Leandro Perdomo y la verdadera historia de Lanzarote
Frente a la historia edulcorada, el pasquín grandilocuente y los textos escritos a medida, está la crónica real, las historias que la calle lanzaroteña contaba a Leandro Perdomo (Arrecife, 1921 – Teguise, 1993), un escritor realista y deliciosamente bronco que fue el mejor y el único cronista de las realidades isleñas del siglo XX.
No se menciona en los colegios y todos sus libros están descatalogados. Para “reparar esta injusticia”, la Fundación César Manrique (FCM) inauguró esta semana la exposición Leandro Perdomo. Escribir la vida, que podrá verse en Taro de Tahiche hasta el 20 de abril del próximo año.
Fernando Goméz Aguilera, director de la FCM, ha dirigido este viaje a través de la vida literaria y periodística de un hombre que escribió para vivir y que vivió para escribir. Se inició en la lectura con los autores de la generación del 98, mientras acompañaba a su primo, enfermo de tuberculosis y aislado en La Vegueta.
Su dormitorio, escueto y dominado por montañas de periódicos y una máquina de escribir verde, está recreado en la exposición de Tahiche, vestida con mobiliario, ropa y objetos originales. Gran conversador y perenne habitante del espacio público, Leandro Perdomo escribió “la visión colectiva de la realidad” y lo hizo con un estilo realista, con una prosa independiente, que quiso ayudar a la vida colectiva y critica a quien se enriquecía a costa de las personas o los lugares.
Dueños de cantina que se comportaban como patriarcas bíblicos, calles bulliciosas como la suya, la antigua Porlier (hoy Alférez Cabrera Tavío peatonalizada a base de macetas), o personajes abracadabrantes como Anacleto Rojas, que calzaba mesas con onzas de oro. El testimonio literario del escritor arrecifeño es clave para comprender la radical y meteórica transformación de Lanzarote.
El 1 de enero de 1946 salió a la calle el primer número de Pronósticos, un semanario deportivo, literario y artístico dirigido por Perdomo, que en alguna ocasión y por falta de liquidez, tuvo que imprimirse en papel de estraza, del que usaban las tiendas para envolver.
Ya en Las Palmas llevó una vida bohemia, intensa y algo “destartalada”, cuenta Gómez Aguilera, que mantuvo varios encuentros con el escritor en los años 80. Perdomo se casó y fue padre de cinco hijos, a los que tuvo que mantener con colaboraciones periodísticas que se pagaban de a penuria, y otros oficios. Fue nómada, minero, cambullonero, insumiso, volcánico y lanzaroteño. Un hombre que vivía profundamente y observaba la realidad con la misma intensidad.
En 1957 emigró a Bélgica. No paró de escribir. Allá editó Volcán, una publicación dirigida a los emigrantes españoles, que le leyeron en Holanda, Francia y Alemania. Volcán se escribía desde una redacción abarrotada por los recortes y las ilustraciones de Unamuno, Azorín y otros hombres de letras. Veintidós años después, regresó a Lanzarote con un sentimiento de despojo y pertenencia a ninguna parte. Atacó el desarrollismo con beligerancia. Sus textos denunciaban la insostenibilidad del parque automovilístico o de la construcción vertical.
De vuelta en Lanzarote, en una ocasión se le ocurrió decir: “Terminaré cuidando cabras, como mis antepasados”. La declaración causó tanto revuelo en una sociedad que empezaba a renegar de su pasado que tuvo que publicar una columna de opinión reafirmándose y declarando su admiración por el oficio del pastoreo, sellando así su fama de hombre bohemio.
Quizás sean las dedicatorias de sus libros las que signifiquen y describan mejor las inquietudes del escritor: “A los hijos de Arrecife que nacieron y murieron en la desesperanza; y a todos los fracasados del mundo, a los parias, a los explotados, a los locos y a los que no conocieron nunca a su padre. A los […] que han demostrado un desinteresado amor por su isla y no han especulado. A todos los lanzaroteños que aman la Isla de verdad y no negocian”.
“Que se pueda leer”
Canarismos exclusivos de Lanzarote, primeras ediciones de sus novelas, un vídeo grabado en los años 40, fotografías, periódicos fotocopiados, una carta firmada por Camilo José Celá pidiéndole un ejemplar de Lanzarote y yo, y otra -después de leerlo- agradeciéndole aquella “verdadera y aleccionadora delicia”… El principal objetivo de la muestra es divulgar la personalidad y la obra del escritor. Y a medio plazo, “que se pueda leer”. La FCM está preparando la edición de las obras completas de Leandro Perdomo para volver a ponerlas en circulación.
Comentarios
1 Vecino Vie, 20/12/2013 - 10:56
2 Panchito Vie, 20/12/2013 - 13:46
3 Orillero guanche Vie, 20/12/2013 - 22:19
4 Gurfín Vie, 03/03/2017 - 16:32
Añadir nuevo comentario