En mayo de 2018, a la madre de Nieves Rodríguez Rivera le anunciaron que le iban a dar cuidados paliativos y Nieves, que escribe, dice, desde que tiene uso de razón, comenzó a recuperar en palabras la memoria de su madre, que también era la suya.

Nieves es profesora de Literatura en el IES El Calero, de Telde, pero nació y se crió en Arrecife, junto a nueve hermanos, a su madre, que era de Tinajo y a un padre pescador. Pocos meses después, en julio, su madre falleció y ella casi había acabado una novela, Piel de cebolla, su primera novela publicada, que ha sido finalista del Premio Alféizar 2019, en el que participaban más de 300 obras.

La historia que se relata en la novela es la de Nieves y su madre, es su propia historia, pero también es la de muchas mujeres de ese tiempo y de ese espacio, de la isla de Lanzarote anterior a la llegada del turismo.

“Nunca pensé en que iba a ganar un premio, solo quería explicar por qué mi madre llegó a tener esa vida”, dice. Y así es. Lo que aparece en la novela es tan real como las vidas de muchas mujeres. “Fue -dice Nieves sobre su madre– una mujer frustrada por no haber ido a la escuela”.

Nació en Tinajo en 1929, en un tiempo y un lugar en que la maestra pasaba por allí cada tres meses. Aprendió a leer y escribir por su cuenta, pero aprendió tarde. Se vio casada a los 19 años con un hombre al que no quería. Cuenta Nieves que quería aprender a escribir para responder a las cartas que le escribía y decirle que no le gustaba, pero entonces aún no sabía y la que respondía era su hermana. Así que se casó y tuvo diez hijos aunque “nunca quiso ser madre”.

“Esa historia es la de muchas mujeres de su generación”, señala la escritora, “de mujeres pobres que no tenían voz en una época opresora donde no se podía elegir”. A ella le hubiese gustado ser jueza, dice Nieves: “Nunca perdió la capacidad crítica y cuando estaba enferma decía que lo último que quería perder era la lengua”.

Nieves sí pudo elegir. Comenzó a estudiar Periodismo pero lo dejó para irse a vivir al extranjero. La relación con su madre empeoró. No entendía su vida ni sus viajes ni su sexualidad, pero al final fue mejorando y hubo “encuentro, reconocimiento y respeto mutuo”.

“Esa historia es la de muchas mujeres de su generación”, señala la escritora, “de mujeres pobres que no tenían voz en una época opresora donde no se podía elegir”

Nieves describe esa situación con una cita de María Teresa León: “Cuando estamos definitivamente seguros de ser nosotros, nos morimos. ¡Qué lección de humildad!”. Explica que algunos de sus hermanos han llorado al leer la novela, otros no la han querido leer aún y otro ha dicho que ha conocido a su madre gracias a la novela.

Dice Nieves que intentó buscar autoras de la isla como referencia pero que no encontró ninguna. También dice que no se trata de una novela histórica y que se muestra otro Lanzarote “que no es el Lanzarote idílico sino el real, con pobreza e incultura”. “Tampoco el de ahora es el que nos cuentan, no es la maravilla que nos cuentan”, añade.

El libro habla, además, de los cuidados hacia los mayores “en los que al final “si alguien se escaquea siempre es un hombre”. Nieves Rodríguez tiene otra novela escrita, inédita, Tierra quemada, sobre la vida en la Isla después de las erupciones históricas. Esta, la que acaba de recibir el premio, se puede encontrar en la Librería El Puente y se presentó en la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz.