Matías Reyes

Como dilapidar el caudal de votos según Ángel Víctor Torres

Lo de Ángel Victor Torres empieza a ser la crónica de un fracaso. El que se ha venido labrando él solito. Bueno, no solo, sino en compañía de sus fieles Valbuena y Franquis, que vienen a ser como las máquinas desbrozadoras que abren camino en la selva, destrozando todo lo que encuentran a su paso para que detrás hagan su aparición los especuladores. Antes llegaban, biblia en mano, y mientras los colonizados enviaban plegarias al nuevo dios, los recién llegados arrasaban con todo.

Debo reconocer que la vida pública, no sólo la local, da mucho de sí. Y no tanto por la complejidad de la gestión como por la ramplonería -léase vulgaridad, simpleza y falta de calidad- de nuestros actores y actrices políticos/as.

Si el ministro de la presidencia del gobierno, Bolaños, salió escaldado ante un pulso estético a la presidenta de la Comunidad de Madrid, ahora, el que va a salir raboneando es el presidente del Gobierno de Canarias, no ya porque no le hayan permitido salir en una foto, sino porque la presidenta del Cabildo de Lanzarote se ha arremangado y mete al gobierno que aquel preside en los tribunales por lo que para Torres son unas jaulitas y unos aerogeneradores que hay que pintar en color terroso para que no se noten -nos toma por idiotas- y para la isla no son más que una hipoteca sobre su futuro.

En vísperas de unas elecciones, ese marcar posiciones significa que Dolores Corujo no se corta y pasa de anteponer las siglas del partido a lo que es su obligación de representarnos debidamente, y desde luego que lo hace cuando el presidente se pasa tres pueblos administrando lo que él cree su cortijo tal que espabilado medianero. Da igual que sea tierra o mar, autovías, molinos o jaulas marinas, si se hace a espaldas del pueblo y se justifica de forma torpe. Creo que Ángel Víctor Torres dilapida el caudal de votos logrado por su partido en las elecciones anteriores, lo que aceleraría el obligado relevo en el gobierno. Habrá quien en Lanzarote le vuelva a votar para que no gobierne ninguno de los otros, especialmente Coalición Canaria, pero olvida que el elector da lecciones a quien se cree con todo atado; a quien confía en la fidelidad del votante, no tan etéreo, pero sí muy cabreado, y en Lanzarote hay mucho mosqueo con las formas impositivas de Torres, con su impostura y su doble rasero.

Una cascada de infortunios para la isla vienen firmados por el gobierno del Sr. Torres y aquí hay quien, en su ceguera ideológica, partidista o conveniente, no lo quiere ver. Es cierto que en el Cabildo de Lanzarote todos los gobiernos vienen dando de lado la revisión del viejo PIOT y que no estamos al día en cuanto a la realización de los planes especiales que regulen aquellos aspectos relevantes de nuestro ámbito territorial, pero de ahí a que nos vengan con esos modos, va un trecho.

Cuando el penúltimo movimiento del gobierno de Ángel Víctor Torres ha sido declarar de utilidad pública un suelo en Las Caletas para instalar molinos eólicos, y ello contra el criterio del Cabildo, ampliamos la lista de agravios, porque lo que está haciendo es dar respuesta a intereses privados que traviste de interés general.

Un ¡ya está bien! es una forma contenida de decir que hay que ponerlo en su sitio, por lo que se me ocurre que, en el plano exclusivamente insular, cada cual vote lo que quiera, lo que le convenga o le interese, pero en las autonómicas, le aplique una merecida lección de lo mismo que nos viene dando: desprecio. Eso sí, democráticamente y voto en mano. Pero que sean dos tazas.

No le he preguntado, pero imagino que, por no votarle, no le votará ni la Sra. Corujo.

Comentarios

Se puede decir más alto pero no más claro

Añadir nuevo comentario