EDICIÓN IMPRESA

La pobreza llegó para quedarse: Lanzarote se ha acostumbrado a vivir con un 30% de paro

La hora de la comida en el comedor de Cáritas Lanzarote / Fotos: De la Cruz.
Saúl García 0 COMENTARIOS 09/06/2014 - 09:35

“El pobre ya no es sólo el que pide en la puerta de la Iglesia, ahora hay pobres con casa, con coche y sin trabajo”. La Cruz Roja es una de las instituciones que se ocupan de la pobreza en Lanzarote, y su presidente, Rafael Hernández, confirma que el perfil del pobre ha cambiado mucho desde el año 2008. Antes la pobreza era crónica, respondía mayoritariamente a personas con un origen social marginal del que no salían y ahora se llega desde la clase media y media alta. “Hay gente que no se esperaba verse en esta situación nunca”, añade Soraya Rivero, de Cáritas Lanzarote, que prefiere hablar de “empobrecidos y no de pobres: lo son porque algunos están enriquecidos”.

Según la última Encuesta de condiciones de vida del Instituto Nacional de Estadística, en Canarias algo más de una de cada cuatro personas vive por debajo del umbral de la pobreza. No hay datos sobre Lanzarote pero no es difícil deducir que son similares. El umbral de la pobreza corresponde aproximadamente a la línea que marcan unos ingresos anuales de menos de 5.000 euros para una sola persona o de menos de 9.000 para una familia con dos hijos. Se puede ser pobre y tener trabajo, como Sandra, separada, con dos hijos, un alquiler de 350 euros al mes y un sueldo de 700. O como Mario, que no trabaja desde hace cuatro años, cobra la Renta de inserción de 420 euros al mes y paga un alquiler de 300 euros.

Esa pobreza se ha instalado y convive en Lanzarote con los dos millones de turistas anuales, los hoteles de cinco estrellas, los puertos deportivos y los sueldos de 3.000 euros de muchos concejales. También convive con un desempleo del 31 por ciento, con 15.800 parados, con una ocupación hotelera del 90 por ciento, con contratos por horas, por días, con salarios de 600 y 700 euros por una jornada completa, con jornadas de cuatro horas que se convierten en ocho. Y convive con su pasado, con ese Lanzarote que no quería crecer más, donde los carteles de “Se busca personal” en los comercios se quedaban amarillos, donde muchos podían elegir en qué no querían trabajar, con esa Isla de un coche por habitante, la de la casa en la ciudad y en la playa, la de los sueldos de más de 2.000 euros para albañiles...

En Lanzarote se han instalado en la pobreza miles de personas de clase media, que necesitan el apoyo de los servicios sociales para llegar a fin de mes. Y otra pobreza enmascarada, arropada bajo el manto del apoyo familiar, es la vuelta a casa de los padres o de los abuelos. “Hay jóvenes menores de 40 años que no salen de casa de sus padres ni pueden salir porque no les llega”, dicen en Cáritas; y también la de mujeres sin pareja con niños a su cargo, y la de familias extranjeras sin arraigo y sin trabajo.  

Son personas que acuden, primero a la familia, y si no alcanza, a los servicios sociales de los ayuntamientos o a otras asociaciones. La situación debe ser mala cuando el Cabildo está redactando, junto a la Mesa insular contra la pobreza, un Plan de acción contra la exclusión social, con medidas como la negociación con los suministradores de agua y luz para que no corten por impago a ninguna familia estos servicios esenciales, y con incrementos en sus presupuestos desde los 300.000 euros de 2011 para ayudas de emergencia social  a los 480.000 del año pasado.

La pobreza alcanza a muchas familias de la Isla que nunca habían tenido problemas económicos

De los ayuntamientos, el más desbordado es el de Arrecife. Sólo en lo que va de año ha concedido 481 ayudas para alquiler, alimentación o pago de facturas, que suman 200.000 euros, pero no es suficiente si no se crea empleo. Son ayudas de emergencia y se pueden recibir hasta tres por persona. La concejal aclara que no es verdad que la mayor parte de las ayudas se concedan a extranjeros. También insiste en el perfil de personas de clase media alta, que han podido perder su casa, “y que no sabían ni que existían los servicios sociales”. Algunos no asumen la situación y, de hecho, han tenido que contratar a un guardia de seguridad. En las ayudas se da prioridad a familias con hijos menores de edad. También se preparó el año pasado el comedor de verano en algunos colegios con transporte incluido, pero hubo muchas bajas.

La Cruz Roja es otra de las instituciones que atiende casos de emergencia, unos cien en lo que va de año. Reparten alimentos, pañales, productos de higiene y dan ayudas económicas, “que se acaban muy pronto”, dice Rafael Hernández, que señala que las familias de la Isla piden la ayuda con maś discreción, por vergüenza. “Podemos tener vecinos en muy mala situación y no lo sabemos porque no lo dicen”.

Pero hay otra pobreza peor aún, o más llamativa. En el comedor social de Cáritas Lanzarote se reúnen cada día cincuenta personas, cincuenta hombres: sobre todo europeos, peninsulares y canarios, por encima de los 40 o 45 años. Algunos de ellos también duermen en la casa de acogida. Son antiguos trabajadores de hostelería, de la construcción y muchos autónomos, “que suelen llevar mal la situación porque están acostumbrados  a tener iniciativa”, según dice la concejal de servicios sociales de Arrecife, Ascensión Toledo.

Arrecife ha concedido en lo que va de año 481 ayudas de emergencia para necesidades básicas

Curiosamente, muchos son recién llegados a la Isla porque alguien les ha dicho que puede que haya trabajo o porque piensan que en una ciudad pequeña hay más oportunidades. Como Andrés, gaditano de 42 años. Tiene seis hermanos y todos están en paro, así que no le pueden echar una mano. Llegó a Lanzarote el 1 de febrero. Trabajaba, hace cinco años, en hostelería y limpieza, durmió cuatro noches en el aeropuerto y ahora busca empleo pero no ha logrado ni una entrevista. O como Ginés, canario de La Isleta, de 50 años, dos hijos, antiguo mozo de almacén, albañil y sobre todo luchador, en la vida y en el terrero, y monitor de niños. Ha llegado hace un mes. O Manuel, que come en Cáritas y cuida a su novia minusválida. Viven con la pensión de ella, que no alcanza. O trabaja o la cuida, y trabajo no hay. O Jose, antiguo viajante por la Península, que llegó a cobrar más de un millón de pesetas al mes. “Pero hay mucha gente que ni siquiera recuerda cuándo fue la última vez que le iba bien”, dice Eduardo Barreto, de Cáritas: “El otro día le cantamos el cumpleaños feliz a un polaco que ya no sabía cuándo se lo habían cantado por última vez”.

Tanto en la Cruz Roja como en Cáritas como en los servicios sociales del Ayuntamiento de Arrecife ven un problema añadido a la pobreza: la salud mental. Hay que empezar a derivar a pacientes que caen en depresión, que tiran la toalla. Ginés lo califica como “un maltrato psicológico”. “Baja el nivel de drogodependientes y sube el de la enfermedad mental”, dice Dolores, la presidenta Cáritas, que insiste en dar “salud, empleo y formación porque no se puede perpetuar la pobreza”.

Se reparte comida para 16.300 personas

Si los datos que ofrecen las dos entidades que se dedican al reparto de alimentos en la Isla son ciertos, o bien el problema es aún mayor de lo que parece, o bien hay mucho fraude o es que alguien está haciendo negocio de la solidaridad. El Banco de Alimentos y la Cruz Roja recogen y reparten los alimentos por dos vías: las donaciones de empresas y particulares y los alimentos que llegan del Ministerio a través del Fondo de garantía agraria, que en teoría viene de excedentes que compra la Unión Europea. Estas dos entidades reparten a las asociaciones que a su vez reparten a las personas necesitadas. El Banco reparte a 26 instituciones: las parroquias, varias iglesias evangélicas, colectivos de inmigrantes, otras asociaciones e incluso ayuntamientos. La Cruz Roja reparte a otras 13 diferentes. En total, reparten comida en toda la Isla 40 entidades.

Los servicios sociales municipales entregan una tarjeta a las personas que necesitan los alimentos y en base a esa tarjeta se reparte la comida y, en teoría, se evitan las duplicidades. El responsable del Banco, José Luis Trujillo, dice que en 2013 repartieron alimentos para unas 10.000 personas y la Cruz Roja dice que ellos para otras 6.300. El Banco abrió en la Isla en diciembre de 2010 con 11 entidades y atendiendo a 3.600 perdonas y ya ha triplicado sus repartos. La cuestión es si se ha triplicado la necesidad. Sólo en el primer trimestre de 2014 el Banco ha repartido 252.000 kilos, y según esta proporción se reparten unos cien kilos por persona y año.

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