No sabe la concejal de Juventud del Ayuntamiento de Arrecife la suerte que tiene por el estado de la Casa de la Juventud. Si no hubiera que reformar el edificio tendría que pensar en qué actividades hacer en su interior, y eso sí que es duro. Debe ser la envidia, ahora mismo, del resto de concejales.

Los sucesivos concejales de Deportes la entienden bien. Al fin y al cabo, el pabellón de deportes de Argana Alta cerró hace nueve años y no ha vuelto a abrir. Dentro de dos meses se cumplirán cuatro años desde que se adjudicara la concesión a una empresa para que arreglara los desperfectos. Las obras no han comenzado y tampoco parece que en el Ayuntamiento hayan estado muy preocupados con esto.

Cuando terminen las obras de la Casa de la Juventud, el siguiente concejal o concejala (porque no terminarán antes de las elecciones) quizá podría pedir consejo a la concejalía de cultura sobre cómo hacer actividades en un edificio sin que apenas se note, dada su experiencia con el Centro Cívico, ejemplo perfecto de no haber resuelto nunca una famosa frase pronunciada por un cargo público en la inauguración de un edificio: “Ya tenemos el continente, ahora solo nos falta el contenido”.

Lo de que el edificio esté en obras es una suerte, se mire por donde se mire. Un alto porcentaje de concejales son capataces de obra frustrados. Solo hay que ver cómo se explican y cómo presumen de las obras que están haciendo. En sus balances, en notas de prensa, mociones o enmiendas a presupuestos, verán obras y más obras. Gobernar es hacer obras. O incluso no hacerlas. Gestionar, ¡que gestionen ellos!

Ustedes no se lo creerán, pero estos ojos han visto a una concejal de Arrecife presumir, y varias veces, de que han cambiado las puertas y ventanas de un colegio. Y a una presidenta de Cabildo “supervisar” las obras de la carretera de El Peñón.

Imaginen la suerte que sería empezar a construir el Palacio de Congresos. Al concejal que le tocara podría esta tres años hablando de las obras sin preocuparse de nada más. Podría sacar veinte notas de prensa del estilo “Las obras van a buen ritmo” y explicar en la radio que ya está listo el encofrado… Qué desilusión cuando terminaran las obras. Tendría que pensar en que lo gestionara una empresa externa, por supuesto.

Vean, si no, el Islote de Fermina. Tantos años para terminarlo y ahora, que se puede, no se abre. El Ayuntamiento no lo quiere gestionar, el Cabildo tampoco y a los Centros, que les toca, no les hace ninguna gracia. Como sigan así, alguien va a proponer un día sacar a concurso la gestión del Ayuntamiento entero, y van a votar a favor.