicos, sino solo de sus intereses privados, sería lógico pensar que la verdadera minusvalía intelectual no la tienen los jóvenes que veo casi todas las mañanas despedirse de sus padres para dirigirse al Centro de Discapacidad Intelectual en Tahíche, por cierto, financiado por fondos públicos, sino quienes con sus artimañas para incumplir con la Constitución, ponen en riesgo el bienestar general y progreso de toda una sociedad.
Afortunadamente, no todos los españoles somos idiotas. Por eso funcionan más o menos los servicios más básicos. Por eso me quedo con lo bello, con el amor de esas madres y padres que esperan la guagua y confían que sus hijos serán bien atendidos en el centro al que se dirigen. Deben ser ciertas las palabras de la ensayista estadounidense Elaine Scarry, cuando escribe "la percepción de o la presencia de lo bello implica una invitación al juego ético bello."
Ahora que se avecina la Navidad y se escriben cartas a los Reyes Magos, me pido el regalo ético y bello de acabar con los paraísos fiscales.
Comentarios
1 Luis Rego Mar, 12/12/2023 - 11:10
2 Banana Mar, 12/12/2023 - 16:43
3 FJBarbadillo Jue, 14/12/2023 - 07:57
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