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Por M. J. Tabar
Hubo que insistirle a Alfonso XIII y hacerle entender los quebrantos que produce la sequía para conseguir financiar una de las mayores obras hidráulicas de Canarias: las Maretas del Estado (Argana Baja, Arrecife). Sus dieciséis aljibes terminaron de construirse en 1912. Su alcogida recogía la lluvia que bajaba por los barrancos de Arrecife y una tubería canalizaba hasta aquí el agua de las galerías de Famara.
Hubo que insistirle a Alfonso XIII y hacerle entender los quebrantos que produce la sequía para conseguir financiar una de las mayores obras hidráulicas de Canarias: las Maretas del Estado (Argana Baja, Arrecife). Sus dieciséis aljibes terminaron de construirse en 1912. Su alcogida recogía la lluvia que bajaba por los barrancos de Arrecife y una tubería canalizaba hasta aquí el agua de las galerías de Famara.
De uso comunal, su mantenimiento y limpieza fue responsabilidad de los siete municipios hasta que en 1963 -gozando las mieles de un invento llamado potabilizadora- se abandonó . En 1997, el artista Juan Gopar impulsó un proyecto para reconvertir el espacio en el Centro de Cultura Contemporánea de Lanzarote y el Centro Lanzarote en la Biosfera.
El estudio AMP Arquitectos ganó el concurso de ideas y lo desarrolló sobre el papel. Cada uno de los depósitos, cubiertos por una bóveda escarzana en piedra labrada, albergarían una sala de exposiciones (como en el CIC El Almacén y en Haría), un cine-auditorio para trescientas personas, varias aulas didácticas de restauración, arte, música, vídeo y fotografía, una tienda, una cafetería y una zona de administración. También un centro de documentación y un observatorio sobre sostenibilidad y calidad de vida.
Además, se preveía trasladar aquí la UNED, la Escuela Oficial de Idiomas y ejecutar el centro de congresos y el campus universitario. Como certifica la realidad del año 2014, esta “ciudad de la razón” jamás se llevó a cabo. Su idea inspiró al menos una instalación artística que se exhibió en la feria ARCO de 2002. También hizo soñar con la conexión y mejora de cinco barrios capitalinos (Titerroy, Argana Baja y Alta, Maneje, San Francisco Javier).
El Proyecto Maretas se ha intentado recuperar más de una vez, pero nunca ha existido quórum ni partida presupuestaria suficiente. Mientras tanto, pasa el tiempo como pasó la circunvalación de la capital por encima de las maretas: sin miramientos. La administración tampoco ha ideado un plan alternativo para reutilizar o proteger esta gigantesca obra de ingeniería.
De no ser por los vecinos del barrio, y sobre todo por León Tejera, las maretas serían hoy un estercolero plagado de tabobos. Tejera limpia la basura con responsabilidad y vigor, porque es consciente de lo que significaron las maretas para su isla. Su pecado no es la nostalgia sino el conocimiento. Hasta los años cincuenta del pasado siglo, la isla requería el abastecimiento de los buques-aljibe de la Armada española.
De no ser por los vecinos del barrio, y sobre todo por León Tejera, las maretas serían hoy un estercolero plagado de tabobos
En 2013, Lanzarote bebió agua del cielo durante 41 días. Es el régimen pluviométrico de un clima semiárido, con calores cada vez más severos e inviernos cada vez más secos. Nadie lo diría viendo el abandono de la mayoría de los sistemas tradicionales de captación de agua.
Las obras de las maretas tardaron once años en concluirse, casi el mismo tiempo que ha invertido el consistorio de Arrecife -un siglo después- en rehabilitar la Casa de Cultura Agustín de la Hoz. Los ciudadanos han empezado a reaccionar: Antonio Gámez, guía turístico, ha impulsado un grupo en las redes sociales para divulgar la importancia patrimonial de las maretas. Como las malas hierbas crecen desde hace tiempo sobre la alcogida, se han preocupado de explicar cómo deben ser arrancadas para no estropear el mortero original.
Comentarios
1 asociación Lun, 10/11/2014 - 08:34
2 GentenuevaYA Lun, 10/11/2014 - 11:29
3 Marta Sáb, 06/12/2014 - 12:35
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