Se atribuye al cubano Alejo Carpentier la idea y el término de lo real maravilloso. Carpentier fue el precursor o fundador (depende de la interpretación) del realismo mágico, ese movimiento literario que incorpora lo extraordinario a lo común, que considera la fantasía como una parte más de la realidad y que solo podía haber nacido donde nació, aunque algunos expertos apuntan a que hunde sus raíces en la influencia africana.

El surrealismo, por su parte, nació en Europa. Ya se ha generalizado tanto el término surrealismo que estamos cerca de que haya más situaciones surreales que reales. Pero el surrealismo, no la creación, sino el resultado, es algo que se sitúa por encima de la realidad: no es que incorpore lo irreal a la realidad, sino que la supera. Digamos entonces que el surrealismo y el realismo mágico se tocan pero no se abrazan.

Y ahí está la duda. Si la imagen que ilustra este artículo es realismo mágico o surrealismo. No me dirán que no es una duda razonable. Como Canarias es esa plataforma tricontinental, pues tiene la suerte de poder acogerse a las dos corrientes.

Es realmente maravilloso o maravillosamente real que a la calle de Alejo Carpentier le sustituya la calle Alejo Carpentier. No estamos habituados a cambios de nombres tan radicales. Normalmente se cambian tarde y con polémica. Se podrá objetar que lo que se está cambiando es solo la placa, que no es la realidad, sino su representación. Pero el cambio es real. Y además lo refuerza la figura de la autoridad.

No quiere decir esto que en Arrecife lo simbólico envejezca antes que lo real, pero sí parece que se presta más atención a lo intangible que a lo tangible. También es cierto que es más fácil cambiar una placa que modificar el aspecto de una calle.

Dice el Ayuntamiento que va a cambiar las placas de todas las calles, pero no todas van a gozar del honor del insigne Alejo Carpentier. Es el honor de ser sustituido por la propia alcaldesa, que es una figura que representa la voluntad popular, aunque se esté escorando cada vez más hacia lo popular mientras pierde la voluntad por el camino.