EL PASEO
Por Saúl García
El 13 de junio de este año, Pedro San Ginés habrá logrado completar veinte años seguidos como consejero del Cabildo de Lanzarote.
El 13 de junio de este año, Pedro San Ginés habrá logrado completar veinte años seguidos como consejero del Cabildo de Lanzarote. La primera vez que fue elegido fue el sexto consejero de los seis que sacó Coalición Canaria en una candidatura que encabezaban Juan Carlos Becerra y Pedro de Armas. El primer acuerdo de gobierno de aquel mandato fue el llamado Pacto por Lanzarote, firmado para evitar que gobernara el PIL de Dimas Martín, que ganó las elecciones con siete consejeros. Dos años después el pacto se rompió y el PIL hizo presidente de nuevo a Enrique Pérez Parrilla. En ese PIL estaba el otro político que comparte la virtud de la constancia con San Ginés, durante estos veinte años: Luis Arráez.
San Ginés, en aquel mandato, fue consejero del grupo de gobierno durante dos años y de la oposición otros dos. En 2003 se quedó otra vez agarrado a la brocha y salió el quinto de cinco. A pesar de todos los cambios de presidentes (Dimas, Mario Pérez, Docal, Francisco Cabrera, Inés Rojas y dos más accidentales), CC siempre estuvo en tareas de gobierno hasta 2007. Ahí San Ginés protagonizó su primera gran polémica, una de las que nunca ha superado, con el intento de crear una Sociedad Anónima para los Centros de arte, cultura y turismo. Fue su primer encontronazo con trabajadores del Cabildo. A alguno se le puede haber olvidado (a él seguro que no) pero en la Navidad de 2003 los trabajadores se encerraron durante varios días en el Cabildo, apoyados en aquella ocasión por todos los comités de empresa. San Ginés y el PIL tuvieron que echar marcha atrás y se acabó creando la EPEL de los Centros en base al dictamen que hizo Antonio González Viéitez.
Durante la presidencia de Manuela Armas, entre 2007 y 2009, San Ginés fue portavoz de la oposición y desde 2009 es presidente. Estro quiere decir que, excepto un breve periodo entre 2001 y 2003, San Ginés cobra un sueldo del Cabildo desde 1999. Es decir, es su trabajo. No es funcionario ni personal laboral pero es su trabajo. En veinte años no ha salido del Cabildo. No es raro, por tanto, que crea que, de alguna forma, el Cabildo es un poco suyo o que es su empresa. Y por eso hace las cosas que hace.
El presidente lleva una política de personal muy personal. Cuando no le gusta lo que hace algún trabajador, primero toma la decisión y después busca los argumentos. Esa arbitrariedad le cuesta a la institución pública que se pierda la eficacia en algunos departamentos, y en ocasiones le cuesta dinero, cuando los trabajadores ganan los pleitos. El año pasado había 210 pleitos en los tribunales de trabajadores contra el Cabildo, por muy diversos motivos. La ventaja que tiene San Ginés es que aunque actúe como si fuera su empresa, no lo es, así que no responde con su patrimonio.
Hace poco se le ocurrió despedir al presidente del comité de empresa de los Centros, Antonio Bonilla, porque puede y porque quiere (y porque se lo puso fácil), pero antes había sido la destitución del jefe de la Oficina del PIO o la del ingeniero del Consorcio de Emergencias. El presidente va repartiendo destituciones o premios, en forma de incentivos, en función de la lealtad. No disimula mucho: los trabajadores buenos son los que no le ponen pegas y los malos, los que sí.
Su última ocurrencia ha sido la de destituir al asesor de Grupo Podemos, Dani Cabecera. Técnicamente lo puede hacer, porque es asesor de la presidencia, aunque no lo había hecho nadie. Hasta ahora los grupos elegían a una persona para las labores administrativas y la presidencia lo respetaba, pero ahora San Ginés, a través de Arráez, decide a quién se castiga si se porta mal. La única novedad, en realidad, es que lo ha hecho con un asesor de otro partido. Dice que le ha llamado corrupto pero no ha anunciado ninguna querella. No le hace falta porque es más eficaz ejercer el poder que pedir justicia.
La destitución, que es una cacicada de libro digna de quien ya se maneja en la institución como en su empresa, esconde además un elemento perverso. Cabecera critica a San Ginés en una entrevista que le hacen, no porque sea asesor en el Cabildo sino porque es concejal en Arrecife. Es una crítica política, hecha en el ámbito político. No es la crítica de un asesor al asesorado pero el presidente, que no sabe separar los campos, responde como un superior jerárquico, no como un rival político. Una definición de poder arbitrario dice que es aquel que representa la voluntad personal del titular de un órgano administrativo que obra impulsado por sus pasiones, sus caprichos o sus preferencias. Pues ya tenemos una definición y un buen ejemplo.
Comentarios
1 grillo Dom, 17/02/2019 - 10:46
2 uno Dom, 17/02/2019 - 13:54
3 Ni+ni- Dom, 17/02/2019 - 17:15
4 Ángel Nieto Lun, 18/02/2019 - 10:12
5 Anónimo Lun, 18/02/2019 - 14:26
6 Ángel Primo Mar, 19/02/2019 - 19:23
7 Ángel Primo Mar, 19/02/2019 - 19:23
8 Ghvip Jue, 21/02/2019 - 21:06
9 A GHVip Dom, 24/02/2019 - 10:02
10 lo lo explican? Dom, 24/02/2019 - 13:32
11 me lo explican ? Dom, 24/02/2019 - 13:37
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