Después de veinte años en la política insular y cuatro en el Ayuntamiento de Arrecife, la alcaldesa Astrid Pérez se viene a enterar ahora de existen “problemas estructurales gordos causados por los empleados públicos” en ese Ayuntamiento.

Esas declaraciones revelan varias cuestiones significativas. Para empezar, que la contención verbal no es uno de los puntos fuertes de la alcaldesa. Que existen esos problemas es algo que han reconocido todos los ex alcaldes en privado pero ninguno en público de esta manera.

Para seguir, están fuera de lugar. Primero, porque la generalización es injusta. Aquellos que hacen bien su trabajo se ven salpicados por el disparo a bulto hacia aquellos que impiden que el Ayuntamiento funcione. No parece que se favorezca así el ambiente para mejorar las cosas. De hecho, no es la primera vez que hace declaraciones parecidas.

En segundo lugar, porque esto ya lo sabía, como todos, y se presentó a las elecciones voluntariamente. Hay otros, en su partido y en otros partidos que no quieren ni oír hablar de ir en listas a Arrecife por esto mismo. Antes de ser alcaldesa, en sus críticas a la anterior, era igual de contundente pero asegurando que a ella no le iba a pasar lo mismo.

Y en tercer lugar, porque está feo poner excusas sobre las dificultades de tu trabajo. Si alguien puede cambiar esa situación, es ella. Tiene las competencias y las herramientas para hacerlo. Lo que debería hacer, en lugar de quejarse, es solucionar el problema. No es fácil, pero es esencial para poder llevar a cabo el resto de actuaciones que tenga pensadas para la ciudad. Siempre suponiendo que tenga alguna.