EL PASEO
Por Saúl García
Está muy bien esto del simbolismo, lo de concienciar y sensibilizar, pero, en el caso de las enfermedades, el futuro será más luminoso con mayor inversión
No se sabe bien cuándo y por qué empezó. La primera que aparece es de 2017. El 14 de junio. El Cabildo de Lanzarote iluminó su fachada de color turquesa para conmemorar el Día nacional de las lenguas de signos españolas. Dos años después, el 11 de octubre de 2019, la fachada ni siquiera tuvo que cambiar de color. También fue turquesa aunque la conmemoración fue otro día y por otra causa: el 11 de octubre por el Día mundial de la dislexia. El 25 de noviembre de 2020 se iluminó de color violeta para conmemorar el Día internacional de la eliminación de la violencia de género.
Y llegó 2021. El 4 de febrero, de nuevo violeta pero esta vez con motivo del Día mundial contra el cáncer. El 2 de abril, la fachada principal del Cabildo se iluminó de color azul con motivo del Día internacional del autismo. El 6 de mayo, la fachada se puso lila con el objetivo de visibilizar la enfermedad de Huntington, que afecta a más de 4.000 personas en toda España. El 6 de agosto, el Cabildo se sumó a la conmemoración del Día de la independencia de Bolivia, iluminando su fachada con los colores de su bandera. El 24 de septiembre, la fachada se pudo ver dorada para conmemorar el mes de sensibilización del cáncer infantil que se celebra en toda Europa. El 10 de octubre, la cara principal del Cabildo se iluminó de naranja con motivo de la celebración del Día mundial de la salud mental. La última fue el pasado 2 de marzo. La fachada lució de verde y morado con motivo del Día mundial de las enfermedades raras.
Algunas, muchas, o puede que todas estas iniciativas nacen desde los propios colectivos, que se lo solicitan al Cabildo. No es iniciativa propia. Sin embargo, se pueden hacer algunas consideraciones sobre esta práctica.
En primer lugar, si se repite el color, es imposible saber qué se reivindica. Y si no se repite, también. Hace falta una guía urgente de colores. En segundo lugar: Arrecife, de noche, no es una urbe, es un páramo, pero es que la zona del Cabildo es un desierto, y además iluminan la fachada que no se ve desde la carretera: la eficacia de la acción es cuestionable.
Está muy bien esto del simbolismo, lo de concienciar y sensibilizar, pero, en el caso de las enfermedades, el futuro será más luminoso con mayor inversión. Los días mundiales y la iluminación de fachadas nos permiten alumbrar nuestra conciencia y poco más: firme un change.org antes del vermú y pase tranquilo el fin de semana.
Y por último: si nos centramos en la metáfora, se está enviando un mensaje perverso: el Cabildo tiene más luces por fuera que dentro.
Comentarios
1 Anónimo Lun, 07/03/2022 - 10:57
2 Sombras Lun, 07/03/2022 - 12:41
3 Anónimo Jue, 10/03/2022 - 08:06
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