¿Yonathan de León, el alcalde de Teguise?
En los últimos meses, los vecinos del centro de Arrecife hemos asistido a una transformación de nuestra ciudad. Cada fin de semana, la playa del Reducto se convierte en el escenario de algún nuevo evento: desde la Feria de Abril hasta la fiesta ochentera, San Juan o el Summer Fest cada uno con un coste superior a los 250.000 euros. No estamos en contra de la celebración ni de la vida cultural, pero cuando estas actividades se vuelven constantes, el impacto en la vida cotidiana de quienes residimos en el centro es considerable.
Llevamos años en el centro de Arrecife y no tenemos problema con las fiestas tradicionales que forman parte de nuestra historia: San Ginés, el Carnaval o la Navidad son celebraciones que asumimos con orgullo y respeto, sabiendo que son parte de nuestra identidad. Sin embargo, lo que no podemos entender es que cada fin de semana el centro de la ciudad, un espacio residencial, se transforme en una discoteca al aire libre, interrumpiendo el descanso de sus vecinos.
Curiosamente, cuando hemos trasladado estas preocupaciones a nuestro alcalde, Yonathan de León o su gente cercana, sus respuestas han sido un tanto sorprendentes: “Súmense a la fiesta”, "vivan en un Barrio". Es decir, que en lugar de buscar una solución de equilibrio entre el ocio y el descanso, parecen decididos a seguir adelante sin contemplaciones. Su actitud podría interpretarse como una desconexión con la realidad que vivimos en el centro, y es fácil entender por qué. Después de todo, él no vive en Arrecife; Yonathan de León, nuestro alcalde, reside en Costa Teguise, un tranquilo núcleo residencial en el municipio vecino de Teguise y alejado del Arrecife del que tanto pregona sentirse orgulloso vecino.
Y claro, es normal que el alcalde se mantenga ajeno a nuestra situación. A su casa en Costa Teguise no llegan los estruendosos ruidos de los festivales ni la vibración en los cristales causada por los bajos de las actuaciones que él mismo promueve. Desde la distancia y la tranquilidad de su residencia, no percibe cómo el centro de nuestra ciudad se ha convertido en una celebración constante de actividades y actos sin mayor propósito que el autobombo y la promoción política de quienes los organizan.
Para facilitar esta avalancha de eventos, el ayuntamiento ha llegado incluso a crear o cambiar el destino de nuevas concejalías: una de Eventos y otra de Comercio. Sin embargo, en lugar de dinamizar el comercio en horario de la apertura de los mismos, como sería lógico, estas concejalías han optado por organizar festivales y conciertos cuando los comercios y restaurantes de nuestra ciudad ya están cerrados. Lejos de fortalecer la economía local o dinamizar la ciudad, se limitan a llenar los espacios públicos de ideas copiadas de otros lugares en y momentos que no aportan beneficios tangibles a los negocios que operan en el centro y si suciedad o problemas a los mismos.
Los vecinos del centro de Arrecife pedimos equilibrio. No queremos una ciudad que renuncie a la cultura y la vida pública, pero tampoco queremos vivir en un escenario de festivales, conciertos y ocurrencias constantes que afectan nuestra calidad de vida. Necesitamos un liderazgo que escuche, que entienda nuestras realidades y que se comprometa con un Arrecife donde el ocio y el descanso puedan coexistir.
¿Queremos un alcalde que vea Arrecife como su hogar o uno que mire desde lejos y de espaldas? La respuesta, para muchos de nosotros, es clara: Arrecife merece un alcalde que se preocupe por quienes aquí vivimos, que escuche nuestras voces y que valore nuestro derecho a disfrutar tanto del dinamismo de la ciudad como de la tranquilidad de nuestro hogar. Un Alcalde que gobierne el municipio en el que duerme por las noches.
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