La semana pasada, el Consejo de Gobierno del Cabildo dio el visto bueno al convenio que debe firmar con el Ayuntamiento de Arrecife y los Centros Turísticos para abrir el Islote de Fermina. Hay que ser cautos. Esto no quiere decir que se vaya a abrir. Solamente, que falta menos. Ahora hay que firmar el convenio y ponerlo en marcha. La lógica invita a pensar que la apertura será inminente. La Ley electoral no permite inauguraciones una vez que se publica el proceso electoral (desde marzo, aproximadamente). La experiencia dice que es posible que pase un año más y no se abra. 

Hay toda una generación de arrecifeños, ya mayores de edad, que si conocen el Islote de Fermina es porque se han saltado la puerta y se han colado dentro. Otros ni eso. La última, y en realidad la primera, inauguración, fue en agosto de 2008. No duró mucho abierto. Desde entonces han anunciado su apertura inminente para enero de 2018, octubre de 2019 y marzo, julio y agosto de 2021.

Desde que se inició el proceso de intención de su apertura han pasado ya 22 años. En el año 2000 se convocó un concurso de ideas, que se descartó, en 2005 se inició la reforma, en 2009 se dejó morir, después se quiso abrir un acuario y, finalmente, se ha llegado hasta hoy. Es todo un récord. La reforma de la Casa de la Cultura solo se alargó durante 12 años. El Parque Islas Canarias es una obra inacabada tan solo desde 2004.

¿Qué pasa con los espacios públicos en Arrecife? No puede ser solo la burocracia. Si atendemos a las intenciones, al Islote se le considera tan importante que se le atribuyen características casi mágicas. En 2018, Pedro San Ginés y Eva de Anta anunciaron su apertura diciendo que era un proyecto “que persigue convertir el Islote en elemento dinamizador de la actividad económica de la Isla a partir del ocio náutico ligado a la sostenibilidad del mar, la innovación tecnológica y el talento”. Casi nada. Ahora, Loli Corujo dice que será “un centro que dará a Arrecife la oportunidad de futuro que se merece”. Qué responsabilidad para el Islote.

A lo mejor es eso. No hay nada como tener una aspiración muy alta que sirva de excusa para no alcanzarla. Ahora se quiere montar un observatorio costero, un centro de interpretación del patrimonio arqueológico subacuático y un observatorio de cambio climático de la ONU. De ahí para arriba. El Islote no se merece menos que la ONU.

También habrá un bar. Y una piscina, un embarcadero y un solarium. Pero a quién le interesa pasear, tomar algo, tumbarse a tomar el sol o darse un baño, pudiendo ver por un cristal cómo trabaja un tipo de la ONU.