MEMORIA DEL MAR

“A veces llegas a disfrutar hasta de los temporales”

Ancor Pérez es de familia marinera de La Tiñosa. Aunque ahora se ha quedado en tierra es, a día de hoy, el patrón de pesca más joven de Lanzarote

Saúl García 1 COMENTARIOS 21/08/2024 - 07:38

El abuelo de Ancor, Antonio Pérez, se dedicaba a la pesca chica, de barquillo. Después lo hizo su padre, y él, que también nació en La Tiñosa en 1983, se crió así. “Aquí se iba a calar con los chinchorros y los pequeños se dedicaban a cargar con las calas desde tierra”, explica: “Mi padre se crió con esa vida, mi abuelo también. Era lo que había, parte de la necesidad de la Isla”.

Por parte de la familia de su padre, Ancor es el único de esa tercera generación que se dedica a la pesca. Lo dice desde el muelle de La Tiñosa: “Yo me crié justo aquí detrás, ya bajaba aquí cuando no había ni muelles y, con seis o siete años, estaba uno remando y jugando y con la gueldera que me había hecho mi abuelo”. Dice que él aún es de “esa generación que todavía tira más para allá que para acá”. “Aquí había un sitio para coger carnada y siempre estaba uno en la marea, pendiente de que mis vecinos salieran con el barco, y después venía nadando y me subía en el barco a echar una mano, o más bien a molestar, no sé cuál era la función de uno, si molestaba o ayudaba”, recuerda.

Cuando creció, Ancor Pérez se fue a estudiar a Tenerife y allí se formó como patrón de altura y mayor de máquinas, en dos ciclos superiores. Y después volvió para “sacar los días de navegación” para poder ejercer como patrón. Empezó a navegar en barcos de pesca con 22 o 23 años y tardó unos más en llegar a ser patrón. Aunque ahora se ha quedado en tierra, sigue siendo el patrón más joven de la Isla de este tipo de barcos.

Empezó en el Nuevo Matroyo, un atunero que se dedicaba a la pesca del listado “por aquí cerca” y hasta Alegranza, y algunas veces, al atún. “No teníamos autonomía tampoco para ir lejos en ese momento, y ya rematábamos el año en las manchas”, dice. Después ya pasó al Trasgu, que lo trajeron de Ribadesella, y luego se enroló con sus vecinos, los dueños del barco desde donde contesta a Diario de Lanzarote, el Layuno Zallo. Cuenta que eso fue un punto de inflexión. “En un viaje que dimos para Tenerife, saltó pescado al Oeste de La Palma, y ahí nos planteamos si íbamos allá aunque esté lejos, si nos arriesgábamos. Y ya salimos y vimos que de esta pesca se podía vivir”.

Ancor Pérez es el único de esa tercera generación que se dedica a la pesca

“Entonces ellos tomaron la decisión de si contaban con la marinería, porque la marinería es fundamental, si compras un barco y no tienes marineros...”, explica. Estuvo tres campañas más con este barco y le ofrecieron trabajar en Arrecife, en el Monte Arballu, en el que estuvo cuatro campañas como patrón de costa, junto a Pepe Martín, que era el patrón de pesca. “Ahí aprendí muchísimo, se portó bastante bien conmigo ese hombre y me enseñó mucho”. Después cubrió el hueco que dejó Jacinto, el patrón del Santuario Barquereño, que falleció, y ya entró como patrón de pesca con una buena campaña, pero luego decidió quedarse en tierra “porque era mucho el sacrificio y por circunstancias de la vida”.

No sabe si se va a volver a embarcar, pero sí que sabe que es su vocación, que es algo “pasional” y que le costó mucho asimilar que se iba a quedar en tierra. “No sé si por ahora o para nunca”.

-¿Qué tiene la mar ahí para echarla tanta de menos?

-“No lo puedo explicar, no creo que sea la primera persona que dice eso, pero no encuentro palabras para describir lo que siento cuando veo a principios de campaña un barco ranchando, sellando las artes o preparando anzuelos, no lo puedo explicar”, dice. “Tomé la decisión de no salir porque sé lo que me conlleva, un sacrificio enorme y tengo hijos pequeños que necesitan de su padre”.

Sector

La pesca no tiene en la Isla, ni de lejos, la importancia que tenía antes: “Yo lo que veo es que obviamente vamos en contra de todo, porque tenemos en contra el precio del combustible y el precio del propio pescado”. A Ancor no le cabe en la cabeza que el intermediario gane más que el que lo pesca: “A mí me pagan el pescado a 2,50 euros y voy al supermercado y siempre lo veo al mismo precio o más, entonces no entiendo cómo aumentan los precios para ellos y para ti, que estás saliendo a la mar a pescar con la incertidumbre de si vas a coger o no vas a coger y asumiendo una serie de riesgos, no aumenta”.

La pesca es viable “pero a base de mucho trabajo y mucho esfuerzo”

El pescador asume riesgos y no solo por el estado del mar. Se cobra un salario mínimo y además se va a la parte: si la campaña va bien, se cobra mejor, pero si no va bien, pues se cobra menos, “un sueldo base que lo ganas en cualquier lado sin riesgo”. Después hay que aguantar en tierra los meses en los que no se sale a la mar. “Al final es un trabajo que nadie quiere porque todos queremos seguridad en esta vida y hay subvenciones, pero el pescador no las llega a ver en su nómina”.

Otro problema es que no hay relevo generacional “porque la juventud, aparte de que no lo quiera, es que ya lo desconoce”. “Esto lo tienes que vivir y si tú no lo vives, con 18 años no vas a salir a pescar”. Llegar a ser un buen profesional es un proceso. La experiencia, en este tipo de pesca, es un grado y se basa en el tiempo. “A lo mejor para poner una mesa en un restaurante, vale con cumplir un protocolo, pero aquí no hay protocolo, aquí a cada momento es una situación nueva y te basas en ella para solventarla en la experiencia que tienes”.

Viable

A pesar de todas las dificultades, cree que la pesca aún es viable, tanto para los atuneros como para la faena en barquillo, “pero a base de mucho trabajo y mucho esfuerzo”. Puntualiza: “Pero viven los que están porque para cualquier persona nueva que compre un barco ahora le va a costar muchísimo, probablemente porque ni tenga la experiencia”. “Implica un sacrificio muy grande para una compensación pobre, porque te estás dejando la vida y los tiempos han cambiado y las personas ya nos damos cuenta de que no todo es trabajar, porque la vida hay que disfrutarla. Antes no había esa contemplación del disfrute”, añade.

El mar es muy grande y los barcos tienen limitaciones de navegación, pero en estos años han “escapado bien” en Canarias y en Madeira, haciendo las campañas de distintos tipos de atún y de bonito. Todo ello a pesar de las normativas, que para Ancor “en vez de facilitarte las cosas, lo que hacen es complicártelas y no quieren entender que lo que tú vives a bordo no tiene nada que ver con la ley que se plasma en una oficina”.

“Cuando vas a firmar una ley o un protocolo de actuación para los barcos pesqueros, al que tienes que preguntar es a quien está pescando”, dice, porque las normas, en ocasiones, son muy difícil llevarlas a la práctica. “Si estás con mal tiempo, tienes que ser muy certero para pesar 200 kilos de atún, te puedes equivocar y deberían de entender que la pesca es la que es y las circunstancias son las que son. Yo entiendo que la función de la Inspección Pesquera será regular y multar, que no está para ayudar”.

Disfrutar

Dice Ancor que, aunque sea difícil de entender, a veces “llegas a disfrutar hasta de los temporales”. “Cuando estás una semana metido en un temporal, puede ser un poco irónico decirlo, pero estás mirando y las estás viendo venir y piensas ¡qué temporalazo!, pero por dentro es como un gozo, un disfrute, decir: estoy aquí y lo estoy aguantando, es como una satisfacción personal de tener ese poder de fluir, porque luchar es tontería”. Y se contesta a sí mismo: “Que después te puede llegar un batacazo y dejas de disfrutarlo, pero para toda la vida; tiene un riesgo, no es ninguna broma, pero dentro de ese riesgo lo llegas a disfrutar”.

Asegura que ha tenido situaciones realmente difíciles y complicadas en las que “tienes que tomar decisiones y depende de la mano izquierda y la psicología que aplique el que está arriba”. “Es muy difícil llevar a doce personas de distintas religiones, distintas procedencias, pero yo he tenido un buen grupo y me he sentido querido y respetado por mi marinería, y tienes que tener mucha mano izquierda, pero también saber ser autoritario cuando hay que serlo”.

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