Brevísima relación de la destrucción de Canarias
No es fácil encontrar en el mundo occidental una violación del territorio tan despiadada y sin complejos como la que se lleva produciendo en las Islas Canarias desde hace décadas.
Desde mediados de los años 90 el turismo y la construcción comenzaron a ser el motor de la economía canaria pasando de recibir 9 millones de turistas en 1995 a 15 millones en 2019. Esta barbaridad de cifras se hizo, no solo a costa de destrozar el patrimonio medioambiental de buena parte del archipiélago, sino también a costa de la pérdida de las peculiaridades culturales canarias debido sobre todo a la “parquetemización” que conlleva este modelo.
Con esta millonada de turistas y su correspondiente millonada de divisas se podría pensar que Canarias debería tener unos niveles de renta per cápita y de desarrollo humano punteros a nivel europeo, pero no, nada más lejos de esta realidad. Canarias ha estado, está y estará a la cola del estado en todos los indicadores socioeconómicos. La renta per cápita muestra una tendencia a la baja desde el año 2000 situándose en la actualidad en 19.000 € frente a los 28.000 € de media del estado. El porcentaje de población en riesgo de exclusión está en el 36%, solo por debajo de Extremadura, y la tasa de paro se sitúa en el 17% siendo la media nacional del 13%.
Todo esto quiere decir que la destrucción del territorio que se está llevando a cabo sin piedad no tiene ni siquiera la compensación de elevar la calidad de vida de sus habitantes, más bien al contrario, parece que la empeora. Este desequilibrio nos lleva a la conclusión de que son solo unos pocos los que se están beneficiando de este caduco modelo económico. Y no hace falta indagar mucho para percatarse de que es la oligarquía canaria la gran beneficiada y la que, imbricada con la clase política dirigente, está llevando a cabo la depredación del territorio.
La última tendencia de esta oligarquía caciquil es la de los megaproyectos. Grandes obras faraónicas para unas islas pequeñas y frágiles. Con una extensión similar al País Vasco en el archipiélago se han realizado, y se pretenden realizar, obras de ingeniería propias de extensiones continentales. Ya en la década anterior se culminó uno de los grandes disparates con la construcción del puerto de Granadilla en el ventoso sur de Tenerife. Una megaconstrucción que produjo un daño irreparable en la costa del sureste insular y que, a día de hoy, es el muelle con menos movimiento de mercancías de los 11 que hay en el archipiélago.
Por si fuera poco, ahora se pretende la construcción del circuito insular de Tenerife, también en el municipio de Granadilla , apto para carreras de Moto GP y Formula 1.
En Gran Canaria, con un territorio bien machacado, está prevista la construcción de un tren que una la capital con los espacios turísticos del sur, como si estuviéramos en Hokkaido.
Fuerteventura no da abasto en ideas y ya roza de lleno el esperpento que podría tomarse con humor si no fuera por el daño irreparable que se puede causar a la isla. Al parque temático relacionado con la industria del cine Dreamland, que se iba a construir en pleno borde del parque natural de las dunas de Corralejo, y su disparatada declaración de bien de interés insular por parte del cabildo, hay que sumar el plan de ampliación del muelle de Corralejo e, incluso, se plantea la idea de construir un puente que una las islas de Fuerteventura y Lanzarote. Según palabras del presidente del Cabildo, de esta forma se ofrecería a los turistas dos islas por el precio de una. La venta del territorio en un mercadillo.
Tampoco Lanzarote se escapa a esta moda. El plan de construir una autopista de 8 km y 6 carriles que una el aeropuerto con el hospital va a arrasar un territorio natural clave para la circulación de la arena del jable. Hay otras posibilidades, más racionales y económicas, pero no, se opta por la más faraónica.
Si se analiza a quién beneficia esta megalomanía se llega a la evidencia de que no son obras para el progreso de todos, como se hartan de vociferar los interesados en ellas, sino que todas redundan en enormes beneficios económicos para unos pocos, para esa oligarquía caciquil. La única beneficiada de toda esta destrucción.
Con poco más de 7500 km2 de extensión repartidos en 8 islas paradisíacas y geológicamente muy frágiles, la consecución de estos megaproyectos supone un delito irreversible contra la naturaleza. Hay que decir NO a este modelo que destroza el territorio canario y solo beneficia a ciertos bolsillos ya bien llenos.
* Profesor de Historia en el IES Las Maretas (Lanzarote)
Comentarios
1 Anónimo Sáb, 20/05/2023 - 11:28
2 Irma Ferrer Sáb, 20/05/2023 - 12:31
3 Isla perdida Sáb, 20/05/2023 - 14:28
4 Anónimo Sáb, 20/05/2023 - 23:40
5 c Dom, 21/05/2023 - 08:07
6 Sin esperanza Dom, 21/05/2023 - 11:51
7 Manuel Plasencia Dom, 21/05/2023 - 13:12
8 Timbaiba Dom, 21/05/2023 - 17:19
9 Anónimo Dom, 21/05/2023 - 19:08
10 Bufonadas. Lun, 22/05/2023 - 06:53
11 Bufonadas Lun, 22/05/2023 - 07:01
12 RBL Lun, 22/05/2023 - 08:17
13 Anónimo Lun, 22/05/2023 - 11:05
14 Pez Ojiplático Lun, 22/05/2023 - 20:25
15 Pez Ojiplático Mar, 23/05/2023 - 15:38
16 Ana Tardón Sáb, 27/05/2023 - 22:24
Añadir nuevo comentario