Se puede dar la campanada (las campanadas) literal o metafóricamente. Los Centros de Arte, Cultura y Turismo quisieron hacer lo primero para buscar lo segundo (“hacer algo extraordinario que admire a todos”) pero ha sido un fiasco. Un fracaso previsible. Las audiencias de Mediaset están en caída libre todo el año y la competencia televisiva se pelea entre TVE y A3. Los CACT gastaron 850.000 euros en patrocinio más los gastos de organización de la fiesta (1,5 millones, según el PSOE).

Hubiera sido un gasto discutible aunque las campanadas las hubieran visto casi siete millones de personas, que es la cifra de la cadena pública, pero es que entre Telecinco y Cuatro no llegaron a 800.000: el Cabildo pagó más de un euro por cada espectador. Mediaset no ganó ni en las campanadas canarias. Entre RTVC y TVE-C coparon el 86 por ciento de la audiencia en el minuto de oro. Así que Mediaset se repartió, con el resto de cadenas, poco más de 100.000 espectadores en el Archipiélago.

Las cifras son un fracaso pero la intención y el gasto también lo son. Seguir buscando promoción ante un público generalista no tiene sentido en una isla que ha batido su récord de turistas y que debate (o debería debatir) la posibilidad de parar y decrecer. Ese tipo de promoción (y casi cualquiera ya) supone mantener una inercia absurda que solo alimenta un ego paleto de quien no paga con su dinero, sino con el de todos.  

Los beneficios de los Centros en 2024, después de una medida lógica y elogiable como fue subir los precios de las entradas, serán de unos cinco millones. Ya han tirado una quinta parte de ese dinero antes de acabar el año. No sirve de nada tener beneficios si su destino es seguir promocionando las diferencias de una isla que lleva medio siglo como un destino diferente a pesar de los continuos intentos por intentar que se parezca a lo que le viene bien al mercado. O de ocurrencias como esta.