Le gustaba olfatear el terreno, recorrer palmo a palmo la geografía de una tierra tan áspera y seca como la que rodea su casa en Órzola. Y por eso, por tratarse de un territorio arisco, desprotegido, poco acostumbrado a recibir el agua de la lluvia, cuando caían dos gotas reverdecía como una pradera. José Domingo de León era un hombre paciente, y sabio. Caminaba con la cabeza gacha, aferrado a su garrote, con un par de perros satos que lo seguían a todas partes y que jamás olvidaban su quehacer, juntar a las cabras, evitar que alguna se perdiera.

Entonces, el cabrero se sentaba sobre una piedra del camino junto al morral con algo para comer y comenzaba a enhebrar palabras, frases cortas, que recitaba, y que aprendía, hasta que su enorme memoria clasificaba la copla y la guardaba en su cofre del tesoro. Y una vez recuperado ese viejo arcón sorprende la capacidad de José Domingo y cómo le llegaba la inspiración en medio de aquellos campos solitarios en los que pasaba gran parte de su vida.

Sus coplas

Llama la atención que en general sus historias cuentan sobre todo sucesos, hechos terribles que alguien refiere o que él escucha en la radio, y después, a partir de ahí, trata de contar y de guardar en su memoria lo que le sugiere ese drama.

En las coplas de José Domingo de León aparecen términos que ya no se usan

La primera vez que se le ocurrió hacer lo que Domingo llama una poesía fue cuando se produjo la trágica muerte de un hombre de Fuerteventura, que vino expresamente a Lanzarote, para tirarse desde el Risco de Famara, presa del dolor, al haber perdido a su hija, y sentirse culpable por ello. 

Lo mismo hace con ese chico de La Palma que muere en un accidente de tráfico, y que había venido a Lanzarote para casarse.

La familia de José Domingo posa junto al cartel en el que se anuncia la presentación del libro ‘Coplas de un poeta del norte’, editado por el Servicio de Publicaciones del Cabildo. Fotos: Cedidas por la familia.

‘Coplas de un poeta del norte’, la recopilación de su obra no escrita, se ha agotado

La trágica y sobre todo inesperada desaparición del joven Suso Cejas lo lleva a querer apaciguar el dolor que sufría esa familia y así casi animado por un impulso pide en el Ayuntamiento de Teguise que alguien copie lo que él está diciendo para que se lo entreguen a la hermana de Suso, a Marisa Cejas. Ella se encargará de leer este ‘poema’ en el homenaje multitudinario que se hizo en Tahíche por la pérdida de este joven luchador.

José Domingo falleció el 28 de mayo de 2016. Pero muchos años después, por fin, su familia y Lanzarote han visto escrita la obra de este pastor de cabras de Órzola. Un pequeño gran libro editado en 2023 por el Servicio de Publicaciones del Cabildo y cuya primera edición se ha agotado.