0 COMENTARIOS 19/12/2022 - 11:11

“Espero que este sea el último paso para disponer cuanto antes del Pabellón de Argana, y que los vecinos de Arrecife puedan utilizar así una instalación deportiva que estuvo abandonada por la desidia de los gobiernos anteriores”.

El Ayuntamiento de Arrecife acaba de aprobar el Proyecto de adecuación y legalización de la actividad del Pabellón de Argana Alta, el proyecto definitivo, y eso es lo que dicho la alcaldesa, Astrid Pérez. Si le quita la última palabra le queda una frase impecable. O hay diferentes categorías de desidia o es que ahora las cosas se materializan por el mero hecho de ser nombradas.

Puede que haya algo de esto último. Ahí va una muestra. En julio de 2020, la alcaldesa anunciaba en facebook sus planes de gobierno: “Para Argana Alta tenemos la reapertura del Pabellón Deportivo, la construcción de una nueva cancha que irá cerca de esta zona (...), nuevos parques infantiles, la mejora de aceras, alumbrado y asfalto. En este mandato Argana Alta y otros barrios de Arrecife verán mejorar mucho las dotaciones públicas. Como alcaldesa cumplo”.

Hace diez meses dio una especie de ultimatum de veinte días a la empresa concesionaria para que empezara las obras y dijo algo similar. También se había redactado otro proyecto modificado, en enero de 2021. Y hace más de cuatro años, otro grupo de gobierno presentó otro proyecto de adecuación y también dio el asunto por resuelto.

La empresa concesionaria del pabellón es Clece, esa empresa que pertenece a Florentino Pérez y de la que dijo en la comisión de investigación sobre el proyecto Castor que era “casi una ONG” para ellos, a pesar de que factura más de 1.500 millones al año, tuvo un beneficio neto de 38 millones y acumula huelgas y denuncias de explotación laboral en buena parte de los centros que gestiona.

Ese mismo mes en que la alcaldesa anunciaba que cumplía, hace dos años y medio, Clece pedía el restablecimiento del equilibrio económico de la explotación porque el confinamiento le hacía perder dinero. Pidió un modificado nada más firmar el contrato, otro por la pandemia y otro ahora. La obra del pabellón empezó en 2003, terminó en 2007, abrió brevemente y desde 2013 está cerrado. En 2015 se encargó el primer proyecto de adecuación y, ocho años después, la cosa sigue igual. La empresa no ha cumplido, nadie le ha hecho cumplir y hay que tener mucha fe para pensar que este es el proyecto definitivo y que se va a ejecutar.

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