La conquista pacífica de Eliza Drake
La periodista Myriam Ybot publica su primera novela, ‘Eliza’, una historia sobre una aristócrata inglesa que viaja a Canarias a principios del siglo XX
“El cielo se había descolgado aquella mañana con intención de besar la tierra. Una capa de nubes tan baja que podría engancharse en las plumas de los sombreros de las damas amalgamaba los perfiles de edificios y arboledas y exhalaba un aliento húmedo y bochornoso”.
Mientras que Candelaria, la cocinera de la casa donde se aloja Eliza Drake en Santa Cruz de Tenerife le explica a la protagonista lo que es la panza de burro tocándose la barriga y haciendo el símbolo de las orejas del animal, la autora se lo explica así al lector. Eliza Drake es la protagonista de Eliza (Itineraria) y la autora es la periodista Myriam Ybot, que ha escrito en su primera novela la historia de una joven aristócrata inglesa de principios del siglo XX que anhela vivir una aventura que la aleje de tener que tomar el té de las cinco en una lluviosa tarde otoñal.
Drake es descendiente del famoso corsario que atacó Las Palmas de Gran Canaria, sin éxito, y hermana de un aventurero que lidera una expedición en África y al que quiere emular a su manera en el Archipiélago canario. El primer familiar es un personaje histórico que aparece en la novela, como tantos otros. El segundo, como la protagonista, nace de la imaginación de la autora.
La protagonista emprende un viaje a Canarias, como lo hicieran antes otras viajeras, como la famosa Olivia Stone que en 1887 escribió la obra Tenerife y sus seis satélites, que inspiró a Drake para hacer su viaje y a Ybot para empezar este libro. Lo comenzó como una “medida terapéutica” que se recetó ella misma tras quedarse en el paro hace cinco años “algo dolorida y con mucho tiempo libre”. Acostumbrada a escribir en su trabajo, tanto en la prensa escrita como en la comunicación corporativa, el vacío de la obligación dejó paso al anhelo de la vocación. En este caso se trataba de crear un mundo paralelo ajeno a la actualidad y con una libertad inalcanzable para el mundo del periodismo y, menos aún, para el de la comunicación.
El argumento le llegó de repente, “como un fogonazo”, explica, tras asistir a una conferencia de Larry Yaskiel sobre Olivia Stone y empezar a conocer que había habido también más viajeras similares con el mismo destino desde finales del siglo XIX. “Vi que había otras, le di varias vueltas y empecé a pensar en el impacto que tendría Canarias en aquella época para una joven rica del Reino Unido”, señala la autora.
Es un Lanzarote que está dulcificado por la mirada de una aristócrata inglesa
De ahí nació el libro. Comenzó entonces a documentarse, a leer sobre la época, tanto en Inglaterra como en Canarias. Se encontró con el hecho de que la presencia británica en las islas, sobre todo en Tenerife, era mayor de lo que había pensado, que muchas mujeres llegaban y se alojaban en Santa Cruz de Tenerife o La Orotava, iniciando una especie de prototurismo, que los ingleses habían sido los responsables de desarrollar el cultivo del plátano y de varias hortalizas hasta entonces desconocidas en las islas. En definitiva, que la presencia británica y las relaciones comerciales eran intensas. Y, mientras tanto, empezaron a pasar cosas relacionadas con su ficción, “azares”, como una exposición en Las Palmas sobre la comunidad inglesa en aquella época o el descubrimiento de libros y personajes que pedían, sin saberlo, aparecer en la historia.
Más o menos en esa época conoció que había nacido una editorial en la Isla dedicada a la literatura de viajes, Itineraria, cuyo segundo volumen es Hacia el sur. Viajes por España de Virginia Woolf. Así que parecía que todo encajaba. Envió los tres primeros capítulos y tuvo que acabar enviando el resto, la novela entera.
El caso es que no solo la historia está ambientada hace más de cien años, sino que podría pasar como una novela escrita hace un siglo. La autora se conjuró para ser “muy puntillosa” en la construcción, el lenguaje, las descripciones y los adjetivos utilizados. Aunque al leer cueste no pensar en que la autora se esconde bajo el sombrero de la protagonista, en realidad se camufla tras el estilo de Jane Austen o Louisa May Alcott con “esa manera ampulosa de hablar de la época victoriana”, como dice ella misma.
Para alcanzar mayor grado de verosimilitud, por la novela van desfilando personajes reales, tanto británicos como canarios. El libro los recoge en un glosario final y entre ellos se encuentran Mercedes Pinto, Viera y Clavijo, Ángel Pérez-Ventoso junto a Thomas Cook, Leopoldo II de Bélgica, Arthur Conan Doyle o Marianne North, una pintora que también visitó Tenerife y que es la autora del óleo que ilustra la portada del libro.
El argumento le llegó a la autora tras asistir a una conferencia sobre Olivia Stone
“Es como si los personajes hubieran brotado para la ocasión”, dice Myriam, porque aparecían de repente en un libro o en una conversación y ella los incorporaba a la historia, para la que fue recabando información de todo tipo, desde los usos y costumbres de la época hasta la producción agraria.
“Hay un intento de rigor máximo en el libro, por ejemplo si se enciende un fósforo en Lanzarote en ese año de 1910, necesitaba saber si había o no ese tipo de cerillas en la Isla en aquel momento”. De todas formas, antes de la publicación lo revisaron varias personas con conocimientos históricos de aquella época.
A la autora le atrae el tiempo y el lugar en que se desarrolla la historia. “Es un tiempo muy atractivo, o al menos cómo nos lo han contado”, dice. Es un Lanzarote dulcificado por la mirada de una aristócrata inglesa a la que todo le sorprende, es una isla muy alejada de la que retrata, por ejemplo, Ángel Guerra, con grandes penurias y dificultades. “Un territorio tiene muchas miradas y yo he querido hacer un retrato amable”, asegura.
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