“No cambiar significa seguir en un modelo que ya ha fracasado y que volverá a fracasar”
Miguel Sebastián es economista y fue ministro de Industria, Turismo y Comercio entre 2008 y 2011, en el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. Su ‘puerta giratoria’ ha sido volver a dar clase en la Universidad Complutense. En Lanzarote acaba de presentar su último libro, ‘La falsa bonanza’, un análisis de la etapa previa al estallido de la crisis que le tocó capear al Ejecutivo del que formó parte.
- La época de las ‘vacas gordas’ se ve muy lejana pero está reciente. ¿Se han tomado medidas para que lo que ocurrió en 2008 con el estallido de la crisis no vuelva a ocurrir en España?
- No, ese es el mensaje del libro. Este no es un libro sobre la crisis sino sobre la etapa que vino antes de la crisis, lo que nos habían vendido como el milagro económico español, que ocurrió después de la entrada en el euro y que no fue tal milagro sino una acumulación de una serie de excesos. El riesgo es que se vuelvan a repetir. En el libro se hacen una serie de recomendaciones tanto de alerta temprana como de reformas necesarias para que esos episodios de excesos no vuelvan a repetirse y no volvamos a tener ni otras generaciones de nuestro país ni a otros países en una situación parecida a la nuestra.
- Fue ministro de Industria, Turismo y Comercio, y previamente director de la Oficina Económica del presidente Zapatero. ¿Hay mensaje autocrítico?
- El libro no habla de la crisis, termina con Lehman Brothers y no aborda la etapa del ministerio sino que abarca de 1998 a 2008, pero sí que hay algo de autocrítica del periodo en el que estuve en la Oficina Económica, en los primeros años de Zapatero, cuando buena parte del tinglado estaba ya montado y era muy difícil de desmontar. El tinglado se monta con la entrada en el euro: se produce una avalancha de capitales del exterior y una caída de tipos de interés que hizo que los bancos, para compensar esa pérdida de rentabilidad, lo hicieron con más volumen, más créditos, y nos endeudamos o nos endeudaron a todos, no solamente a las familias sino también a las empresas. El problema con esto es que son variables que de por sí son buenas. Que haya crédito es bueno, que haya deuda privada es bueno, que haya vivienda es bueno, que haya renovables es bueno, el problema es cuando se convierte en un exceso. Ahí está la dificultad del diagnóstico: saber cuándo una cosa que es buena en principio se convierte en mala.
- Estamos hablando de la época de la burbuja inmobiliaria, donde muchas familias asumieron hipotecas que no han podido pagar, las viviendas se las ha quedado el banco, que luego ha sido rescatado por el Estado y ha quebrado el sector de la construcción. ¿Eso no se puede corregir desde un Gobierno?
- Muy difícil. Para pinchar una burbuja, la herramienta habitual es subir los tipos de interés, pero para eso necesitas tener tu propio Banco Central. Es decir, no haber estado en el euro. Por ejemplo, lo que decidieron los ingleses, los suecos o los daneses. Ahora que se pone a Dinamarca siempre como ejemplo y modelo, Dinamarca no está en el euro, decidieron no entrar. Nosotros entramos en el euro y el Gobierno de la época, de Aznar y de Rato, tenía que haber previsto que al entrar en el euro y perder esa herramienta, no solo no íbamos a poder devaluar en caso de crisis, que era evidente que iba a pasar, sino que íbamos a tener un periodo de bajada artificial de los tipos de interés y un crecimiento brutal del crédito que podía convertirse en un exceso.
- ¿El único exceso fue el de la burbuja inmobiliaria?
- No solo es la burbuja inmobiliaria, que explica la cuarta parte de todo el endeudamiento privado que ha habido. También ha habido una enorme burbuja de crédito de las empresas para internacionalizarse y ser los números en el mundo de la banca, la telefonía y los aeropuertos. Eso también ha sido un exceso que también hemos pagado porque ha sido endeudamiento del país. Y luego, evidentemente, está el endeudamiento del sector financiero, que ha multiplicado su deuda casi por diez y, cuando se produce la crisis financiera internacional, se le cierra el grifo y se colapsa. Ahí es cuando vienen los problemas y la deuda privada se convierte en deuda pública. No ha sido una crisis de exceso del sector público o de deuda pública sino de deuda privada que se ha terminado convirtiendo en pública.
- ¿Cuándo se puede decir que España va a salir de la crisis, porque este periodo va camino de la década?
- Estamos creciendo un tres por ciento. En ese sentido estamos mejor. Pero hemos caído tanto que abusamos de las tasas de crecimiento, tanto los economistas, como los políticos como los medios. La gente no vive de las tasas de crecimiento sino de cuánto dinero entra en la casa a principio del mes. Ese nivel de renta del país, lo que llamamos los economistas el PIB real, todavía está un cuatro por ciento por debajo de lo que había en 2008. Es decir, si todo va bien y seguimos creciendo al tres por ciento, hasta el año 2017 no recuperaremos la renta y el PIB real de 2008 y, en efecto, habrán pasado casi 10 años. Entonces podremos decir que hemos salido de la crisis, pero mientras tanto no lo podremos decir aunque las tasas de crecimiento sean mejores.
“La burbuja inmobiliaria explica la cuarta parte de todo el endeudamiento privado que ha habido, pero también hubo una enorme burbuja de crédito de las empresas”
- ¿El modelo económico del país ha variado?
- Seguimos con el mismo modelo, lamentablemente de empleo precario, de horas repartidas entre varios trabajadores que aparentemente es más empleo, pero no está aumentando el número de horas trabajadas. Seguimos con el modelo de baja productividad, de salarios bajos. Es un modelo no sostenible, es de salida [de la crisis] pero no sostenible. Hay que replantearse el modelo y el libro tiene una serie de recomendaciones, de sugerencias. Pero es muy difícil, porque cambiar el modelo no lo puede hacer un Gobierno solo, significa cambiar el chip del país, del sistema financiero, de las empresas.
- Lanzarote recibe, con unos 140.000 habitantes, unos 2,4 millones de turistas pero tiene una tasa de paro que ronda el 30 por ciento. ¿Qué es lo que está fallando para que el turismo no tire del empleo?
- Hay que ir a un modelo más diversificado. No solo podemos vivir del turismo. Desde el ministerio hicimos varios planes industriales, uno de ellos en Canarias. Cuando nos referimos a la industria no hablamos de las viejas industrias contaminantes sino a las nuevas industrias: las nuevas tecnologías, de movilidad eléctrica, relacionadas con el medio ambiente, las renovables, el agua… todo eso es, sin duda, empleo, productividad e innovación. También hace falta que el turismo sea de más calidad. Tenemos que abordar el reto de a lo mejor no tener tanto crecimiento del número de turistas pero que dejen más dinero. El modelo es Estados Unidos, que tiene menos turistas que España pero consigue casi el doble de ingresos por turismo, porque consigue atraer turismo de más poder adquisitivo o que se gasta más dinero. Hay que apostar aquí, como en todas las partes de España, por una diversificación económica. No se puede vivir solo del turismo. Hay que aprovechar los periodos de recesión como el actual para mejorar la formación, la innovación, pero lo que se ha hecho en muchas ocasiones es lo contrario, recortar, y es algo que se paga a largo plazo.
- Hágame un pronóstico de lo que va a ocurrir el 20 de diciembre.
- Buff. Estamos en una situación tan nueva y tan sorprendente, tan cambiante, que es muy difícil el pronóstico. Es evidente que el bipartidismo ha terminado y que vamos a ir a un modelo de cuatro partidos que se van a repartir unos 300 diputados, suficiente para que pueda haber varias combinaciones. Lo importante es el proyecto de país que tenga el nuevo Gobierno, no se trata de echar a unos o no echarlos. El país hay que cambiarlo, hay que modernizarlo, cambiar el modelo productivo, hacer reformas políticas. En eso hay mucha más simbiosis entre Ciudadanos y PSOE que con el PP. Y Podemos, si no fuera porque tiene esas dosis de irrealismo en muchas de sus propuestas, creo que también comparte este diagnóstico de cambio. Lo que pasa es que Podemos tiene unas propuestas muy poco realistas, y puedes meter un lío a la economía. Ciudadanos es una incógnita, mucha gente deseosa de cambio si luego se alía con el PP va a decir “¿esto qué es?”. El PSOE es el único partido que puede garantizar que no se va a aliar con el PP.
“Hay mucha más simbiosis entre Ciudadanos y PSOE que con el PP. Podemos creo que también comparte el diagnóstico de cambio, pero tiene dosis de irrealismo en muchas propuestas”
- El PSOE perdió las elecciones de 2011 pagando las consecuencias de la crisis en las urnas, pero da la impresión de que para muchos de sus votantes tradicionales la cuenta todavía no está saldada.
- Pagó la crisis porque también hubo mucha acusación injusta de que las cosas iban muy bien y con zapatero se tornaron a mal. No es cierto, estábamos en una falsa bonanza. Lo que ha ocurrido después es que han surgido dos nuevos partidos que le comen mucho al PSOE, porque está en una posición de centro izquierda. Podemos le come por la izquierda y ciudadanos por el centro. El PSOE lo tiene difícil pero creo que está llevando un buen discurso y una buena campaña, pero quizás necesita convencer a los votantes de que es la verdadera opción de cambio y es verdaderamente difícil.
- José Manuel Soria dijo esta semana en Lanzarote que hay dos alternativas: que continúe Rajoy en el Gobierno o que se forme un tripartito con PSOE, Ciudadanos y Podemos. ¿Ve factible esa alternativa?
- Tenemos la alternativa de seguir con el viejo modelo que es lo que ofrece el PP y la otra, que entiendo que tiene riesgos, porque siempre cambiar tiene un riesgo. Pero si no cambiamos le aseguro que el riesgo va a ser mucho mayor. No cambiar significa seguir en un modelo que no es sostenible, que ya ha fracasado en el pasado y que volverá a fracasar. El mayor riesgo es no cambiar.
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