“El Parque Nacional de Timanfaya lleva muchos años sufriendo los problemas de contaminación, saturación, masificación turística... Siendo Lanzarote Reserva de la Biosfera y publicitándose como un lugar ajeno a las grandes ciudades, con parajes que se asemejan a la Luna, que contiene la visión de César Manrique donde la arquitectura se adapta al medio y no lo modifica, todo lo que está sucediendo en esta zona está contribuyendo negativamente a la imagen proyectada al exterior. Los diferentes puntos de vista de las administraciones: conservar el Parque Nacional y promocionarlo como producto turístico, hacen que desde 1980 no se haya podido llegar a un consenso. Sin embargo, se pueden combinar ambos puntos de vista para dar a conocer un lugar sin que sea degradado. Por ejemplo, el uso de las nuevas tecnologías ayuda a gestionar la visita de una manera cómoda, innovadora y sostenible”.

Cristina Viera ya es ex estudiante de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote y trabaja como relaciones públicas del Hotel Beatriz Playa, pero en su Trabajo de Fin de Grado (TFG) se preocupó por aportar una alternativa para cambiar la visita al Parque Nacional de Timanfaya, cuyo diagnóstico se refleja en sus conclusiones, que es el texto con el que comienza este reportaje. “Todos conocemos el problema de acceso a Timanfaya”, dice. En las horas puntas y en verano las colas sobrepasan la carretera de acceso. Y hay un problema mayor, que apunta: “El Parque está lleno de coches y no debería ser así”. Viera destaca que “como se espera dentro del coche, la visita ya cambia porque se puede entrar de muy mal humor...”.

Señala que en el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional se dice que el número ideal de vehículos para que la visita no esté masificada sería de noventa más ocho guaguas y que el aparcamiento está sobrecargado, porque llega a haber más de 140. Este Plan señala un número ideal de 10.000 coches al mes, cuando hay una media de 77.000. Así que el objetivo, para ella, está claro: “Hay que limitar el acceso al Parque”.

Desde 1980 se discute cómo se organiza la visita. Por una parte, dice Cristina, el Parque quiere limitar o hacer desaparecer los vehículos y por otra, los Centros de Arte, Cultura y Turismo quieren aumentarlos. En el proyecto encargado por los Cact a un estudio de arquitectura se plantea hacer un nuevo aparcamiento en El Chinero con 300 plazas más y otras 102 subterráneas. “Su idea es aumentar las visitas aún más, pero se degrada el medio ambiente y la vista deja de tener calidad para el turista”, asegura. Lo que ella propone es cambiar la visita y utilizar las nuevas tecnologías. En primer lugar, propone que la entrada se compre, con hora incluida, por Internet, y que se facilite al comprador un código QR con el que acceder, después de rellenar una serie de datos que también podrían servir para conocer más sobre los visitantes y ahorrar en estudios. La entrada estaría situada fuera del Parque, en dos puntos: Mancha Blanca y el Molino de Yaiza. De allí saldrían guaguas lanzaderas que completarían toda la ruta.

Cristina Viera propone en su trabajo de fin de grado prohibir el acceso de vehículos privados al Parque Nacional de Timanfaya, limitar el número de visitantes y comprar las entradas on line

Los coches no entrarían al Parque. La guagua sería abierta, “como las que hay en Londres, y allí llueve todos los días”, y eso “facilitaría hacer fotos que se suben a las redes y se hace promoción gratuita”. En cada guagua iría un guía “porque es importante explicar la historia del lugar”. Cada hora coincidirían solamente cuatro guaguas, dos desde cada entrada, lo que equivaldría a que entraran unas 1.200 personas al día, cuando hoy entran aproximadamente el doble (casi un millón de personas durante todo el año pasado). Después, habría visitas específicamente para ir a comer al restaurante El Diablo.

Cristina se entrevistó con la dirección del Parque Nacional, a quien dice que le gustó la idea y el uso de las nuevas tecnologías, pero no consiguió lo mismo de la dirección de los Cact. Cuando se le indica que su propuesta haría que disminuyeran los ingresos, dice que, en teoría, los beneficios del Parque deberían ser sólo para mantener el Parque y que “un aparcamiento en el Parque Nacional se ve muy feo”. Señala que los Centros funcionan como si fueran una empresa más para ganar dinero, pero que son “lugares naturales ideados por César Manrique, pero no empresas” y que no deberían estar mercantilizados