Hace años, el filósofo Daniel Innerarity ofreció una conferencia en la Fundación César Manrique bajo el título ‘Un mundo desincronizado’, en la que abordó, muy resumidamente, tres cuestiones: que ahora las guerras son conflictos de tiempo y no de espacio; la policronía, o por qué en la sociedad existen muchos tiempos diversos y hay personas que viven en el mismo espacio pero en tiempos distintos y el concepto de cronopolítica: cómo entender la política como una gestión de los tiempos.

La conferencia parece hoy más vigente aún, principalmente por el contenido sobre la geopolítica: la guerra de Ucrania se eterniza, mientras el Gobierno de Israel quiere acelerar un exterminio que nos avergonzará durante décadas.

Aunque esto sea lo más relevante, el recuerdo es por algo más doméstico. Hablaba el filósofo de que “la aceleración dificulta y debilita la capacidad de deliberación y decisión del sistema político” y supone una amenaza para la política. Lo decía por el hecho de que los tiempos de la economía y los medios de comunicación suponen una amenaza para la política. “La lógica de la izquierda hoy es conservacionista”, mientras que los conservadores están a favor de la aceleración, añadía.

Pero hay a quien no le hacen falta esas amenazas porque ya vive desincronizado. El alcalde de Arrecife, que es muy posible que no haya leído a Innerarity, sin embargo parece entender el tiempo en el que vive y su misión en la alcaldía, al menos para mantenerse en el cargo, no tanto para abordar las necesidades de la ciudad.

Solo así se explica que el 30 de septiembre anuncie (y ejecute) el inicio de la colocación de las luces de Navidad. Si tuviera la misma diligencia en detectar cuáles son las urgencias de la mayoría de los vecinos, y en abordarlas, nos iría mejor a todos. En Arrecife, no es en las calles donde hacen falta más luces.