Ana Carrasco

Conversaciones

Conversando con amigos y amigas ha surgido la cuestión de si, hoy en día, tiene sentido seguir insistiendo en hablar de patriarcado o si, por el contrario, es mejor hacer uso del término "dominación": No todos los hombres tienen una conducta patriarcal. Generalizar podría percibirse como una ofensiva a lo masculino.

Siendo cierto que no todos los hombres son iguales, meridiano es que el sistema de dominación de los hombres sobre las mujeres, o sea el patriarcado, ha determinado cómo es el mundo: desde la economía, hasta la botánica. Tanto es así, que el naturalista sueco Carl Von Linné, famoso por su esquema de clasificación taxonómica basado en los órganos sexuales de las plantas, tuvo en cuenta los estambres, órganos masculinos, para determinar "la clase", y los pistilos, órganos femeninos, para determinar "el orden". Por supuesto, en la jerarquía taxonómica, "la clase" está por encima de "el orden".

El patriarcado, en palabras de Sara Berbel y Bernat Castany, autores de "Obedecedario patriarcal", es el caso de bullying más largo de la historia. Sabemos el daño que ha provocado, sabemos de su perversidad, de su afán por destruir mundos posibles: La revolucionaria e insolente Olympe de Gouges, insolente por escribir en plena revolución francesa la "Declaración de los derechos de la Mujer y de la Ciudadana", 1791, solo sustituyó "hombre" por "mujer" y la palabra "ciudadano" por "ciudadana" del texto original. A Olympe, guillotinar la "o" le costó su propia cabeza.

Y en tiempos modernos, el patriarcado sobrevive, a veces de manera tan sutil como en la noción de "consentimiento", que se usa en los juicios sobre violaciones. Porque, como dice la filósofa Laura Llevadot, las mujeres, al igual que los hombres, desean o no desean tener sexo.

Pero el objeto de este artículo no es escrutar el término patriarcado, sino comentar lo que parece ser una secuela más del sistema patriarcal. El investigador y escritor, Richard V. Reeves, en su último libro, "Hombres" profundiza "por qué el hombre moderno lo está pasando mal, por qué es un problema a tener en cuenta y qué hacer al respecto", (Deusto, 2024).

El patriarcado ha sido una gran desgracia para las mujeres, pero también para los hombres, por la inoculación de mandatos irracionales, y el establecimiento de roles predefinidos. Situados en esos roles, los hombres modernos viven desorientados. Esa es la tesis de Reeves. Y algo está pasando, señala el autor, porque si bien las mujeres han tenido que luchar contra la misoginia, en la actualidad son los hombres los que se están quedando rezagados en educación y perdiendo terreno en el mercado laboral. El papel de las madres se ha modernizado, y el viejo rol del hombre como mantenedor y proveedor se ha desmantelado. El reequilibrio de las relaciones de poder entre hombres y mujeres en las últimas décadas ha dejado obsoletos los antiguos modos de masculinidad. Desde el punto de vista de Reeves, los cambios estructurales culturales y socioeconómicos son la principal causa de que muchos hombres busquen en la actualidad un anclaje social más sólido, una mayor certidumbre sobre cómo estar en el mundo. Y defiende una batería de propuestas para reconducir el malestar masculino, algunas de ellas controvertidas.

Mientras este asunto del malestar de los hombres empieza a ocupar espacio en los medios de comunicación y en la literatura, los partidos de ultraderecha se aprovechan del discurso: Culpabilizando a las feministas de criminalizar la masculinidad, abogan por el restablecimiento de los roles tradicionales de género. Quizás sea por esto que los votantes de esos partidos sean principalmente varones y jóvenes.

Y seguimos mirando con horror, los datos actuales de violencia de género. En España han sido asesinadas 31 mujeres desde el 1 de enero de 2024 hasta el día de hoy. Duro ha sido el reciente doble asesinato cometido por un comisario de Policía jubilado a su pareja y expareja. Inquietud también porque, si hablamos de violación, en bastantes casos, sucede que las víctimas de violación, ni siquiera son deseables para el violador, este solo quiere castigar, y penetrándolas a la fuerza se venga de una mujer, sea quien sea. Siempre la mujer ha tenido la culpa. Empezó con Eva.

Pero volver al pasado no toca. Igual, la solución ante el malestar varonil, sea que los hombres se adapten a las nuevas realidades, se liberen de los mandatos impuestos por el patriarcado (fuerza, poder, autoridad y dominio) y asuman desde una nueva masculinidad sus nuevos roles sociales.

Se trata de un asunto complejo, delicado y polémico como para dejarlo aquí. Imposible resumir en pocas líneas la riqueza de las múltiples percepciones que suscita este asunto en una conversación.

 

P.D. La obra de Miguel Delibes "Las guerras de nuestros antepasados" expresa muy bien el sufrimiento de su protagonista, Pacífico Pérez, al ser acosado por su abuelo y padre para que se convierta en un hombre de verdad, preparado para su guerra. En el mes julio tuve la oportunidad de asistir al teatro y disfrutar la obra bajo la interpretación maravillosa de Carmelo Gómez y Miguel Hermoso.

 

Comentarios

Magnífico artículo y ojalá que nuestros jóvenes sean capaces de una vez de entender la palabra “ igualdad”. No vale solo con decirlo hay que vivirlo y sobre todo eliminar de las redes sociales los roles de superioridad masculina .

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