En el año 2002, el que era presidente de Estados Unidos, George W. Bush, propuso flexibilizar las leyes medioambientales para permitir la tala de árboles con el argumento de evitar una ola de incendios. Evidentemente era una propuesta eficaz pero totalmente desenfocada. Para evitar un problema, lo generas.

Hace una semana, el Cabildo de Lanzarote, para afrontar un problema entre algún usuario de las guaguas y los menores de La Santa, avanzó que los menores, de forma provisional, no utilizarían el transporte público. En teoría, la medida era para protegerles de episodios de racismo que ya habían vivido. De nuevo, el enfoque deja mucho que desear.

Después, el Cabildo matizó que no se les prohibiría sino que les acompañaría un monitor. El detonante fue un vídeo. De la difusión de un vídeo con menores, de la descontextualización del consumo de imágenes de este tipo y de si se va a denunciar al viajero por delito de odio no se ha hablado nada, pero sería de lo más interesante.

La solución, o al menos las declaraciones, estigmatizan a quien se quiere proteger. No hay que olvidar que el Cabildo asegura que hace esto por la protección de los menores. Seguro que hay muchas otras cosas que se pueden hacer (más complejas, eso sí) antes de tomar esta decisión.

La primera de las injusticias es asumir que los menores son un grupo. Una cosa es que convivan en un mismo espacio, que tengan una historia similar e incluso que viajen juntos, pero eso no les convierte en un grupo homogéneo. En una sociedad cada más más individualista y tan preocupada por la identidad, insistir en la estigmatización de un grupo ya marcado favorece su deshumanización. Para evitar el fuego les talan sus derechos.