La Graciosa: encadenando privilegios
La Playa Lambra, de La Lambra o del Ámbar (según Viera y Clavijo), que vaya usted a saber cuál es el nombre original, queda retratada en algunas guías como un lugar salvaje, con formaciones dunares, muy poco frecuentado, con ambiente solitario y tormentoso que disfruta de dos medidas de protección, donde se puede disfrutar de una naturaleza virgen. Media hora de bicicleta, una a pie, o diez minutos en coche son las posibilidades que se anuncian para llegar desde Caleta del Sebo, pero dependiendo de quién lo haga, omitirá o no la parte del acceso motorizado. "Paraíso alejado de todo ajetreo y sin carreteras" es otra definición de La Graciosa. La mayor parte de quienes publicitan La Graciosa saben que la información es más valiosa si ponen en evidencia el lado más natural, y no digo salvaje porque eso es lo que me viene pareciendo la relación de los graciosos con su medio. Otras guías ponen en evidencia la facilidad de acceso a pie, una fórmula más que habitual y esperada en esta pequeña isla de la que no parece que sus visitantes piensen que encontrarán un tranvía. Todo lo contrario, detestan los vehículos, la pérdida de autenticidad y la masificación. Recordemos que el parque móvil ronda los 145 vehículos, un disparate desde cualquier perspectiva, y donde ni tan siquiera está regulado el uso que se realiza para transportar turistas ¿Ganancias en B y servicio ilegal?
Pues esta playa, tras el cierre del acceso a vehículos por parte de la Demarcación de Costas de Canarias, algo que a priori debemos aplaudir, ha hecho perder la cabeza a Jacobo Medina, colocado por Ástrid Pérez en la oposición en el Cabildo de Lanzarote y colocado, igualmente, como asesor de la alcaldesa de Arrecife. Creo que podemos dejarlo en "colocado". Jacobo Medina es del PP, pero como si fuera de otro planeta, o de La Graciosa. Medina no sabe cómo lastrar al gobierno del Cabildo, así sea poniéndose del lado del pueblo graciosero en su pelea por ampliar sus privilegios en aquella mala réplica de la aldea gala de Ásterix y Obelix, pero menos idealizada y bastante más despropositada y canalla. Pero, válgame Dios, no se puede censurar a los gracioseros porqué es tabú. Pobres. Recibieron suelo gratis para sus viviendas, suelo que algunos vendieron, construyeron lo que quisieron, como quisieron y cuando quisieron, teniendo muchos de ellos vivienda en Lanzarote. Los políticos de pro del momento compraron lo que pudieron, políticos de por aquí y de más allá.
Alquilaron lo que edificaron fuera de todo control y sin fiscalización alguna. Llenaron la isla de vehículos, más como muestra de su estatus que por necesidad de desplazamiento y ahora se manifiestan como quien lo hace porque no pudieran acceder con sus vehículos a un servicio de primera necesidad, el cual parece ser la Playa del Ámbar.
La Graciosa es una isla, pero jurídicamente no es la octava isla por mucho que el estatuto de autonomía haga esa declaración de intenciones, lo cual no significa que no tengan los mismo derechos que el resto de los habitantes del archipiélago. Lo que quieren olvidar es que tienen obligaciones y deberes y un extraordinario compromiso como celadores de un territorio muy frágil, compromiso que no quieren cumplir. Eso no entra en sus esquemas a la vista del victimismo del que han hecho gala durante décadas y que tan buenos resultados les ha generado. Ahora, estos ciudadanos de primera, que venden que son de segunda, encuentran a su escudero en Jacobo Medina, que teniendo muchas posibilidades de poner colorada a la presidenta del Cabildo por lo que nos parece que no hace, utiliza como arma este asunto del cierre con el que logra mostrar su escasa inteligencia política y de la otra.
Los vecinos alegan que desde 1958 ya existía la pista para acceso de vehículos. Me queda por saber qué se considera como vehículo en esos años, en los que dudo que existiera nada, más allá del carro, el burro y el camello, aunque da igual lo que hubiera si ahora toca preservar un territorio. Se quejan los gracioseros de que se adopten medidas de protección sin una consulta a la población, lo cual defiende Medina.
"Playa Lambra no se toca" rezaba una pancarta. Pues eso, por playa Lambra, ni un coche. A mí lo que me parece es que las medidas de conservación del patrimonio natural o cultural deben ir siempre por delante de la demanda ciudadana, tal y como ha pasado ahora, porque puede que esta última no llegue nunca, pues no imagino al pueblo manifestándose a favor de la adopción de medidas de protección, o para poner límite a los visitantes.
No se puede hablar de La Graciosa, no se puede hablar de La Graciosa... pues vale ya. Que se abra la veda, que esto ha dejado de ser un tesoro natural para convertirse en el particular cofre del tesoro de algunos. Empecemos a contarlo.
Comentarios
1 Anónimo Lun, 02/01/2023 - 09:23
2 Ámbar Lun, 02/01/2023 - 15:20
3 Anónimo Lun, 02/01/2023 - 15:25
4 X Lun, 02/01/2023 - 16:57
5 Anónimo Mar, 03/01/2023 - 15:44
6 Francisco Gomez Mié, 04/01/2023 - 16:57
7 Charo Mié, 04/01/2023 - 23:46
8 Anónima Jue, 05/01/2023 - 11:42
9 Lagunero Jue, 05/01/2023 - 14:35
10 Antonia Jue, 05/01/2023 - 18:07
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