EL PASEO
Por Saúl García
Lo recordaba estos días Alternativa Ciudadana, aunque a la mayoría de la gente no hace falta que se lo recuerde nadie. La explotación laboral en la Isla, y por lógica en el sector turístico, que es el que más trabajadores emplea, está llegando a unos niveles intolerables...
Lo recordaba estos días Alternativa Ciudadana, aunque a la mayoría de la gente no hace falta que se lo recuerde nadie. La explotación laboral en la Isla, y por lógica en el sector turístico, que es el que más trabajadores emplea, está llegando a unos niveles intolerables. “Es casi más en una norma que una excepción”, dice esta formación política, que denuncia la pasividad de los poderes públicos ante esta situación: contratos a media jornada para trabajar la jornada entera, parte del sueldo en negro, jornadas de más de diez horas, sueldos mínimos, ausencia de reivindicaciones laborales, miedo a perder el empleo, abusos de todo tipo…
Con en este panorama, el pasado martes en la entrega de los premios Isla de Lanzarote y Distinguidos del Turismo, el presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, hizo un discurso triunfalista de la marcha del turismo. Dijo que “en España va bien pero que en Lanzarote va mejor” y se puso una medallita diciendo que “algo estaremos haciendo bien”. Si nos atenemos a los datos de ocupación turística, el turismo, la industria turística en la Isla, va bien, va mejor que nunca, pero como hay otros muchos factores que influyen en esa calificación, cabe preguntarse si de verdad el turismo va bien, y sobre todo, a quién beneficia que el turismo vaya como va.
Y hay datos elocuentes. Lanzarote sigue con esa precariedad laboral y sigue con un treinta por ciento de paro. Es decir, a los trabajadores no les va bien, o les iba antes mejor (porque han perdido derechos, poder adquisitivo y han ganado en obligaciones) y a los parados les va cada vez peor. ¿Les va bien a los empresarios? Pues a algunos sí, sobre todo a los más grandes, pero a la mayoría no. A los pequeños y medianos empresarios, a los autónomos, a los dueños de comercios, bares y restaurantes y similares, no les va muy bien: la presión impositiva ha subido, los precios de las mercancías también, pero los precios de venta al público no se pueden subir porque el nivel adquisitivo del turista no lo permite. Así que el margen de beneficio, cuando lo hay, es escaso. ¿Y les va bien a los dueños de hoteles y apartamentos? Pues les va mejor que a sus empleados pero tampoco tanto: los precios son muy bajos y aunque se baje la calidad del servicio, no puede hacerse en proporción porque hay costes fijos que se asumen con el hotel vacío y con el hotel lleno. ¿Y a los turistas?, ¿les va bien a los turistas? Pues habría que preguntárselo. Muchos estarán encantados de poder pasar una semana por 300 euros y otros muchos, o esos mismos, acabarán horrorizados al comprobar que la calidad de lo que han contratado sí estaba acorde con el precio que han pagado.
Entonces, ¿a quién beneficia la buena marcha del turismo? Pues a mucha gente de forma individual y a los de siempre de forma colectiva: a los touroperadores, que cada vez se hacen más con el control del destino. Imponen precios, imponen un modelo de todo incluido, que es una grave amenaza para este destino y nadie parece tomarlo en serio, y a la vez van adquiriendo agencias de viajes, líneas aéreas y hasta hoteles y apartamentos.
El gasto de los turistas en la Isla es el mismo que en 2001, pero los touroperadores ingresan 19 euros más por persona y día
Los datos son tozudos. La media de gasto en Lanzarote por persona y día es de 36 euros y la estancia media de nueve noches, así que el gasto medio de un turista es de 324 euros aproximadamente. Esos 36 euros son los mismos 36 euros que se gastaba el turista al día en el año 2001. La misma cifra. Ahora bien, el gasto total hace trece años era de 99 euros y ahora es de 118. ¿Quién se lleva la diferencia? Pues esos 19 euros se gastan en origen, al contratar el viaje. Es decir, que se los lleva el touroperador allá donde esté. Este es el avance que se ha producido en el llamado destino Lanzarote desde que empezó el Siglo XXI.
En la ceremonia de entrega de premios se escuchó varias veces la expresión “destino Lanzarote” o “marca Lanzarote”. Es una expresión que pone los pelos de punta. Se toma la parte turística de Lanzarote como si fuera el todo. Es normal que la utilicen los touroperadores, para quienes los lugares son destinos o productos: Lanzarote es un destino, Túnez es un destino, La Geria es un producto de enoturismo, montar en bici es un producto deportivo, visitar Timanfaya es una experiencia volcánica… Expresiones que nombran epígrafes del balance económico. Pero no es tan normal que las personas que trabajan en Lanzarote asuman esa denominación. No es normal que se rindan a nombrar al signo como si fuera la cosa significada porque Lanzarote no es un destino, no es un logotipo, ni un producto ni una marca, aunque se venda como tal. No hay que sucumbir a esa metonimia porque se corre el riesgo de aficionarse a las figuras retóricas y pasar, como hizo el presidente San Ginés, a la topotesia, que consiste en hacer la descripción de un lugar idealizado. Ese en el que las cosas van bien a costa de las personas, a las que les va mal.
Comentarios
1 Jose Sáb, 04/10/2014 - 09:55
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