Farida lleva cuatro meses viviendo en la Isla. Aún no sabe hablar español y buscaba un lugar donde aprender. Hafida lleva un año, tiene dos hijos, uno en el instituto y otra, más pequeña, en el colegio, que le enseña el idioma. También estuvo yendo a la Escuela de Adultos de Titerroy, pero quería seguir aprendiendo. Asma lleva ocho meses en Lanzarote, tiene un hijo de ocho años, terminó los estudios de Bachillerato y dice que quiere aprender español “para comunicarse con el mundo exterior”.

Su profesora es Fátima, que dice que estas mujeres se animan unas a otras para ir a estudiar y que así pueden desenvolverse en esta sociedad, pueden ir solas al Hospital o al supermercado o relacionarse con más personas. Ellas tienen el temor a no poder comunicarse.

Todas están asistiendo a las clases de español dentro del proyecto Integración=Convivencia. Se imparten tres días a la semana en la Biblioteca insular: lunes y miércoles por la tarde y los sábados por la mañana, tanto para adultos como para niños y niñas. No solo van las madres, también asisten los padres y sus hijos, a la vez. Unos reciben clases de español y otros de apoyo escolar.

El proyecto lo lleva a cabo la asociación Integrantes en el mundo, que está formada, principalmente, por ciudadanos marroquíes, y se hace gracias a una subvención que reciben del área de Bienestar Social del Cabildo de Lanzarote. El proyecto también está dirigido a menores no acompañados y, de momento, trabajan con los chavales del centro de menores de Mácher.

Además de Fátima, hay tres profesores más. Uno de ellos es José Eugenio Nsue, profesor de instituto, que llegó a la Isla hace 25 años para trabajar precisamente como profesor de español para extranjeros para la asociación Lanzarote Acoge, ante la llegada en aquel momento de la emigración, como ahora. 

El proyecto también está dirigido a menores no acompañados

Ahmed Kherani es uno de los responsables de la asociación Integrantes en el mundo. Explica que también organizan otras actividades, como un torneo de futbol y una excursión por Arrecife para enseñar la ciudad, y que tiene previsto realizar salidas para visitar los Centros de Arte, Cultura y Turismo. Dice que, de esta forma, las mujeres que se apuntan se relacionan con otras y socializan porque algunas, al no conocer el idioma ni la cultura “tienen vergüenza o miedo a salir”.

También destaca que han organizado una cita con el cónsul de Maruecos en Las Palmas para plantearle las inquietudes de la comunidad marroquí en la Isla y para facilitar algunos trámites administrativos o preguntarle por los avances en la conexión por vía marítima entre Canarias y Tarfaya.

Señala Kherani que están intentando llegar a más personas con este proyecto, pero que de momento no tienen más sitio, después de haber solicitado otros espacios como la Casa de la Juventud o la Casa de la Cultura y también sondean la posibilidad de impartir las clases en algunos colegios. “Estamos arrancando el proyecto y si tuviéramos más espacios podríamos dar más clases”, afirma.

Relata que la idea surgió de las noticias que salían sobre el albergue de La Santa y pensó que muchos de esos problemas que se relataban se podrían solucionar con el aprendizaje del idioma y de la cultura. “Vienen con la cultura de allí y chocan con las diferencias de aquí, no saben el idioma y necesitan a alguien que les ayude”, explica.

Ahmed también dice que la asociación realiza labores de mediación, entre padres e hijos o entre menores, con la administración o con los colegios. También destaca, no en el centro de menores, sino en los niños y niñas que viven en familia, que es bueno que los padres y madres vean la importancia que tiene el hecho de que estudien, de que sigan estudiando más allá de la enseñanza obligatoria. “Ellos pueden ver que nosotros somos como ellos pero también somos profesores”, asegura.

Aprender

Para Adán, el primer paso es aprender español. Está dando clases a los más pequeños. Es hijo de padre marroquí y madre española, nacido en Fuerteventura. “Es importante que superen esa barrera del idioma”, dice.

“Si tuviéramos más espacios podríamos dar más clases”, afirman

Para ello pone en marcha juegos y situaciones que después van a ser reales para desenvolverse bien en sociedad y ser independientes. “Que se empapen de la cultura de aquí es una necesidad imperiosa para tener una sociedad cohesionada y sin conflictos”, dice.

Cree que la sociedad cada vez está más aislada, “detrás de sus vallas, más ajena unos a otros, más irritada o más irascible” y que antes la xenofobia era más residual, pero ahora hay campañas que la alientan. “Eso no nos preocupa tanto porque es común tener miedo a lo de fuera, y los niños que vienen solos quieren aprender, de hecho la mayoría aprenden muy rápido”, dice.

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