El presidente y el director de la Fundación César Manrique (FCM), José Juan Ramírez y Fernando Gómez Aguilera, recogieron ayer el premio de la asociación canaria de derecho urbanística (Acadur), otorgado a título póstumo a Manrique por su “trayectoria”.

Acadur desarrolló en Lanzarote, entre el miércoles y el viernes, su undécimo congreso, dedicado al paisaje. Gómez Aguilera recogió el premio a Manrique “a título póstumo, o, quizá, no sea tan a título póstumo y se lo otorgan porque creen que las ideas de su trayectoria continúan desprendiendo vigencia, utilidad, para pensar y responder a los interrogantes de nuestro presente".

"Las vidas de los seres humanos, por lo general, son sencillas, frágiles y difíciles, pero se caracterizan, al mismo tiempo, por ser únicas e irrepetibles”, dijo Gómez Aguilera, quien añadió que “vivimos cada uno de nuestros días sobre el terreno, sobre territorios que pueden contribuir a hacernos más llevadera nuestra existencia material o que, por el contrario, pueden devaluarla y hacerla más vulgar, añadiendo dificultades, trivialidad o malestar".

"Ustedes, por su formación, cualificación y profesión, tienen contraídas responsabilidades con esa disyuntiva nada accesoria para nuestras vidas y para la vida de las generaciones futuras", manifestó refiriéndose a los ponentes y asistentes al congreso.

"César Manrique no sabía de lo que ustedes saben. Y, sin embargo, ustedes lo premian generosamente. Puede tratarse de una paradoja o puede tratarse de un acto de generosa lucidez. Lo digo porque César sí sabía de la belleza, del arte, de la felicidad y la naturaleza, de la ética pública y de los paisajes, del turismo tranquilo y del bien común que prevalecía sobre los intereses económicos de una minoría”, afirmó.

Manrique “sabía también defender sus ideas y sus convicciones en el espacio público, desde una conciencia incómoda y perseverante que se manifestaba con una voz inequívoca, sin pantallas ni filtros de por medio", añadió.

"Probablemente, estamos en un tiempo difícil para el derecho y la práctica urbanística sensible con la cultura de los límites. A lo peor, nos encontramos en ciernes de un ciclo legislativo y jurídico regresivo, que puede afectar a debilitar los controles administrativos sobre la ordenación; a minusvalorar las consideraciones medioambientales en el planeamiento” y “a relegar las apreciaciones sociales del urbanismo; a consolidar la discrecionalidad y la excepción”, subrayó.

En la actualidad, agregó, se corre el riesgo de “reducir las exigencias legales de condena justa y de reposición de los daños causados al territorio, por prácticas que ayer se consideraban nocivas, ilegales, y hoy o mañana se ven ya, o se van a ver, de otro modo más laxo. A lo peor estamos ante esa perspectiva".

"César Manrique defendió una cultura del territorio asentada en límites, contención y capacidades de carga. Defendió una legalidad compatible con la calidad de vida de los seres humanos y con el valor y la belleza de los paisajes. Defendió el concepto de calidad frente a magnitudes de cantidad. Defendió la originalidad y la contextualización”, destacó Gómez Aguilera.

Además, apostilló, Manrique “promovió un turismo de calidad, controlado, compatible con las culturas locales y el medio ambiente. Combatió la especulación y el desarrollismo, la fealdad y la banalización mecánica. Denunció la corrupción. Prefería el territorio frente al suelo, la presión social frente a la indiferencia, la riqueza duradera y solidaria frente al enriquecimiento "de golpe y porrazo", si me permiten la elocuente expresión".

"Quizá Acadur haya valorado estas consideraciones. Quizá por esto ustedes estén reconociendo a César Manrique. Si fuera así, les invitamos a que continúen manteniendo vivas esas metas deseables para el presente y el futuro de nuestras Islas, congruentes con el estadio civilizatorio en el que nos encontramos, donde la rehumanización y la cuestión medioambiental representan el desafío más inquietante que nuestra especie tiene sobre la mesa de su destino", resaltó el director de la FCM.

Gómez Aguilera recordó que “Manrique lo advirtió en 1983, hace 35 años. Por adelantado, estaba radiografiando nuestro presente, las preocupaciones científicas que conciernen a las cumbres del clima contemporáneas, los temores y evidencias científicas que hoy alarman a la humanidad”.

"Nos estamos comportando como vándalos y no como seres civilizados y sensibles. Estamos caminando de cabeza al holocausto que va a acabar con toda la vida humana. Nos estamos suicidando, estamos llegando a un suicidio colectivo. La naturaleza está llegando a sus límites y nos hace falta más respeto y educación con el medio ambiente", citó Gómez Aguilera de palabras de Manrique.

"Hagan ustedes lo que puedan por las Islas, por el planeta. Hagan mucho, por favor. Hagan mucho. Gracias", concluyó Gómez Aguilera. En la intervención de José Juan Ramírez, que siguió a la del director, el presidente de la FCM se preguntó: "¿Qué pensaría hoy César sobre la legislación territorial de Canarias? ¿Qué pensaría sobre cómo estamos afrontando el futuro desde las políticas públicas del territorio? ¿Qué pensaría sobre la Ley del Suelo? ¿Qué pensaría sobre la llamada Ley de las Islas verdes? Qué pensaría quien ustedes reconocen hoy".

Y continuó: "En 1985 ya nos anticipó algunos de sus pensamientos sobre la utopía, el error y la rectificación, que continuó repitiendo de una forma u otra hasta el final de su vida. Lo hizo en un texto titulado "Momento de parar". No cuesta gran trabajo proyectarlo al presente, en la perspectiva de las acciones y las omisiones que rodean al caballo de batalla del territorio. Sus reflexiones sirven para Canarias, pero no se agotan en el Archipiélago y expanden su pertinencia al modelo global económico de relación con los recursos naturales y el planeta que gestionamos".