Los datos no son muy esperanzadores para la estabilidad en las familias. En las Islas, las rupturas matrimoniales superaban en 15 puntos la media nacional a finales del año pasado. El año que estalló el Covid, en Lanzarote hubo casi tantos matrimonios (345) como divorcios y separaciones (303). La pandemia aceleró cambios en las formas de vida, también en Lanzarote. Se implantó el teletrabajo y en muchos hogares hacen malabares para intentar conciliar la vida laboral y familiar. De forma paralela, el aumento de la presencia de animales en las casas es un hecho. La natalidad desciende y si antes se veían calles con familias paseando carritos de bebé, ahora compiten, más que nunca, con las mascotas. Los nuevos modos de vida están cambiando el paisaje social de Lanzarote, aunque hay tendencias que no son exclusivas de la Isla.

Los nacimientos en el conjunto del país y en el Archipiélago están en mínimos. Canarias es la tercera comunidad autónoma con mayor descenso de la natalidad, según los últimos datos públicos. En el primer semestre de 2022, con 5.732 niños y niñas que vinieron al mundo en las Islas, retrocedió un 3,8 por ciento. En Lanzarote las cifras muestran un descenso paulatino de la natalidad: hace dos décadas nacían 12,6 niños al año por cada 1.000 habitantes. En el último ejercicio del que hay cifras, ese índice había caído ya al 8,4 y bajando.

Otro dato que es más que una curiosidad: en el año 2003, de las 1.459 criaturas nacidas en Lanzarote, más del 52 por ciento tenían madres que estaban casadas. En el primer año de la pandemia, de los 1.197 bebés nacidos en Lanzarote, una cifra de nacimientos inferior pese al aumento de la población de la Isla en las dos últimas décadas, apenas el 35 por ciento tenía madres casadas. El cambio en la tendencia es significativo de cómo se configuran las nuevas unidades familiares en la Isla.

En los últimos tiempos se percibe también una evolución del modelo familiar, con más situaciones de familias monoparentales, que están compuestas por un solo progenitor, sea la madre o el padre, y uno o varios hijos. La Asociación de Familias Monoparentales de Canarias (Afamocan) trazó un perfil que estaba predominando: mujer soltera, menor de 41 años, en situación de desempleo y con dos hijos a su cargo. La dependencia de ayudas económicas las situaban en una posición de vulnerabilidad. A escala estatal, el Instituto Nacional de Estadística (INE) apunta que este tipo de hogares ha aumentado un tres por ciento al año y que más del 81 por ciento está formado por una mujer y sus descendientes.

También hay otro perfil de familia monomarental: la que se forma por elección propia. Es el caso de Carmen Rodríguez, quien a sus 29 años tomó la decisión de ser madre. La inseminación artificial era su mejor opción, con semen de un donante. Acudió a una clínica privada y se costeó ella misma el proceso. Tiene un trabajo estable aunque no gana más de 1.200 euros al mes y hace frente a un contrato de alquiler. “Algo que tenía claro es que no quería ser madre más tarde. A día de hoy no me arrepiento. Siempre quise ser madre antes de los 31. Comencé pronto porque imaginé que me costaría quedarme embarazada. Pero no fue así, a la primera lo conseguí”, relata a Diario de Lanzarote.

La natalidad en Lanzarote ha caído de 12,6 a 8,4 nacimientos por 1.000 habitantes

“Ser madre soltera es muy duro, pero reconforta saber que no tienes que pelear a veces por la custodia o luchar por los gastos, como sucede con algunas de las parejas separadas que conozco”, dice Carmen. Sin embargo, reconoce que de vez en cuando se topa con preguntas repetitivas sobre quién es el padre de su hijo. “Mi hijo no tiene padre. Yo soy su padre y su madre. Sobre todo ocurre en gestiones burocráticas o documentación que hay que tramitar”, explica.

A día de hoy, Christian, su hijo, tiene cuatro años y Carmen reconoce lo bueno y lo malo de haber formado una familia sola. No obstante, asegura que “repetiría y volvería a ser madre soltera”, especialmente si su trabajo se lo permitiese y “tuviese un mejor sueldo, porque entre el alquiler, el colegio, el comedor y las actividades extraescolares, apenas da”. También se refiere a la conciliación laboral y familiar, “que es otro mito”. “Miré por mí, mi empleo y mi estabilidad, porque no en todos los trabajos te dejan salir un momento si tu hijo se pone malo o te ponen fácil hacerte cargo”, comparte Carmen de su experiencia como madre en solitario.

A sus 33 años, Carmen es de las pocas de su grupo de amigas que es madre. “El panorama de los nacimientos en mi grupo de amigas es que soy la única madre, pero es verdad que muchas de mis amigas sí quieren serlo a pesar de no tener pareja. Muchas tienen trabajos medianamente buenos y con unas condiciones con las que lo podrían asumir, pero no tienen pareja en la actualidad. Ser madre soltera está a la orden del día y seguramente lo será más dentro de unos años”, resume.

Los nuevos ‘hijos’

En este panorama, la natalidad desciende a un ritmo vertiginoso, los modelos de vida están cambiando y la presencia de las mascotas ha ido creciendo en los últimos años. A escala estatal se estima que los hogares tienen un 44 por ciento más de mascotas que antes de la pandemia de Covid.

Las causas, según los expertos, son muy variadas: desde la compañía que prestan, la facilidad que existe hoy en día para poder viajar con ellas o los lugares adaptados para animales, tanto en establecimientos comerciales, de restauración o alojativos. Si en el conjunto del país hay más de 29 millones de mascotas, en Lanzarote hay censados más de 46.000 perros y unos 9.500 gatos, así como 315 équidos y 365 animales de otro tipo.

Carmen Rodríguez, de 33 años: “Repetiría y volvería a ser madre soltera”

Si se estableciera un paralelismo entre el número de animales registrados en la Isla con la población, las mascotas son más que, por ejemplo, todos los residentes en el municipio de Arrecife. Un estudio sobre mascotas señala que la percepción general es que están consideradas como miembros más de las familias y que sus dueños resaltan el cariño, afecto y compañía que les dan. Eso sí, tener mascotas no es apto para todos los bolsillos. El gasto medio anual, para los propietarios, ronda los 1.282 euros al año, incluyendo el desembolso por comida, atención veterinaria y juguetes. Si se compara con el gasto medio de la crianza de un hijo en 2022, según el informe publicado por la ONG Save The Children, este asciende a 8.064 euros al año. En ambos casos, la alimentación se lleva el mayor porcentaje de los gastos. En las mascotas, el segundo mayor tipo de coste es el relacionado con los servicios veterinarios, mientras que, en los bebés, la higiene, la ropa y el calzado componen la segunda categoría más importante en cuanto a los costes de tener un hijo.

El Colegio Oficial de Veterinarios de Las Palmas apunta que, de 195 clínicas registradas en la provincia oriental, unas 22 están asentadas en la isla de Lanzarote. Si un padre o una madre necesitase acudir con su bebé a un pediatra particular, por ejemplo, en el municipio de Haría, tendría que desplazarse a otro municipio de la Isla, porque no hay. Sin embargo, en el municipio norteño sí existe un consultorio veterinario. Sin salirnos del norte de la Isla: en el último año tenía una población de 5.382 personas, frente a un censo municipal de 2.727 mascotas, de las que 2.284 son perros, tal y como se refleja en el Registro Canario de Identificación Animal, aunque no todos los animales están censados.

De los siete municipios de Lanzarote, si se toma como referencia la franja de edad de cero a nueve años y el registro de animales, el número de perros supera al de niños con creces. Únicamente si se extiende la franja de edad de los cero a los 19 años, en Arrecife la población infantil y juvenil rebasaría a la de perros censados: 13.412 frente a 11.910 canes. En Tías, con 21.083 personas censadas, solo 1.749 son niños y niñas de cero a nueve años, frente a los 7.351 canes que hay registrados en el municipio. En Haría, que es el municipio con menor población de cero a nueve años, hay 364 menores de esa franja de edad mientras que tiene inscritos 2.284 perros. Cada vez más, las mascotas sobrepasan a los bebés.