La rotonda más cercana la presiden unas letras que conforman un título pretencioso: Ciudad Jardín. No hay nada cerca que se parezca a ninguna de las dos cosas. Es el plan parcial Playa Blanca, uno de los mayores despropósitos de la localidad que lleva el mismo nombre, un plan con urbanizaciones que crecieron al margen de la legalidad. Fue anulado y después rescatado aunque algunos promotores tuvieron que devolver cantidades millonarias a los compradores de sus viviendas.

Una de estas urbanizaciones, junto a La Granja, nunca se terminó, pero desde hace unos meses está habitada. Las villas, aunque tienen unas vistas envidiables al estrecho de la Bocaina, no tienen luz ni agua, ni asfalto alrededor, ni puertas, ni ventanas ni sanitarios, ni están pintadas. Solo tienen la estructura, pero la falta de vivienda a precio asequible, principalmente en esta zona pero también en toda la Isla, ha llevado a hacerlas habitables.

Hay cerca de dos decenas de casas, algunas más acabadas que otras. En casi todas hay signos de que se han ocupado. Han colocado incluso ventanas de aluminio, algunas de madera, en otros casos simplemente palés o cortinas. Fuera hay tubos y escombros por todas partes.

Una señora está escurriendo una fregona en la puerta de una de las casas. Dice que no vive allí, que ha ido a limpiar como favor a una amiga que, a su vez, está trabajando limpiando casas. La mujer coge el agua en un cubo de un depósito que hay a unos cien metros de la casa. Como no hay luz, dice que se iluminan “con linternas”. Asegura que su amiga no encuentra casa. Prefiere no hablar más y señala a una pareja joven que está entrando en una de las casas de la hilera opuesta. “Pregúntales a ellos”, dice.

La pareja entra en la casa. Llevan bolsas del supermercado. Se oyen las voces pero no atienden al requerimiento. En otra de las casas, una señora ha aparecido en el piso de arriba a tender la ropa, pero no contesta. Es mediodía y no hay más movimiento en la zona.

No es la única zona así en esta localidad turística. En el otro extremo, junto al Faro de Pechiguera, hay una urbanización cuyas obras se paralizaron en 2006 y se quedaron así. Se pararon las obras por su cercanía al faro, ya que afectaban al entorno de protección de ese Bien de Interés Cultural.

El proyecto, promovido por la empresa Inversur Lanzarote (en liquidación desde hace diez años) en el sector 146 del plan parcial de Montaña Roja, era para hacer 110 casas. Algunas están casi terminadas, de otras solo están los cimientos y algunas ni siquiera se comenzaron.

Cuando se paralizaron aquellas obras, el entonces consejero de Política Territorial del Cabildo, Carlos Espino, señalaba que “no cabe duda de que en nuestras costas la presencia de un faro supone un elemento más de la identidad insular, que debemos proteger”. Casi dos décadas después, el deterioro del faro es comparable al de las casas de su entorno.

A esa urbanización se puede acceder en coche. Hay varios aparcados delante de algunas casas. En una de las primeras hay dos personas. Dicen que están de visita. Tampoco quieren hablar mucho. Tan solo dicen que el agua se saca de las piscinas y que algunas casas tienen placas solares.

Un recorrido por la urbanización revela que algunas casas están habitadas desde hace mucho tiempo. Unas tienen cristales, antenas de televisión, tumbonas, ropa tendida o césped artificial. Aunque estas casas son una minoría. En otra de las casas donde se ve gente, están trabajando, echando cemento en el piso, pero prefieren no decir nada. Dicen que tampoco viven allí, que están “ayudando”.

El concejal de Bienestar Social de Yaiza, Ángel Domínguez, dice que las personas que se alojan en el plan parcial Playa Blanca llevan poco tiempo y que en el departamento creen que algunas de esas personas fueron ya desalojadas de la zona del mercadillo.

Domínguez apunta que esa zona se ha empezado a llenar hace dos o tres meses y que ha habido quejas de vecinos pero no se ha registrado ningún incidente. Señala que el perfil de las personas es variado: desde gente “a la que no le queda más remedio”, por la falta de vivienda, a otras personas en las que esta forma de vida se ha cronificado.

Los ocupantes han colocado incluso ventanas de aluminio y algunas de madera

El concejal asegura que el Ayuntamiento está localizando a los propietarios porque no puede desalojar, y que no hay constancia de que haya menores en esas casas. Reconoce que algunas de esas personas sí han ido a empadronarse al Ayuntamiento. Entre ellas hay demandantes de empleo y personas con trabajo en la localidad turística. Señala que no han solicitado ayudas al Consistorio.

Respecto a la falta de vivienda en el municipio y en la Isla, apunta que se trata de una “bomba de relojería” y se pregunta dónde se va a meter la gente si suben las hipotecas y hay personas que no pueden afrontar los pagos, como ya ocurrió en el pasado. “Si no hay casas…”, apunta.

El edil señala que hay anuncios de apartamentos por 1.200 o 1.500 euros al mes en Playa Blanca y recuerda que el Ayuntamiento ya puso a disposición del Gobierno los terrenos en Montaña Roja para 126 viviendas de alquiler social, pero que aún no está el proyecto, así que se retrasarán al menos dos o tres años. “No solucionarán el problema pero aliviarán bastante”, asegura. En el municipio hay previstas hasta 226 viviendas de este tipo.

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