Ana Carrasco

Brindando por el buen uso de la ciencia

El Día Internacional de la Mujer 2021, a propuesta de ONU Mujeres, estará dedicado a "Las Mujeres Líderes: por un futuro igualitario en el mundo de la covid-19". Bajo esta iniciativa se pretende reconocer los enormes esfuerzos que realizan las mujeres en torno a la igualdad y a la recuperación de la pandemia que nos embarga.

El anuncio de la ONU me lleva a pensar no solo en líderes políticas, sino también en científicas como la bioquímica, Katalin Karikó, cuyo trabajo ha permitido la existencia de dos vacunas contra la pandemia en sólo diez meses. Su carrera científica no ha sido fácil, Katalin es una de esas mujeres que han trabajado durante años en la sombra. Aprovecho su actual reconocimiento para dar la bienvenida al nuevo año, a las vacunas y escribir unas líneas, de la mano de Clara Immerwahr, sobre lo que denomino y considero uno de los fenómenos más nefastos de la historia: el eclipse de género.

Verán... A mi padre le gustaba ver películas de guerra. En el cuarto de estar, viendo la tele, mi padre y hermano seguían la trayectoria de las bombas mientras mi madre hacía punto y yo me sumergía en el desinterés más absoluto hasta que, ¡por fin, una mujer! aparecía en escena. Casi siempre, las mujeres que asomaban por el postigo de la televisión eran jóvenes llorosas que despedían o recibían a sus valientes soldados. El papel de la mujer en esas películas, y en las otras, respondía a la cultura imperante que relegaba e invisibilizaba a las mujeres, incluidas las que tuvieran un papel de cine fuera de la pantalla.

Generación tras generación, mujeres que destacaron en el ámbito cultural, científico, económico-social fueron olvidadas e incluso despreciadas. Tremendo eclipse sumergió a la humanidad en una oscuridad desgraciada, empobrecida, que para colmo casi se hizo eterna. Ha sido en los últimos tiempos que hemos empezado a conocer mejor a aquellas mujeres que quedaron atrapadas en el agujero negro del patriarcado. Por eso brinco emocionada cuando veo a una de ellas salir de tan necia oscuridad.

Leyendo he descubierto a muchas mujeres. La que me ha conmovido recientemente es la científica Clara Immerwahr, que brilló ante mis ojos en Un verdor terrible, de Benjamín Labatut, pasando a formar parte de mi particular universo de estrellas.

Clara fue una víctima más del cretino eclipse de género. Nació en Polonia en 1870 y creció con el deseo de ser científica. Consciente de que las mujeres tenían prohibido entrar en la universidad, estudió Magisterio a la espera de que las catedrales del saber abrieran las puertas al género femenino, cosa que sucedió, y solo en calidad de oyentes, en 1896. Finalmente consiguió su sueño, convirtiéndose en la primera mujer doctora en química por una universidad alemana.

Se casó con el científico alemán y premio Nobel en Química, Fritz Haber, famoso por descubrir la producción de amoniaco a partir del nitrógeno atmosférico. Pero también por ser el padre de la guerra química: sintetizó el gas dicloro, utilizado por primera vez en la Primera Guerra Mundial en la batalla de Ypres, e intervino en el desarrollo de varios compuestos, entre ellos el fosgeno, el gas mostaza y el gas cianuro Zyklon A.

Haber defendía los ataques con gases químicos: "En tiempo de paz, un científico pertenece al mundo, pero en tiempo de guerra pertenece a su país". Su contribución al ejército alemán le valió el ascenso a capitán, mientras Clara, según varios autores vivía escandalizada por el papel de su marido. Escribe Labatut que cuando Haber regresó victorioso de la batalla de Ypres en la que murieron miles de soldados, Clara lo acusó de haber pervertido la ciencia al crear un método para matar humanos a escala industrial. El 2 de mayo de 1915, finalizada la fiesta en honor a Haber y a su patriotismo, Clara, bajó al jardín, se quitó los zapatos y se pegó un tiro en el pecho con el revólver de su marido.

Aunque, según leo, no se saben muy bien las circunstancias de los hechos y qué otras motivaciones llevaron a Clara al suicidio. Ella describe su frustración en una carta escrita a un amigo: "Yo he perdido lo que Fritz ha logrado en estos ocho años, e incluso más, lo que me deja con la más profunda insatisfacción [...] Fritz simplemente destruye la personalidad de cualquiera que sea menos asertivo que él, y éste es mi caso".

Hemos pagado muy caro este eclipse de género, que apagó la creatividad, la inteligencia, el buen saber y la ética de la mitad de la población humana mundial. De nada sirven ahora las lamentaciones, ni el arrepentimiento de instituciones y cuerpos eclipsantes. Solo cabe no repetir la historia y restituir moralmente a las olvidadas con máxima diligencia para dignificar a la humanidad. "Las injusticias se marchitan frente a la razón informada", no recuerdo de quién es la frase.

Si Haber fue el padre de la guerra química, Katalin Karicó es la madre de la vacuna. Muerte frente a Vida. Katalin, después de 40 años investigando en la oscuridad empieza a ser mundialmente reconocida. Y si esta mujer, migrante y a menudo desprestigiada, recibiera el premio Nobel, habrá una razón más para que pensar que el "eclipse de género" ha finalizado, al menos en una parte de la Tierra.

La sensatez de Katalin le lleva a ser prudente y humilde en cuanto a su descubrimiento: "Festejaremos todo esto cuando los sufrimientos humanos queden atrás, cuando los retos y el mismo periodo terrible que vivimos tengan fin. Esto ocurrirá, espero, este verano, cuando hayamos olvidado el virus y la vacuna. Entonces lo celebraré verdaderamente".

Así sea, brindando por el buen uso de la ciencia, feliz 2021.

P.D: Hoy en día, la figura de Clara Immerwahr empieza a ser conocida, y como mujer con vida de cine que fue, hay una película sobre ella dirigida en 2014 por Harald Sicheritz. En Alemania uno de los premios en prevención de la guerra nuclear lleva su nombre porque Clara es concebida como un ejemplo de protesta contra el mal uso de la ciencia. Otro premio que homenajea su persona es el premio anual Clara Immerwahr, otorgado desde 2011 por UniCat (Unifying Concepts in Catalysis) a jóvenes científicas que destaquen en su carrera por sus excelentes resultados en la investigación sobre catálisis. En el año 2015 el premio fue concedido a la española Anna Company Casadevall y en 2019 lo recibió otra española, María Escudero Escribano. Las dos brillan en el universo de la Ciencia, a hombros de Clara.

 

* Foto: Wikipedia.

 

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