Han pasado tres años y medio desde que el Cabildo presentara el centro de transformación de la cochinilla, construido en el pueblo de Mala (Haría). Sin embargo, no ha sido hasta hace unos días que la Corporación insular recibió de forma oficial las instalaciones, que han pasado por un ‘vía crucis’ burocrático: desde la carencia de potencia eléctrica suficiente a problemas urbanísticos.

El Gobierno central invirtió unos 900.000 euros, a instancias del entonces diputado nacional del Partido Popular, Cándido Reguera, para que el proyecto vinculado a la investigación y el desarrollo se convirtiera en una realidad. El consejero de Agricultura y Ganadería del Cabildo, Francisco Fabelo, dice que hay que “ser realista” y que el centro debe ampliar su objetivo inicial, que era transformar cochinilla, a otros usos como la elaboración de “productos cosméticos”.

El Cabildo está sondeando las posibilidades que se abren, junto a la Cámara de Comercio de Lanzarote, para sentar las bases de un concurso mediante el que se entregue la gestión del equipamiento  y “no quede desierto”. Esta semana se llevó a cabo una visita con empresas vinculadas a la producción de aloe vera, que han mostrado “cierto interés”, indicó Fabelo.

El consejero tiene claro que la gestión del centro “debe ser atractiva” y de que, hecha la inversión, debe primar su puesta en funcionamiento y “recuperar los cultivos de la zona” a que el Cabildo perciba un canon elevado que dificulte la viabilidad económica de la industria. Fabelo tampoco descarta que a alguna empresa dedicada a la comercialización de cochinilla que haya comprado a productores locales “pueda estar interesada” en utilizar el centro para “tener su sede en las Islas”.

De manera paralela, el Cabildo también está ultimando las condiciones para sacar a concurso la explotación de la fábrica de envasado del Complejo agroindustrial, en la que se han invertido 1,2 millones de dinero público en maquinaria con la que preparar desde batatas chips a conservas de caldo millo, carne de cabra o potajes canarios. En este caso, destaca Fabelo, “hay mayor interés porque los productos tienen una salida más directa al mercado”.