CULTURA

El día que la música salvó al economista

Augusto Brito trabajaba en una multinacional del tabaco hasta que enfermó y el canto le ayudó a sanar. El día 4 estará en Arrecife junto a la soprano Cecilia Rodríguez y el pianista Ricardo Francia en una gala gratuita

Gregorio Cabrera 0 COMENTARIOS 02/12/2021 - 07:23

Los caminos del arte también son inescrutables. Sirva de ejemplo la impredecible senda que transformó en barítono al economista Augusto Brito. Sus raíces artísticas se hunden en el infierno personal que sufrió por culpa de los ácaros del aire acondicionado, que le atacaban siete horas y media al día en su puesto de trabajo en una multinacional del tabaco.

“De febrero a agosto me dieron ocho faringitis agudas. Hubo un proceso de destrucción del aparato fonador, del esófago, laringe, faringe y del aparato respiratorio, además de sufrir renitis y conjuntivitis”, señala con la hoja de cálculo que recoge la memoria de aquel tiempo de enfermedad en el que le llegó a ser imposible hasta comer.

Tuvo que afrontar un tratamiento a cinco años vista y en el cuarto el arte acudió en su ayuda. En una de las revisiones rutinarias en la Clínica Ramón y Cajal, el especialista le aconsejó asistir a clases de canto. “El foniatra me lo aconsejó porque al hablar apretaba demasiado en la zona gutural y necesitaban que esa tensión se relajara”, rememora.

La técnica de la respiración diafragmática fue una necesidad que inoculó en Augusto una pasión que hasta entonces le era ajena, aunque latía secretamente en su interior. Este tinerfeño superó el preparatorio del Conservatorio Superior de Música de Canarias.  “En el primer curso surgió algo parecido a una voz”, explica, como si una criatura atrapada en una oscura cueva viera al fin la luz. “En segundo ya cantaba y en tercero debuté como profesional, y así hasta octavo. Cuando acabé, abandoné la empresa y me dediqué a dar clases y cantar”, recapitula.

La feliz metamorfosis ha deparado una nueva vida, premios, múltiples recitales o la amistad con la prestigiosa soprano María Orán. Pero sobre todo le ha reportado felicidad y la oportunidad de compartir los beneficios de la música en su entorno, incluido el más íntimo.

“Se ha demostrado hace poco que hay una zona del cerebro que solo se activa cuando cantas. De hecho, uno de los tratamientos del Alzheimer es cantar a los enfermos. Yo cuidé durante 21 años a mi madre en casa. Ella cantaba muy afinado y bonito, aunque no profesionalmente. Padeció una demencia vascular de evolución muy lenta y larga. Yo le cantaba en casa y notaba que se conectaba de manera diferente. La música llegaba al fondo de su ser y la activaba. Era maravilloso”, comenta. Hoy en día percibe lo mismo cuando actúa en residencias de mayores.

“La música es universal porque su lenguaje no depende de los países. Hay músicas, como el folclore, que nos acercan a las raíces, pero si cantas una folía en Alemania la gente se vuelve loca, porque la emoción la capta cualquier persona”, agrega. “La emoción nos libera. En Estados Unidos hay una carrera de Musicoterapia. En realidad, ya la utilizaban los griegos, pero el catolicismo decidió que la música solo debía ser usada para alabar a Dios. Por fortuna, hemos vuelto a los griegos”, se sonríe.

A Augusto le duele que en España los estudios de canto no tengan la categoría de grado de la que sí gozan en el resto de Europa. Como docente, observa que en Canarias el talento logra desbordar los problemas estructurales de la educación musical.

“El clima intermedio que tenemos, sin demasiado frío ni calor, hace que la cuerda vocal madure muy despacio y tenga muy buena calidad a la hora de vibrar. Además, nuestro folclore es de voces potentes y poderosas, de grandes solistas. Y es así porque lo permiten esas voces que surgen naturalmente, de modo que una cosa ha ido alimentando a la otra durante siglos”, ilustra.

Su próxima actuación tendrá lugar el día 4 de diciembre en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz de Arrecife de Lanzarote, que acogerá a las 20:00 horas la gala final de la tercera edición de la Temporada de Zarzuela del Atlántico con el patrocinio del Ayuntamiento de Arrecife, Artífex Proart y la Orquesta Sinfónica del Atlántico. Junto a él estarán la soprano Cecilia Rodríguez y el pianista Ricardo Francia, profesor además de la Escuela Superior de Canto de Madrid.

Interpretar el papel de Giorgio Germont, el padre de Alfredo en La Traviata de Verdi, es uno de los grandes sueños artísticos de Augusto Brito, el barítono imprevisto rescatado por el canto y que proyecta cada nota con la esperanza de que la música aliviará nuestros males. 

MÁS INFORMACIÓN

Para asistir hay que reservar en el 928 80 28 84.

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